El fruto vende al árbol
La dueña de un vivero decidió vender durazneros. Consideró diversas opciones. ¿Colocaría retoños llenos de hojas en sacos de arpillera en atractivos exhibidores? ¿Elaboraría un colorido catálogo mostrando durazneros en diferentes etapas de crecimiento? Finalmente, se dio cuenta de qué vende en realidad a un duraznero: los duraznos que produce; de olor dulce, anaranjado intenso y piel vellosa. La mejor manera de venderlo es arrancar un durazno maduro, abrirlo hasta que el jugo chorree por el brazo y convidarle un trozo a un cliente. Cuando prueben el fruto, querrán el árbol.
Confortado en la casa de Simón
Mi viaje a la casa de Simón fue inolvidable. Bajo un cielo estrellado en Nyahururu, Kenia, fuimos a cenar a su modesto hogar. El piso de tierra y la luz de lámparas reflejaban los recursos limitados de Simón. Cuál fue el menú no lo recuerdo. Lo que no puedo olvidar fue la alegría de él de que fuéramos sus invitados. Su bondadosa hospitalidad era como la de Jesús: generosa, conmovedora y refrescante.
Comida del cielo
En agosto de 2020, los residentes de Olten, Suiza, se sorprendieron al descubrir que ¡nevaba chocolate! Una falla en el sistema de ventilación de la fábrica local de chocolate había causado que partículas de este producto se esparcieran en el aire. Como resultado, una cubierta de copos de chocolate cubría los autos y las calles, e hizo que toda la ciudad oliera a una tienda de dulces.
Ansias de Él
¿Por qué, cuando decimos: «Esta es la última papa chip que voy a comer», a los cinco minutos estamos buscando más? Michael Moss responde esta pregunta en su libro Salt Sugar Fat [Sal, azúcar y grasa], donde describe cómo los productores más grandes de comida chatarra en los Estados Unidos saben de qué manera «ayudar» a la gente a desearla. Incluso, una compañía famosa gastó 30.000.000 de dólares un año para contratar a «consultores de ansias», para determinar qué alimentos producen felicidad a los consumidores, a fin de explotar nuestros antojos de comida.
Valentía inusual
En 1478, Lorenzo de Médici, gobernante de Florencia, Italia, escapó de un atentado contra su vida. Sus conciudadanos provocaron una guerra al tratar de vengarse del ataque contra su líder. Cuando la situación empeoró, el cruel rey Ferrante I de Nápoles se volvió enemigo de Lorenzo, pero un acto valeroso de este cambió todo. Visitó al rey, solo y sin armas. Esta acción, más su carisma y brillo, se ganaron la admiración de Ferrante, y la guerra terminó.
La lucha feroz
En 1896, un explorador llamado Carl Akely se encontró en una zona remota de Etiopía, perseguido por un leopardo enorme. Recordaba: el animal se abalanzó, tratando de «hundir sus dientes en mi garganta». Pero falló, y le desgarró el brazo izquierdo con sus hambrientas mandíbulas. Ambos rodaron en una larga y feroz lucha. Akely perdía fuerzas, y todo «se convirtió en una cuestión de quién se rendiría primero». Con la poca fuerza que le quedaba, pudo asfixiar con sus manos al enorme felino.
Jugar con el cosmos
En la década de 1980, un destacado astrónomo que no creía en Dios, escribió: «Una interpretación con sentido común de los hechos sugiere que un superintelecto ha jugado con la física, así como con la química y la biología». Para él, la evidencia mostraba que algo había diseñado todo lo que observamos en el cosmos. Agregó: «No tiene sentido hablar de fuerzas ciegas en la naturaleza». Es decir, todo lo que vemos da la impresión de que fue planeado por Alguien. Aun así, siguió siendo ateo…
El regalo del arrepentimiento
«¡No! ¡Yo no lo hice!». A Julia se le hundía el corazón al oír a su hijo adolescente, porque sabía que mentía. Oró interiormente a Dios por ayuda, antes de volverle a preguntar a Simón qué había sucedido. Él seguía negando haber mentido, hasta que ella finalmente levantó las manos al cielo, exasperada. Tras decir que necesitaba una pausa, empezó a alejarse, cuando sintió una mano sobre su hombro y oyó una disculpa. El Espíritu Santo había convencido a Simón de su pecado, y se arrepintió.
Terminar con fuerza
Cuando estoy por completar los 40 minutos de ejercicios, casi puedo garantizar que mi instructor gritará: «¡Terminen con fuerza!». Todos los entrenadores personales o grupales que he conocido usan esta frase poco antes de finalizar. Saben que el final del ejercicio es tan importante como el principio, y que el cuerpo humano tiende a bajar el ritmo o aflojar cuando ha estado en movimiento por un tiempo.
Caminar junto a una bendición
En 1799, Conrad Reed, de doce años de edad, encontró una piedra grande y brillante en un arroyo que atravesaba la pequeña granja de su familia. La llevó para mostrársela a su padre, un inmigrante pobre, quien no entendió el potencial valor de la piedra y la usó para sostener la puerta. Durante años, la familia pasó caminando junto a ella.