Un cambio de perspectiva
León Tolstói escribió sobre su visión del campo de batalla desde una colina cuando era oficial de la artillería rusa en 1854: «Es una especie curiosa de placer ver personas matándose unas a otras. […] pasaba horas mirando». Pero su perspectiva cambió al presenciar la devastación en Sebastopol, y escribió: «Entiendes en un instante —y muy a diferencia de antes— el significado del sonido de los disparos en la ciudad».
Aumenta la temperatura
La temperatura donde vivimos puede cambiar abruptamente; a veces, en minutos. Por eso, mi esposo Dan tenía curiosidad por saber las diferencias de temperatura dentro y fuera de casa. Fanático de los dispositivos, desempacó su último «juguete»: un termómetro que detectaba la temperatura en cuatro «zonas» de nuestra casa. Burlándome de su dispositivo «tonto», me sorprendió ver que yo también verificaba las diferencias. ¡Era fascinante!
Huir
La lección de introducción al aikido, una forma de artes marciales tradicional japonesa, me abrió los ojos. El sensei, el maestro, nos dijo que, cuando enfrentáramos a un atacante, nuestra primera reacción debería ser «huir». «Solo si no puedes huir, pelea», señaló con seriedad.
Dar generosamente
El general Charles Gordon sirvió a la reina Victoria en China y otras partes, pero cuando vivía en Inglaterra, donaba el 90% de sus ingresos. Cuando oyó sobre una hambruna en Lancashire, borró la inscripción de una medalla de oro puro que había recibido de un líder mundial y la envió allí, diciendo que la fundieran y usaran el dinero para comprar pan para los pobres. Ese día, escribió en su diario: «La última cosa que tenía en este mundo y que valoraba la he dado al Señor Jesús».
Al final
A menudo, me conceden el privilegio de liderar retiros espirituales. Dedicar unos días para orar y reflexionar puede ser muy enriquecedor. Durante el programa, a veces pido a los participantes que hagan un ejercicio: «Imaginen que su vida termina y publican el obituario en un periódico. ¿Qué les gustaría que dijera?». Como resultado, algunos cambian sus prioridades, apuntando a terminar bien su vida.
Algo profundo y vinculante
Amina, una inmigrante iraquí, y José, norteamericano de nacimiento, asistieron a una protesta política en bandos opuestos. Se nos ha enseñado a creer que los que están separados por la etnia y la política se rechazan profundamente. Sin embargo, cuando una pequeña turba abordó a José, tratando de quemarle la camisa, Amina corrió a defenderlo. «Pienso que no podríamos haber estado más alejados como personas —dijo José a un reportero—; y aun así, fue una especie de acuerdo momentáneo de que “eso no está bien”». Algo más profundo los unía.
El fruto vende al árbol
La dueña de un vivero decidió vender durazneros. Consideró diversas opciones. ¿Colocaría retoños llenos de hojas en sacos de arpillera en atractivos exhibidores? ¿Elaboraría un colorido catálogo mostrando durazneros en diferentes etapas de crecimiento? Finalmente, se dio cuenta de qué vende en realidad a un duraznero: los duraznos que produce; de olor dulce, anaranjado intenso y piel vellosa. La mejor manera de venderlo es arrancar un durazno maduro, abrirlo hasta que el jugo chorree por el brazo y convidarle un trozo a un cliente. Cuando prueben el fruto, querrán el árbol.
Confortado en la casa de Simón
Mi viaje a la casa de Simón fue inolvidable. Bajo un cielo estrellado en Nyahururu, Kenia, fuimos a cenar a su modesto hogar. El piso de tierra y la luz de lámparas reflejaban los recursos limitados de Simón. Cuál fue el menú no lo recuerdo. Lo que no puedo olvidar fue la alegría de él de que fuéramos sus invitados. Su bondadosa hospitalidad era como la de Jesús: generosa, conmovedora y refrescante.
Comida del cielo
En agosto de 2020, los residentes de Olten, Suiza, se sorprendieron al descubrir que ¡nevaba chocolate! Una falla en el sistema de ventilación de la fábrica local de chocolate había causado que partículas de este producto se esparcieran en el aire. Como resultado, una cubierta de copos de chocolate cubría los autos y las calles, e hizo que toda la ciudad oliera a una tienda de dulces.
Ansias de Él
¿Por qué, cuando decimos: «Esta es la última papa chip que voy a comer», a los cinco minutos estamos buscando más? Michael Moss responde esta pregunta en su libro Salt Sugar Fat [Sal, azúcar y grasa], donde describe cómo los productores más grandes de comida chatarra en los Estados Unidos saben de qué manera «ayudar» a la gente a desearla. Incluso, una compañía famosa gastó 30.000.000 de dólares un año para contratar a «consultores de ansias», para determinar qué alimentos producen felicidad a los consumidores, a fin de explotar nuestros antojos de comida.