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Asociación con Dios

Cuando mi amiga y su esposo tenían problemas para concebir, los médicos recomendaron que ella se operara. Pero ella dudaba. «¿No bastaría con orar para resolver el problema? —decía—. ¿Realmente necesito ese procedimiento?». Mi amiga estaba tratando de entender el papel de la acción humana en ver obrar a Dios.

Gratitud a pesar de las pruebas

Sigo en línea a una colega escritora que escribe sobre su travesía con el cáncer, y oro por ella. Sus publicaciones alternan entre actualizaciones sobre sus desafíos físicos y pedidos de oración y pasajes de la Biblia y alabanzas a Dios. Es hermoso ver su sonrisa valiente, ya sea esperando los tratamientos en el hospital o en su casa, con un pañuelo en la cabeza porque se le cae el cabello. Ante cada desafío, nunca deja de instar a otros a confiar en Dios durante las pruebas.

Transformación del carácter

La familia estaba reunida alrededor de Dominique Bouhours, un lingüista del siglo xvii, que estaba muriendo. Ya casi sin respirar, dijo: «Estoy por —o voy a— morir; ambas expresiones son correctas». ¿A quién le importaría la gramática en su lecho de muerte? Solo alguien que se hubiera ocupado de ella toda la vida.

Agentes de paz

En 2015, ministerios locales de Colorado Springs, en Estados Unidos, se unieron para servir en la ciudad, y así nació COSILoveYou. Cada otoño, en un evento llamado CityServe, se envían creyentes para ayudar en la comunidad.

Tomar decisiones sabias

La decisión de vender la casa de mi amada madre cuando falleció pesaba en mi corazón. A pesar de lo que sentía, mi hermana y yo pasamos dos años limpiando y reparando la casa vacía, y aceptamos venderla. Eso fue en 2008, cuando una recesión global nos dejó sin compradores. Seguíamos bajando el precio, pero nadie la quería. Entonces, una mañana, mientras leía mi Biblia, este pasaje me llamó la atención: «Sin bueyes el granero está vacío; mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan» (Proverbios 14:4).

La cita

El 22 de noviembre de 1963, el presidente estadounidense John F. Kennedy, el filósofo y escritor Aldous Huxley y el apologista cristiano C. S. Lewis murieron. Tres hombres famosos con cosmovisiones radicalmente diferentes. Huxley, agnóstico, incursionaba en el misticismo oriental. Kennedy, aunque era católico romano, defendía una filosofía humanista. Y Lewis, exateo, como anglicano se volvió un declarado creyente en Jesús. La muerte no hace acepción de personas, y estos tres enfrentaron una cita con ella el mismo día.

Habla a otros de Jesús

Pablo había ido al templo para la ceremonia judía de purificación (Hechos 21:26), pero algunos agitadores que creían que estaba enseñando contra la ley buscaban matarlo (v. 31). Los soldados romanos aparecieron de inmediato y lo arrestaron, lo ataron y lo llevaron a la zona del templo, mientras la multitud gritaba: «¡Muera!» (v. 36).

Apoyo fuerte en Cristo

Un corredor en la Maratón de Londres experimentó por qué es vital no correr una carrera larga solo. Después de una rigurosa preparación, quería terminar fuerte, pero, mientras se tambaleaba para llegar a la meta, se sentía exhausto y al borde de colapsar. Antes de que se cayera, dos compañeros maratonistas lo tomaron de los brazos, uno de cada lado, y ayudaron al agotado corredor a terminar el recorrido.

La obediencia es una elección

Los inviernos en los Países Bajos raras veces traen mucha nieve, pero puede volverse lo suficientemente frío como para congelar los canales. Cuando mi esposo, Tom, crecía allí, sus padres tenían una regla familiar: «No pisen el hielo hasta que esté lo suficientemente grueso como para sostener el peso de un caballo». Como los caballos dejaban muestras de haber estado por allí, Tom y sus amigos decidieron tomar un poco de excremento del camino y arrojarlo arriba del hielo delgado, y luego aventurarse sobre la superficie. No sufrieron ningún daño ni se descubrió lo que habían hecho, pero sabían en su interior que habían desobedecido.

Condición espiritual

Tomás es habitué del gimnasio, y es evidente. Tiene hombros anchos, músculos voluminosos y brazos casi del tamaño de mis muslos. Su estado físico me llevó a entablar una conversación espiritual con él. Le pregunté si su estado físico reflejaba de algún modo una relación saludable con Dios. Aunque no profundizó mucho, reconoció que tenía «a Dios en su vida». Hablamos lo suficiente como para que me mostrara una foto de él con unos 180 kilos de peso, fuera de forma y mala salud. Un cambio en su estilo de vida había obrado maravillas físicamente.