Las promesas de Dios
Fue doloroso ver que mi papá perdía la memoria. La demencia es cruel; quita la memoria de las personas hasta que no recuerdan nada de lo que vivieron. Una noche, tuve un sueño que Dios usó para alentarme. Él tenía un pequeño cofre en sus manos, y me dijo: «Todos los recuerdos de tu papá están guardados aquí. Mientras tanto, los cuidaré. Y luego, un día, en el cielo, se los devolveré».
Reconocer a Dios
Volé a la India, que nunca había visitado, y llegué al aeropuerto de Bengaluru después de la medianoche. A pesar de varios emails, no conocía a quien me iría a buscar ni dónde encontrarlo. Seguí a la multitud a buscar el equipaje y a la aduana, y salí a la noche calurosa y húmeda donde traté de detectar un par de ojos amigos entre el mar de rostros. Durante una hora, camine de un lado a otro, esperando que alguien me reconociera. Por fin, un hombre se acercó y preguntó: «¿Usted es Winn? Perdón. Pensé que lo reconocería. Usted seguía caminando por delante de mí, pero su aspecto no era como yo imaginaba».
Reconocer a Dios
Volé a la India, que nunca había visitado, y llegué al aeropuerto de Bengaluru después de la medianoche. A pesar de varios emails, no conocía a quien me iría a buscar ni dónde encontrarlo. Seguí a la multitud a buscar el equipaje y a la aduana, y salí a la noche calurosa y húmeda donde traté de detectar un par de ojos amigos entre el mar de rostros. Durante una hora, camine de un lado a otro, esperando que alguien me reconociera. Por fin, un hombre se acercó y preguntó: «¿Usted es Winn? Perdón. Pensé que lo reconocería. Usted seguía caminando por delante de mí, pero su aspecto no era como yo imaginaba».
El regalo de las pruebas
Aunque lograron que los humanos vuelen, la travesía de los dos hermanos Wright no fue fácil. A pesar de los innumerables fracasos, ridiculizaciones, problemas de dinero y una lesión grave de uno de ellos, las pruebas que enfrentaron no los detuvieron. Orville Wright señaló: «Ningún ave se eleva en la calma». Según el biógrafo David McCullough, la idea es que la adversidad puede «ser a menudo lo que uno necesita para volar más alto». Y agregó: «Su alegría no era llegar a la cima de la montaña, sino escalarla».
Deja ir a mi pueblo
La aclamada pintura Let My People Go [Deja ir a mi pueblo], de Aaron Douglas, usa colores lavanda, verde y oro, junto con una imagen africana tradicional, para contar la historia bíblica de Moisés, y la relaciona con la lucha de los afroamericanos por la libertad y la justicia.
Deja ir a mi pueblo
La aclamada pintura Let My People Go [Deja ir a mi pueblo], de Aaron Douglas, usa colores lavanda, verde y oro, junto con una imagen africana tradicional, para contar la historia bíblica de Moisés, y la relaciona con la lucha de los afroamericanos por la libertad y la justicia.
Todavía fructífero para Dios
Una leyenda cuenta de una mujer que todos los días llevaba agua de un río a su casa en dos baldes que colgaban de ambos extremos de un palo: uno, nuevo y sólido, y el otro, mucho más viejo y agrietado. Cuando llegó a casa, el nuevo seguía lleno, pero el viejo estaba casi vacío. Este se sintió mal y se disculpó. La mujer giró y señaló el camino recorrido, y preguntó al balde viejo: «¿Ves todas esas flores junto al camino? Todos los días las regaste, y mi camino de ida y vuelta al río está siempre lleno de belleza».
Hecho justo con Jesús
«Estamos listos para abordar el vuelo a Montego Bay», se oyó el anuncio. Estaba viajando como orador y líder de un grupo de escuela secundaria en un viaje misionero a Jamaica. Agarré mi mochila para sacar el pasaporte y la tarjeta de embarque… y me sacudió el pánico. ¡Mi pasaporte no estaba!
No te desanimes
Cansado. Así se sentía Satya después de nueve meses en su nuevo trabajo. Como creyente, había procurado seguir los principios de Dios para resolver problemas y dirigir su tarea. Pero los problemas con la gente persistían y el progreso organizacional parecía ser poco. Tenía ganas de tirar la toalla.
Fácil y difícil
Marcos era un joven pastor prometedor. Una mañana, su hijo murió mientras jugaba a la pelota con él. Quedó devastado y aún lamenta la pérdida, pero su dolor lo hizo un pastor más compasivo. Lo he acompañado en su dolor y he pensado que su prueba ilustra una reflexión de A. W. Tozer: «Es dudoso que Dios pueda bendecir en gran manera a un hombre si antes no lo ha herido profundamente». Temo que sea cierto.