Elevarse
Durante nuestra visita a un portaviones, el piloto explicó que un avión necesita un viento de 56 kilómetros por hora para despegar en una pista corta. Para alcanzar esa brisa constante, el capitán coloca la nave en contra del viento. «¿El viento no debería venir de atrás?», pregunté. Él contesto: «No. Las turbinas deben girar contra el viento. Es la única manera de lograr elevarse».
Ser visto
En un artículo sobre consejería, Hannah Schell explica que los mentores necesitan apoyar, desafiar e inspirar, pero «primero, y quizá más que nada, un buen mentor te ve […]. El reconocimiento, no en términos de recompensa o promoción sino en el sentido de simplemente “ser vistos”, es una necesidad humana básica». Las personas necesitan que las reconozcan, las conozcan y crean en ellas.
Consejo sabio
Cuando se incendió el techo de la Catedral de Notre Dame, en 2019, las vigas de madera y las láminas de plomo formaron un horno tan caliente que no se pudo contener. Tras caer dramáticamente la aguja de la catedral, la atención se dirigió a los campanarios. Si los marcos de madera de las gigantes campanas de hierro se quemaban, colapsarían las dos torres y la catedral quedaría en ruinas.
Somos uno
En una pequeña comunidad agrícola, las noticias viajan rápido. Varios años después de que el banco vendiera la granja que la familia de David había poseído por décadas, se enteró de que la propiedad se pondría a la venta. Después de ahorrar con mucho sacrificio, David llegó a la subasta, donde había casi 200 granjeros locales. ¿Podría ofrecer lo suficiente? Hizo la primera oferta, respirando profundo mientras el subastador llamaba a ofrecer más. La multitud se mantuvo en silencio hasta que se oyó el golpe del martillo. Los demás granjeros pusieron la necesidad de David y su familia por encima de su propio progreso económico.
El poder del amor
Dos octogenarios, él de Alemania y ella de Dinamarca, eran una pareja insólita. Cada uno había disfrutado 60 años de matrimonio, antes de enviudar. Aunque vivían a solo 15 minutos de distancia, sus casas estaban en países distintos. Aun así, se enamoraron y pasaban tiempo juntos. Lamentablemente, en 2020, por el coronavirus, el gobierno danés cerró la frontera. Sin intimidarse, todos los días a las tres de la tarde, se reunían para hacer un picnic en un espacio tranquilo, sentado cada uno de su lado. «Estamos aquí por amor», explicó el hombre. Su amor era más fuerte que las fronteras, más poderoso que la pandemia.
Jamás olvidado
Cuando pensamos en misioneros pioneros del pasado, el nombre George Liele (1750-1820) no viene a la mente. Tal vez debería. Nacido en la esclavitud, conoció a Cristo y obtuvo su libertad antes de la Guerra de la Independencia de Estados Unidos. Llevó el mensaje de Jesús a los esclavos en Jamaica y fundó dos iglesias afroamericanas en Georgia, Estados Unidos, una de las cuales es considerada la «iglesia madre de los bautistas negros».
Vivir por fe
Guille tenía problemas de equilibrio, así que su doctor le prescribió terapia física. Durante una sesión, su terapista le dijo: «Confías demasiado en lo que ves. No dependes lo suficiente de tus otros sistemas —lo que está debajo de tus pies y tus señales en el oído interno—, que también tienen el propósito de mantenerte en equilibrio».
La voz del Padre
El padre de mi amigo murió hace poco. Cuando se enfermó, se deterioró rápidamente, y en cuestión de días, falleció. Mi amigo y su papá siempre habían tenido una relación muy estrecha, pero todavía quedaban muchas preguntas por hacer, respuestas por buscar y conversaciones por tener. Tantas cosas sin haberse dicho, y ahora su padre ya no estaba. Mi amigo es consejero profesional: conoce los vaivenes del dolor y cómo ayudar a otros a atravesar esas aguas turbulentas. Aun así, me dijo: «A veces, simplemente necesito oír la voz de mi papá, esa confirmación de su amor. Siempre significó todo para mí».
Su ayuda asombrosa
El comisario se maravilló por las oraciones, estimando que «cientos de miles o tal vez millones de plegarias fueron elevadas a Dios por ayuda durante el incendio en las montañas de Colorado en 2020, que arrasó más de 400 kilómetros cuadrados en doce horas, destruyendo bosques, quemando casas y amenazando ciudades enteras. Luego, llegó «el enviado de Dios», como lo llamó un meteorólogo. No fue lluvia, sino una oportuna nevada. Cayó en la zona del incendio, antes de temporada y alcanzando más de 30 centímetros de altura, reduciendo el fuego y, en algunos lugares, apagándolo.
Mortalidad y humildad
Los eruditos Jerónimo y Tertuliano relataban que, en la antigua Roma, cuando un general lograba una victoria épica, desfilaba en un carro reluciente por el centro de la capital, desde el alba hasta el atardecer. La multitud rugía, mientras el general disfrutaba de la adoración. Pero la leyenda señala que un siervo iba parado detrás de él todo el día, susurrándole: Memento mori («Recuerda que morirás»). En medio de toda la adulación, necesitaba la humildad que venía de recordar que era mortal.