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Articles by James Banks

¿Dueño o administrador?

«¿Soy dueño o administrador?». El CEO de una compañía multimillonaria se preguntó esto mientras evaluaba qué era mejor para su familia. Preocupado por las potenciales tentaciones de una vasta riqueza, no quería cargar a sus herederos con ese desafío. Entonces, dejó su participación como dueño y colocó el 100 % de las acciones en un fideicomiso. Reconocer que todo le pertenece a Dios lo ayudó a tomar esa decisión, y a permitir que su familia se ganara la vida trabajando y usara los beneficios futuros para la obra de Dios.

Caminar con los zapatos de Jesús

¿Cómo sería caminar con los zapatos de la realeza? Angela Kelly, hija de un estibador y una enfermera, lo sabe. Fue la encargada de vestir a la reina Isabel II durante las últimas dos décadas de su vida. Una de sus responsabilidades era caminar con los zapatos nuevos de la reina, para ablandarlos. Había una razón para hacerlo: la compasión por una anciana que, a veces, debía estar parada durante mucho tiempo en las ceremonias. Como tenían la misma talla de zapatos, Kelly podía ahorrarle algunas molestias.

Amor sin medida

«¿Cómo te amo? Déjame contar las formas». Estas palabras de Sonetos del portugués, de Elizabeth Barrett Browning, están entre las poesías más conocidas del idioma inglés. Se las escribió a su esposo antes de casarse, y él quedó tan conmovido que la alentó a publicar toda su colección de poemas. Pero como el lenguaje era tan tierno, por un deseo de privacidad, ella los publicó como si hubiesen sido escritos por un autor portugués y traducidos.

Nueva identidad en Cristo

«Ya no soy lo que fui. Soy una nueva persona». Estas sencillas palabras de mi hijo, dichas a los alumnos de su escuela, describen el cambio que Dios hizo en su vida. Exadicto a la heroína, Geoffrey se veía anteriormente a través de su pecado y errores. Pero ahora se ve como un hijo de Dios.

La estrella de Navidad

«Si encuentras esa estrella, siempre puedes hallar el camino a casa». Esas fueron las palabras de mi padre cuando me enseñó a localizar la Estrella Polar cuando era niño. Papá había servido en el ejército durante la guerra, y hubo momentos en los que su vida dependió de orientarse por el cielo nocturno. Lo más importante era encontrar esa estrella. Si sabía dónde estaba, obtendría un sentido de orientación dondequiera que estuviera, y podría encontrar mi camino.

El amor de Dios y el prejuicio

«No eres lo que esperaba. Pensé que te detestaría, pero en realidad, no es así». Las palabras del joven parecían duras, pero eran un intento de amabilidad. Yo estaba estudiando en su país, una tierra que décadas antes había estado en guerra con la mía. En medio de un debate grupal en clase juntos, observé que estaba un poco distante. Cuando le pregunté si lo había ofendido, me respondió: «Para nada… y esto es lo raro. A mi abuelo lo mataron en esa guerra, y yo detestaba a tu pueblo y a tu país por eso. Pero ahora veo cuánto tenemos en común, y me sorprende. No veo por qué no podemos ser amigos».

Destrucción destruida

«¡Las crías volarán mañana!». Mi esposa Cari estaba entusiasmada con el progreso de una familia de chochines en una cesta en el porche de casa. Los había observado todos los días, tomando fotos cuando la madre llevaba comida al nido.

Caminos inesperados de Dios

El pastor entrecerró los ojos y acercó las hojas de su sermón para poder ver las palabras. Era terriblemente miope y leía cada frase cuidadosamente escogida con una voz monótona e inexpresiva. Pero el Espíritu de Dios se movió a través de la predicación de Jonathan Edwards para despertar el primer gran avivamiento evangélico y llevar a miles a la fe en Cristo.

«Contra mí son todas estas cosas»

«Esta mañana pensé que tenía una gran fortuna; ahora no sé si tengo un dólar», dijo el expresidente de los Estados Unidos Ulysses S. Grant cuando fue estafado por un socio de su empresa. Meses más tarde, le diagnosticaron un cáncer incurable. Preocupado por proveer para su familia, aceptó una oferta del escritor Mark Twain para publicar sus memorias, lo cual terminó una semana antes de morir.

Talento para animar

«¡Tus abejas están revoloteando». Mi esposa se asomó por la puerta y me dio una noticia que ningún apicultor quiere oír. Salí corriendo y vi miles de abejas que volaban desde la colmena hacia la copa de un pino alto… para nunca más volver.