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El amor de nuestro Padre

Carla se paró junto a la ventana, con su bolso preparado y esperando ansiosa que llegara su papá. Pero, mientras el día brillante se iba oscureciendo hasta hacerse de noche, su entusiasmo se esfumó. Se dio cuenta de que él no iba a venir… de nuevo.

Impulsado a contar

«Sabes que Jesús te ama. Realmente te ama». Estas fueron las últimas palabras de John Daniels. Segundos después de haber dado dinero a un hombre que vivía en la calle y dicho esas palabras de despedida, lo atropelló un auto y murió al instante. El programa impreso del servicio para celebrar la vida de John decía: «Él quería descubrir cómo alcanzar a más personas, por eso, un domingo por la tarde, tratando de ayudar a un hombre necesitado, Dios le dio una manera de alcanzar al mundo. Todos los canales de televisión locales dieron la noticia, y así llegó a amigos, parientes y muchos otros en todo el país».

¿Qué le preguntarías a Jesús?

«Si Jesús estuviera sentado con nosotros a la mesa esta mañana, ¿qué le preguntarían?», les dijo José a sus hijos durante el desayuno. Los varones pensaron en sus preguntas más difíciles: cómo resolver los problemas de matemáticas más complejos y el tamaño que realmente tiene el universo. Entonces, su hija respondió: «Yo le preguntaría si me daría un abrazo».

Volverse santo

Luego de ver esculturas cerámicas de nivel mundial en un museo de arte, me invitaron a crear mi propia «olla de pellizco» de arcilla. Pasé dos horas moldeando un pequeño cuenco, tallando estampados y pintando. El resultado de mi arduo trabajo fue decepcionante: una vasija pequeña y deformada con color desparejo. Nunca iba a terminar en un museo.

Dios: nuestro cimiento seguro

Grietas en la cocina y pisos hundidos indicaban que nuestra casa necesitaba una renovación. Cuando los constructores empezaron a cavar un cimiento nuevo, las cosas se pusieron interesantes: aparecieron platos rotos, botellas de la década de 1850 e incluso cubertería. ¿Habíamos construido arriba de un viejo basurero? Quién sabe… pero como resultado, los ingenieros dijeron que había que cavar más profundo o, si no, se agrietarían las paredes.

Bendecido de ser una bendición

Cuando era periodista, me encantaba contar historias de otras personas, pero me entrenaron para no dar mis opiniones. Por eso, años después de que Dios me llamara a dejar esa profesión y me guiaba a escribir un blog y hablar de Él, me ponía un poco nerviosa compartir mis sentimientos; en especial, sobre mi fe. Pero, semana tras semana, descubrí palabras y pensamientos alentadores para transmitir. Cuanto más escribía, más ideas fluían. Y lo mismo sucede hasta ahora.

Temor reverente

Jeremías escribe: «Sé un poco sobre el temor a morir. Hace siete años […], me sentí descompuesto, mareado, lleno de miedo cuando me dijeron que tenía un cáncer incurable». Pero aprendió a manejar su temor al descansar en la presencia de Dios, y pasar del temor a la muerte al temor reverente a Él. Para Jeremías, esto significa estar maravillado ante el Hacedor del universo quien «destruirá a la muerte» (Isaías 25:8), y al mismo tiempo, entender en lo profundo de su interior que Él lo conoce y lo ama.

Cuidado perfecto de Dios

David Vetter murió a los doce años de edad después de pasar toda su vida en una burbuja. El apodado «Niño burbuja» nació con una inmunodeficiencia combinada grave (IDCG). Para prolongar su vida, ingenieros de la NASA diseñaron una burbuja plástica de protección y un traje espacial para que sus padres pudieran sostener a David en el mundo exterior. ¡Ah, cuánto anhelamos proteger a los que amamos!

Cristo es lo más importante

A mi esposa y a mí nos encantan las películas románticas sentimentales y amenas. Podría decir que es cosa de ella, pero a mí también me gustan. Su encanto y atracción yace en su sendero predecible hacia «felices para siempre». Hace poco, vimos una que daba un consejo romántico cuestionable: El amor es un sentimiento. Sigue lo que dice tu corazón. La felicidad es lo que más importa. Por supuesto que las emociones importan, pero centrarse en ellas es un cimiento malísimo para un matrimonio duradero.

Las promesas de Dios

Fue doloroso ver que mi papá perdía la memoria. La demencia es cruel; quita la memoria de las personas hasta que no recuerdan nada de lo que vivieron. Una noche, tuve un sueño que Dios usó para alentarme. Él tenía un pequeño cofre en sus manos, y me dijo: «Todos los recuerdos de tu papá están guardados aquí. Mientras tanto, los cuidaré. Y luego, un día, en el cielo, se los devolveré».