Correr la carrera con Cristo
Tomás, de siete años, admiraba los brillantes trofeos de su papá de torneos de atletismo de la escuela que estaban en un estante. Pensó: Quiero uno para mi cuarto. Entonces, preguntó: «Papá, ¿puedo tener uno de tus trofeos?». Sorprendentemente, el hombre respondió: «No, Tomás, son míos. Yo los gané, y tú puedes ganar los tuyos». Entonces, planeó que, si el niño daba una vuelta a la manzana corriendo en determinado tiempo (sabía que su hijo podría hacerlo), le daría un trofeo propio. Con la guía de su papá, Tomás practicó, y una semana después, él lo alentó a que corriera en ese tiempo. Tomás aprendió lecciones de autodisciplina y trabajo duro, y su papá lo felicitó con un premio.
Servir a Dios en cada etapa
Después de años de discipular a Caleb, Marcos se desalentó al enterarse de que un líder de la iglesia le había asignado otro mentor. El líder señaló: «Por fin, Caleb tiene un mentor».
Vida en Cristo
Una familia que había perdido contacto con su hijo y hermano Tyler recibió una urna que supuestamente contenía sus cenizas. Con solo 22 años de edad, al parecer había muerto de una sobredosis de drogas. Durante años, había luchado con los efectos de las drogas y las malas decisiones. Pero antes de la reportada sobredosis, había estado sobrio tras completar un programa de recuperación de adicciones. Luego, las autoridades descubrieron algo sorprendente: ¡Tyler estaba vivo! Lo habían confundido con otro joven que había muerto por sobredosis. Más tarde, reunido con su familia y reflexionando sobre la muerte del otro joven, Tyler dijo: «Podría haber sido yo».
Dios está allí
Cuando a mi abuela le informaron delicadamente que mi abuelo moriría pocos días después, nos preocupó que estuviera triste y ansiosa. «¿Estás preocupada?», le preguntó alguien, creyendo que podría tener preguntas sobre la condición física de su esposo o necesitara ayuda. Tras pensar por un momento, respondió con calma: «No. Sé adónde va. Dios está allí con él».
Pánico en una cueva
Eran tres adolescentes desbordantes de adrenalina, desatados en el inmenso sistema subterráneo hacia la cueva Mammoth. Su tío Frank, experto en cuevas y familiarizado con esos lugares, iba con ellos. Como conocía los peligros, les decía continuamente: «¡Muchachos, por aquí!». Pero ellos se alejaban cada vez más.
Oración desesperada
En 2011, Karey Packard y su hija estaban empacando para mudarse. De repente, el corazón de Karey se detuvo. Los doctores la reavivaron, pero su condición empeoró durante la noche. Le dijeron a su esposo que llamara a la familia para despedirse, e hicieron lo que él llamó «una oración desesperada».
Crecer en Dios
En sus comienzos como escritora cristiana, Gayle solía recibir regalos encantadores de su editor: flores, chocolates, tés de hierbas. Pero con el tiempo, el editor empezó a enviarle regalos de valor perdurable: una Biblia anual, devocionarios y diarios de oración. Al ir usándolos, Gayle maduró espiritualmente; menos distraída con regalos frívolos y más dedicada a usar su vida para guiar a otros a Cristo.
Decisiones y consecuencias
En 1890, el ornitólogo amateur Eugene Schieffelin decidió soltar 70 estorninos europeos en el Central Park de Nueva York. Aunque se incorporaron varias especies, la anidación de los estorninos fue la primera en documentarse. Ahora hay unos 85 millones de esas aves aleteando por el país. Lamentablemente, los estorninos son invasivos; alejan poblaciones de aves nativas, diseminan enfermedades en el ganado y causan daños por unos 800 millones de dólares al año. Schieffelin jamás imaginó el daño que generaría su decisión.
La última noche de la abuela
Los sábados por la noche, mi abuela tenía una rutina: antes de acostarse, preparaba toda la ropa, incluidos los zapatos, que planeaba vestir para la iglesia a la mañana siguiente. Siempre iba al primer servicio, y quería estar lista para levantarse y salir sin ningún retraso. Un sábado por la noche, fue repentinamente hospitalizada. Poco después, Jesús la llamó y falleció. Cuando mi abuelo volvió a casa, encontró su ropa ya lista. Ella se había estado preparando, tanto para ir a la iglesia como para encontrarse con su Dios.
El tesoro que Cristo ofrece
Michael Sparks entró en una tienda de artículos usados y compró por 2,48 dólares un souvenir de una copia de la Declaración de la Independencia de Estados Unidos. Luego, cuando la miró más detalladamente, le pareció que tenía algo inusual. Entonces, hizo que un experto la evaluara, el cual dijo que era una de las 36 copias aún existentes de las 200 que ordenó hacer John Quincy Adams en 1820. ¡Sparks vendió su copia rara en 477.650 dólares!