Elegir celebrar
La escritora Marilyn McEntyre relata que una amiga le enseñó que «lo opuesto a la envidia es la celebración». A pesar de la discapacidad física y el dolor crónico de esa amiga, que le impedían desarrollar sus talentos como deseaba, pudo encarnar de manera singular el gozo y celebrar con otros, «apreciando cada encuentro», hasta su muerte.
La alegría de una buena noticia
En 1964, un gran terremoto de magnitud 9.2 hizo temblar Alaska durante cuatro minutos. En Anchorage, manzanas enteras desaparecieron, dejando cráteres y escombros. Durante esa aterradora noche, la reportera Genie Chance daba mensajes por radio a la gente desesperada: un obrero escuchó que su esposa estaba viva; familias angustiadas oyeron que sus hijos, en un campamento, estaban bien; una pareja se enteró de que habían encontrado a sus hijos. La radio no dejaba de dar buenas noticias… pura alegría en medio de las ruinas.
Parte de la familia
Downtown Abbey era un programa de televisión británico sobre las vicisitudes de la ficticia familia Crawley durante los cambios sociales en la Inglaterra de comienzos del siglo XX. Uno de los personajes clave, Tom Branson, comenzó como chofer de la familia, antes de sorprender a todos al casarse con la hija menor de los Crawley. Después de un período de exilio, la pareja regresó a Downtown Abbey y él se volvió parte de la familia, accediendo a los derechos y privilegios que se le habían negado como empleado.
Evita la puerta
El lirón movió la nariz… algo delicioso estaba cerca. El aroma lo guio a un comedero lleno de semillas. El lirón trepó, se deslizó por la puerta y comió sin parar toda la noche. Solo por la mañana se dio cuenta del problema en el que estaba. Los pájaros lo picoteaban a través de la puerta del comedero, pero atascado de semillas, tenía el doble de tamaño y no podía escapar.
Seguir al líder
Sin palabras, solo música y movimiento. Durante 24 horas, en medio de la pandemia de COVID-19, miles de personas de todo el mundo participaron de una maratón de Zumba. Esos individuos diversos pudieron moverse juntos sin barreras de idiomas. ¿Por qué? Porque los instructores del ejercicio, creado a mediados de la década de 1990 por un colombiano, usaban señales no verbales para comunicarse. Los líderes se movían, y los alumnos los seguían, sin pronunciar palabras ni gritar.
El desafío a las estrellas
A principios del siglo xx, el poeta italiano F. T. Marinetti lanzó el futurismo, un movimiento artístico que rechazaba el pasado, se burlaba de las ideas tradicionales sobre la belleza y exaltaba la maquinaria. En 1909, escribió Manifiesto futurista, donde declaró «el desprecio de la mujer», elogió «el puñetazo» y afirmó: «Queremos glorificar la guerra». Concluye diciendo: «¡En pie sobre la cima del mundo arrojamos nuestro reto a las estrellas!».
Amar a tus seres queridos
Amos era un extrovertido autoritario y Daniel, un solitario inseguro. De alguna manera, estos genios excéntricos se volvieron íntimos amigos. Pasaron una década riendo y aprendiendo juntos. Un día, su trabajo recibiría un Premio Nobel. Pero Daniel se cansó del egocentrismo de Amos y le dijo que dejarían de ser amigos.
Nunca digas «no puedo»
Jana nació sin piernas y abandonada en un hospital. Sin embargo, dice que ser dada en adopción fue una bendición. «Estoy aquí por las personas que se volcaron a mí». Su familia adoptiva la ayudó a ver que había «nacido así por una razón». Le enseñaron a «nunca decir “no puedo”» y la alentaron en todos sus emprendimientos… ¡incluido convertirse en una acróbata y trapecista talentosa! Su actitud ante los desafíos es: «¿Cómo enfrento esto?», y motiva a otros a hacer lo mismo.
Descansar en Dios
Harriet Tubman no podía leer ni escribir. De adolescente, un cruel dueño de esclavos le produjo una lesión en la cabeza, lo que le generó convulsiones y pérdida temporal de la conciencia por el resto de su vida. Pero cuando escapó de la esclavitud, Dios la utilizó para rescatar a otros 300 esclavos.
Enfocar a Dios
Una cabriola es un giro elegante ejecutado por bailarines, tanto de ballet como modernos. Cuando era niña, me encantaba hacer cabriolas en mi clase de danza, girando sin parar hasta que me mareaba y caía al suelo. Cuando crecí, aprendí un truco que me ayudaba a mantener el equilibrio y el control llamado giros de cabeza (spotting): la identificación de un punto fijo para que mis ojos volvieran hacía allí cada vez que hacía un giro completo. Tener ese foco particular era todo lo que necesitaba para dominar mi cabriola con un final elegante.