Dilemas y una fe más profunda
Un sábado por la mañana, durante un estudio bíblico, un padre estaba turbado porque su amada y descarriada hija había vuelto a la ciudad, pero estaba incómodo con ella en su casa por cómo se comportaba. Otra asistente no estaba bien porque una larga enfermedad y los años habían afectado su cuerpo, y numerosas visitas a varios médicos apenas la habían mejorado. Estaba desanimada. Por designio divino, el pasaje que estudiaron ese día fue Marcos 5. Y al terminar el estudio, la esperanza y el gozo eran palpables.
Esperando a Jesús
Mi amigo Pablo estaba esperando que llegara un técnico para reparar su refrigeradora, cuando vio un mensaje de la compañía de electrodomésticos en su teléfono. Decía: «Jesús está en camino y se espera que llegue aproximadamente a las 11:35». Poco después, Pablo se enteró de que el nombre del técnico era realmente Jesús.
Obra maestra creada por Dios
Aunque la neurociencia ha progresado mucho en entender cómo funciona el cerebro, los científicos admiten que apenas están en las primeras etapas. Conocen su arquitectura y algunos aspectos de su funcionamiento, y las áreas que responden al entorno, activan los sentidos, generan movimientos y contienen emociones. Pero aún no pueden explicar cómo todas esas interacciones contribuyen al comportamiento, la percepción y la memoria. La obra maestra increíblemente compleja creada por Dios —el ser humano— sigue siendo un misterio.
La tumba de Sebna
El poeta irlandés W. B. Yeats quería ser sepultado «Bajo Ben Bulben», un majestuoso monte con el que tituló una de sus últimas poesías. Su línea final, grabada en su lápida, dice: «Concede una fría mirada / A la vida, a la muerte. / ¡Jinete, pasa de largo!».
Cada momento cuenta
Cuando el Titanic golpeó un iceberg en abril de 1912, el pastor John Harper se aseguró de que su hija de seis años tuviera lugar en uno de los pocos botes salvavidas. Le dio su chaleco salvavidas a otro pasajero y les habló del evangelio a todos los que querían escuchar. Mientras el barco se hundía, nadaba de una persona a otra y decía: «Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo» (Hechos 16:31).
Dar con un corazón grande
En el club bíblico de una escuela donde mi esposa Sue colabora una vez por semana, les pidieron a los chicos que donaran dinero para ayudar a niños en Ucrania, arrasada por la guerra. Una semana después de que Sue le contara sobre el proyecto a nuestra nieta de once años, Maggie, llegó por correo un sobre de parte de ella. Contenía 3,45 dólares y una nota: «Esto es todo lo que tengo para los niños en Ucrania. Después enviaré más».
Dioses caseros
Los hombres del grupo de estudio bíblico rondaban los 80 años, así que me sorprendió saber que luchaban con la lujuria. Una batalla que había comenzado en su juventud y que continuaba. Cada día, prometían seguir a Jesús en esta área y pedían perdón por sus fracasos.
Gozo al dar
Cuando al hijo menor de Keri lo estaban volviendo a operar por algo relacionado con su distrofia muscular, ella quiso dejar de pensar en su situación familiar, haciendo algo por otra persona. Entonces, tomó los zapatos gastados pero en buenas condiciones de su hijo y los donó a un ministerio. Su donación incentivó a amigos, familiares e incluso vecinos a unirse a ella, ¡y poco después se donaron más de 200 pares!
Dar gracias a Dios
Mi amiga salió apurada de su estresante trabajo en el hospital, preguntándose qué prepararía para la cena antes de que regresara su esposo de un trabajo también exigente. Había hecho pollo el domingo, y el lunes comieron las sobras. Después, volvieron a comer pollo —esta vez, al horno— el martes. Encontró dos trozos de pescado en el congelador, pero sabía que no era lo que prefería su esposo. Como no encontró otra cosa, decidió que el pescado estaría bien.
Dios me ama y le gusto
Pareciera que los «me gusta» —esos pulgares hacia arriba en Facebook— siempre han estado con nosotros, pero este símbolo virtual de afirmación solo existe desde 2009.