Lo único que necesitas
Sentada a la mesa del comedor, contemplé el caos feliz que me rodeaba. Tíos, primos y sobrinos disfrutaban de la comida y de estar juntos. Yo también lo disfrutaba. Pero un pensamiento me traspasaba el corazón: Eres la única mujer aquí sin hijos, sin una familia que pudiera llamar propia.
Un aprendizaje gozoso
En la ciudad de Mysore, en India, hay una escuela hecha con dos vagones de tren acondicionados y conectados entre sí. Las unidades eran cajas de metal, inútiles hasta que los obreros instalaron escaleras, ventiladores, luces y pupitres. Ahora, 60 alumnos asisten a clases allí debido a la maravillosa transformación del lugar.
7 cosas por las que deberías orar (pero probablemente no lo estés haciendo)
La huida de Icabod
En La leyenda del jinete sin cabeza, Icabod Crane quiere casarse con una joven llamada Katrina. La clave de la historia es un jinete sin cabeza que acosa el campo colonial. Una noche, Icabod se encuentra con una aparición fantasmagórica a caballo y huye de la región aterrorizado. Ese «jinete» es, en realidad, otro pretendiente de Katrina, el cual termina casándose con ella.
Ilimitado
Estaba sentado en el patio de comidas de un centro comercial, con el estómago anudado por los apremiantes plazos de entrega de trabajo. Mientras desenvolvía mi hamburguesa y daba el primer mordisco, la gente pasaba apurada y afanada a mi alrededor. Cuán limitados somos —pensé—. Limitados en tiempo, energía y capacidad.
Descansar bien
El reloj marcaba la 1:55. Cargada por una conversación por mensaje de texto tarde en la noche, no podía dormir. Me levanté y fui en silencio al sofá. Busqué en Google «qué hacer para dormirse», pero terminé encontrando qué no hacer: no tomar una siesta, no beber cafeína ni trabajar hasta tarde. Después, encontré el consejo de evitar el «tiempo en pantalla» hasta tarde. Ups. Ahí me había equivocado. En cuanto al buen descanso, hay listas de qué no hacer.
Dios sabe lo que sentimos
Silvia se sentía abrumada ante la lucha de su hijo con las adicciones. «¿Dios pensará que no tengo fe porque no puedo parar de llorar cuando oro?», preguntó.
Todo lo bueno
Todos los viernes por la noche, el noticioso que ve mi familia concluye la transmisión con una historia inspiradora. Una de esas historias se concentraba en una periodista que había padecido COVID-19, la cual ya estaba recuperada y había decidido donar plasma para ayudar a otros. En ese momento, todavía no se sabía bien cuán eficaces serían los anticuerpos. Pero mientras muchos no saben qué hacer, e incluso ante la incomodidad de donar plasma, ella sintió que «era un pequeño precio que pagar por la posible recompensa».
Saltar en la libertad
Juan, un agricultor, se sintió tan conmovido cuando leyó: «Mas […] vosotros los que teméis mi nombre […] saldréis, y saltaréis como becerros de la manada» (Malaquías 4:2), que oró para recibir vida eterna en Jesús. Como tenía el vivo recuerdo de sus propios becerros saltando de entusiasmo tras salir del confinamiento del establo, Juan entendió la promesa divina de libertad verdadera.
Ningún malentendido
Alexa, Siri y otros asistentes de voz integrados a dispositivos inteligentes pueden malentender lo que estamos diciendo. Un niño de seis años de edad habló con el nuevo dispositivo de su familia sobre galletas y una casa de muñecas. Más tarde, su mamá recibió un email informándole que un pedido de tres kilos de galletas y una casa de muñecas de 170 dólares estaba en camino. Incluso un loro parlanchín en Londres, cuya dueña jamás había comprado nada en línea, de alguna manera hizo una compra sin que ella se enterara. Una persona le pidió a su dispositivo que encendiera las luces de la sala, y este le respondió: «No hay ninguna pala».