Valentía inusual
En 1478, Lorenzo de Médici, gobernante de Florencia, Italia, escapó de un atentado contra su vida. Sus conciudadanos provocaron una guerra al tratar de vengarse del ataque contra su líder. Cuando la situación empeoró, el cruel rey Ferrante I de Nápoles se volvió enemigo de Lorenzo, pero un acto valeroso de este cambió todo. Visitó al rey, solo y sin armas. Esta acción, más su carisma y brillo, se ganaron la admiración de Ferrante, y la guerra terminó.
La lucha feroz
En 1896, un explorador llamado Carl Akely se encontró en una zona remota de Etiopía, perseguido por un leopardo enorme. Recordaba: el animal se abalanzó, tratando de «hundir sus dientes en mi garganta». Pero falló, y le desgarró el brazo izquierdo con sus hambrientas mandíbulas. Ambos rodaron en una larga y feroz lucha. Akely perdía fuerzas, y todo «se convirtió en una cuestión de quién se rendiría primero». Con la poca fuerza que le quedaba, pudo asfixiar con sus manos al enorme felino.
Jugar con el cosmos
En la década de 1980, un destacado astrónomo que no creía en Dios, escribió: «Una interpretación con sentido común de los hechos sugiere que un superintelecto ha jugado con la física, así como con la química y la biología». Para él, la evidencia mostraba que algo había diseñado todo lo que observamos en el cosmos. Agregó: «No tiene sentido hablar de fuerzas ciegas en la naturaleza». Es decir, todo lo que vemos da la impresión de que fue planeado por Alguien. Aun así, siguió siendo ateo…
El regalo del arrepentimiento
«¡No! ¡Yo no lo hice!». A Julia se le hundía el corazón al oír a su hijo adolescente, porque sabía que mentía. Oró interiormente a Dios por ayuda, antes de volverle a preguntar a Simón qué había sucedido. Él seguía negando haber mentido, hasta que ella finalmente levantó las manos al cielo, exasperada. Tras decir que necesitaba una pausa, empezó a alejarse, cuando sintió una mano sobre su hombro y oyó una disculpa. El Espíritu Santo había convencido a Simón de su pecado, y se arrepintió.
Terminar con fuerza
Cuando estoy por completar los 40 minutos de ejercicios, casi puedo garantizar que mi instructor gritará: «¡Terminen con fuerza!». Todos los entrenadores personales o grupales que he conocido usan esta frase poco antes de finalizar. Saben que el final del ejercicio es tan importante como el principio, y que el cuerpo humano tiende a bajar el ritmo o aflojar cuando ha estado en movimiento por un tiempo.
Caminar junto a una bendición
En 1799, Conrad Reed, de doce años de edad, encontró una piedra grande y brillante en un arroyo que atravesaba la pequeña granja de su familia. La llevó para mostrársela a su padre, un inmigrante pobre, quien no entendió el potencial valor de la piedra y la usó para sostener la puerta. Durante años, la familia pasó caminando junto a ella.
Siempre digno de compartir
Después de aceptar a Cristo, le compartí el evangelio a mi madre. En lugar de tomar una decisión por Él, como yo esperaba, dejó de hablarme por un año. Oraba por ella y la llamaba todas las semanas. El Espíritu Santo me consoló y siguió obrando en mi corazón mientras ella me trataba así. Cuando por fin respondió mi llamada, me comprometí a amarla y compartir la verdad de Dios siempre que tuviera la oportunidad. Meses después, dijo que yo había cambiado. Casi un año después, recibió a Jesús como su Salvador, y nuestra relación se profundizó.
Tristeza esculpida
Después de recibir el devastador diagnóstico de un raro e incurable cáncer de cerebro, Carolina recuperó esperanza y perspectiva con una actividad singular: servicios de fotografía para niños enfermos críticos y sus familias. De ese modo, podían capturar momentos preciosos compartidos con sus hijos, tanto dolorosos como de gracia y belleza que supuestamente no existen en esos lugares. Señaló: «En los momentos más difíciles imaginables, esas familias […] escogieron el amor, a pesar y a causa de todo aquello».
La batalla del girasol
Los ciervos de nuestro vecindario y yo diferimos en cuanto a los girasoles. Cuando los planto cada primavera, aguardo con ansias la belleza de sus brotes. Sin embargo, lo único que quieren mis amigos ciervos es masticar las ramas y las hojas, hasta no dejar nada. Cada año, es una batalla mientras yo trato de que los girasoles crezcan antes de que mis vecinos de cuatro patas los devoren. A veces, gano yo; otras, ellos.
¡Qué grandioso es nuestro Dios!
Desde hace mucho, las huellas digitales se han usado para identificar a personas, pero pueden ser falseadas por imitaciones. Del mismo modo, el iris del ojo humano es una fuente confiable de identidad… hasta que alguien altera el patrón con una lente de contacto. El uso de la biometría para identificar individuos puede fracasar. Entonces, ¿qué es lo único aceptable como característica de identificación? Los patrones de los vasos sanguíneos son particulares y virtualmente imposibles de falsear. Tu «mapa venoso» es un identificador excluyente que te distingue de cualquier otra persona del planeta.