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Articles by Holtz Adam

«Ayuda mi incredulidad»

«¿Dónde está mi fe?… incluso en el fondo, no hay nada sino vacío y oscuridad […]. Si Dios existe, por favor, perdóname».

Tranquila fidelidad en Cristo

Al principio no lo noté.

Apetito de distracción

Dejé mi teléfono a un lado, cansado del bombardeo de imágenes y notificaciones. Después, lo levanté y volví a encenderlo. ¿Por qué?

Sin recuerdo de los pecados

Nunca vi el hielo. Pero lo sentí. La parte trasera de la camioneta que estaba conduciendo —de mi abuelo— derrapó. Un giro, dos, tres… y volé hacia un terraplén de 4,5 metros. Recuerdo haber pensado: Esto sería maravilloso si no estuviera por morirme. Al instante, la camioneta rodó por la profunda ladera hasta el fondo. Salí como pude de la cabina, sin un rasguño.

Más que embajadores de marcas

La competición en la era de internet se ha vuelto feroz. Las empresas no dejan de desarrollar formas creativas para atraer clientes. Toma por ejemplo los vehículos Subaru. Por la famosa lealtad de los dueños de Subarus, la compañía invita a los «superfanáticos subis» a convertirse en «embajadores de la marca». Dice: «Los embajadores Subaru son un grupo exclusivo de individuos enérgicos que ofrecen su pasión y entusiasmo para hablar a otros de Subaru». La empresa quiere volverse parte de la identidad de las personas, de modo que estas no puedan evitar compartir su pasión.

«Llevar disimuladamente» el pecado

Winston sabe que no tiene que masticarlos. Entonces, adoptó una astuta estrategia. Nosotros la llamamos llevar disimuladamente. Si Winston ve un zapato abandonado y desprotegido, se mueve con indiferencia en esa dirección, lo toma y sigue caminando como si nada. Disimuladamente. Y si nadie lo nota, sale por la puerta. «Oye, mamá, Winston acaba de llevar disimuladamente tu zapato».

El evangelio en lugares inesperados

Hace poco, me encontraba en un lugar que había visto en películas y televisión innumerable cantidad de veces: Hollywood, California. Allí, en las laderas de Los Ángeles, esas enormes letras blancas se extendían con orgullo mientras las veía desde la ventana de mi hotel.

¿Cómo conduzco?

«¡AAAH!», grité mientras el camión se cruzó delante de mí.

Regando la maleza

La última primavera, las malezas atacaron nuestro jardín trasero como si hubiesen salido de Parque jurásico. Una creció tanto que, cuando traté que arrancarla, temí lastimarme. Antes de encontrar una pala para sacarla, noté que mi hija la estaba regando. «¿Por qué riegas la maleza?», exclamé. «¡Quiero ver cuánto crece!», respondió con una pícara sonrisa. La maleza no es algo que nutrimos intencionalmente; pero cuando lo pensé, me di cuenta de que a veces, regamos las «malezas» de nuestra vida espiritual, alimentando deseos que ahogan nuestro crecimiento.

La reinvención de la gracia

En las últimas décadas, una palabra nueva se ha incorporado al lenguaje cinematográfico: reinvención. Se toma una historia vieja y se relanza. Algunas son de cuentos conocidos, mientras que otras toman historias no tan familiares y las vuelven a relatar de una forma novedosa. Pero, en cada caso, una reinvención es una especie de segunda oportunidad. Un nuevo comienzo, una chance de poner vida nueva a lo antiguo.