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Articles by James Banks

Dedicados a la oración

«He estado orando por ti durante cincuenta años», dijo la anciana. Mi amigo Lou la miró con profunda gratitud. Estaba visitando la aldea búlgara donde creció su padre y que dejó cuando era adolescente. La mujer, creyente en Jesús, vivía al lado de sus abuelos y había empezado a orar por él cuando se enteró de su nacimiento. Ahora, más de medio siglo después, Lou visitó la aldea y, mientras estaba allí, le habló de su fe a un grupo de personas. Cuando esta mujer se acercó a él después de que hablara, se preguntó cómo habrían impactado sus oraciones para que él conociera a Cristo.

Dar y compartir generosamente

Cuando mi esposa Cari y yo terminamos la universidad, debíamos varios miles de dólares que teníamos que consolidar con un porcentaje de interés más bajo. Solicitamos un préstamo en el banco local, pero lo rechazaron porque no habíamos vivido ni trabajado en la ciudad mucho tiempo. Días después, le conté lo que había pasado a mi amigo Ming, que era anciano de nuestra iglesia. «Me gustaría mencionarle esto a mi esposa», dijo mientras salía.

La autoridad de Jesús

Después de que Jesús liberara a mi hijo Geoff de años de drogadicción, seguía preocupándome. Habíamos atravesado muchas cosas juntos y, a veces, mi foco seguía en su pasado difícil en lugar del futuro que Dios tenía para él. Los padres de adictos suelen preocuparse por las recaídas. Un día, en una reunión familiar, llamé a Geoff aparte y le dije: «Recuerda que tenemos un adversario y que es poderoso». «Lo sé, papá —respondió—. Tiene poder, pero no tiene autoridad».

El valle de la alabanza

El poeta William Cowper luchó con la depresión gran parte de su vida. Tras un intento de suicidio, fue internado en un psiquiátrico. Pero allí, gracias a un médico cristiano, llegó a tener una fe sincera en Jesús. Poco después, conoció al escritor de himnos John Newton, quien lo alentó a colaborar con un himnario para la iglesia. Uno de los himnos que escribió Cowper fue «Dios se mueve de formas misteriosas», con palabras salidas del crisol de la experiencia: «Ustedes, santos temerosos, renueven el ánimo; las nubes que tanto temen están llenas de misericordia y romperán en bendiciones sobre sus cabezas» (trad. lit.).

¿Dueño o administrador?

«¿Soy dueño o administrador?». El CEO de una compañía multimillonaria se preguntó esto mientras evaluaba qué era mejor para su familia. Preocupado por las potenciales tentaciones de una vasta riqueza, no quería cargar a sus herederos con ese desafío. Entonces, dejó su participación como dueño y colocó el 100 % de las acciones en un fideicomiso. Reconocer que todo le pertenece a Dios lo ayudó a tomar esa decisión, y a permitir que su familia se ganara la vida trabajando y usara los beneficios futuros para la obra de Dios.

Caminar con los zapatos de Jesús

¿Cómo sería caminar con los zapatos de la realeza? Angela Kelly, hija de un estibador y una enfermera, lo sabe. Fue la encargada de vestir a la reina Isabel II durante las últimas dos décadas de su vida. Una de sus responsabilidades era caminar con los zapatos nuevos de la reina, para ablandarlos. Había una razón para hacerlo: la compasión por una anciana que, a veces, debía estar parada durante mucho tiempo en las ceremonias. Como tenían la misma talla de zapatos, Kelly podía ahorrarle algunas molestias.

Amor sin medida

«¿Cómo te amo? Déjame contar las formas». Estas palabras de Sonetos del portugués, de Elizabeth Barrett Browning, están entre las poesías más conocidas del idioma inglés. Se las escribió a su esposo antes de casarse, y él quedó tan conmovido que la alentó a publicar toda su colección de poemas. Pero como el lenguaje era tan tierno, por un deseo de privacidad, ella los publicó como si hubiesen sido escritos por un autor portugués y traducidos.

Nueva identidad en Cristo

«Ya no soy lo que fui. Soy una nueva persona». Estas sencillas palabras de mi hijo, dichas a los alumnos de su escuela, describen el cambio que Dios hizo en su vida. Exadicto a la heroína, Geoffrey se veía anteriormente a través de su pecado y errores. Pero ahora se ve como un hijo de Dios.

La estrella de Navidad

«Si encuentras esa estrella, siempre puedes hallar el camino a casa». Esas fueron las palabras de mi padre cuando me enseñó a localizar la Estrella Polar cuando era niño. Papá había servido en el ejército durante la guerra, y hubo momentos en los que su vida dependió de orientarse por el cielo nocturno. Lo más importante era encontrar esa estrella. Si sabía dónde estaba, obtendría un sentido de orientación dondequiera que estuviera, y podría encontrar mi camino.

El amor de Dios y el prejuicio

«No eres lo que esperaba. Pensé que te detestaría, pero en realidad, no es así». Las palabras del joven parecían duras, pero eran un intento de amabilidad. Yo estaba estudiando en su país, una tierra que décadas antes había estado en guerra con la mía. En medio de un debate grupal en clase juntos, observé que estaba un poco distante. Cuando le pregunté si lo había ofendido, me respondió: «Para nada… y esto es lo raro. A mi abuelo lo mataron en esa guerra, y yo detestaba a tu pueblo y a tu país por eso. Pero ahora veo cuánto tenemos en común, y me sorprende. No veo por qué no podemos ser amigos».