La obediencia es una elección
Los inviernos en los Países Bajos raras veces traen mucha nieve, pero puede volverse lo suficientemente frío como para congelar los canales. Cuando mi esposo, Tom, crecía allí, sus padres tenían una regla familiar: «No pisen el hielo hasta que esté lo suficientemente grueso como para sostener el peso de un caballo». Como los caballos dejaban muestras de haber estado por allí, Tom y sus amigos decidieron tomar un poco de excremento del camino y arrojarlo arriba del hielo delgado, y luego aventurarse sobre la superficie. No sufrieron ningún daño ni se descubrió lo que habían hecho, pero sabían en su interior que habían desobedecido.
Reflejar el carácter de Cristo
Dos rostros se destacaban ante la mesa: uno, retorcido de enojo y amargura; y el otro, retorcido de tristeza. Un encuentro de viejas amigas había terminado en gritos, mientras una mujer sermoneaba a otra por sus creencias. La disputa siguió hasta que la primera salió atropelladamente del restaurante, dejando a la otra humillada y temblando.
Esperando a Jesús
Mi amigo Pablo estaba esperando que llegara un técnico para reparar su refrigeradora, cuando vio un mensaje de la compañía de electrodomésticos en su teléfono. Decía: «Jesús está en camino y se espera que llegue aproximadamente a las 11:35». Poco después, Pablo se enteró de que el nombre del técnico era realmente Jesús.
Lavar los pies… y los platos
Cuando cumplieron 50 años de casados, Charley y Jan desayunaron en un café con su hijo Jon. Ese día, el restaurante tenía poco personal: solo un encargado, la cocinera y una joven que hacía de recepcionista, camarera y limpiando las mesas. Cuando terminaron de desayunar, Charley les preguntó a su esposa e hijo: «¿Tienen algo importante que hacer en las próximas horas?». Contestaron que no.
La luz de Dios y las sombras
Cuando a Eliana le diagnosticaron un cáncer avanzado, ella y su esposo, Carlos, supieron que no pasaría demasiado tiempo hasta que fuera a estar con Jesús. Ambos atesoraban la promesa del Salmo 23 de que Dios estaría con ellos mientras atravesaban el valle más profundo y difícil de sus 54 años juntos. Se apoyaron en la esperanza de que Eliana estaba lista para encontrarse con Jesús, ya que había puesto su fe en Él décadas antes.
No desmayes
No recuerdo un tiempo en que mi mamá Dorothy tuviera buena salud. Diabética durante años, el azúcar en su sangre era descontroladamente errática. Tuvo complicaciones y sus riñones afectados necesitaron diálisis permanente. Una neuropatía y huesos fracturados requirieron el uso de una silla de ruedas. Su vista comenzó a reducirse.
Promesa cumplida
Cuando era niña, todos los veranos viajábamos unos 320 kilómetros para disfrutar una semana con mis abuelos. Mucho después, tomé conciencia de cuánta sabiduría obtuve de esas dos personas que amaba. Sus experiencias de vida y su andar con Dios les habían dado perspectivas que mi mente infantil no podía siquiera imaginar. Conversar con ellos sobre la fidelidad de Dios me aseguró que Él es confiable y que cumple todas sus promesas.
Un lugar para el silencio
Si te gusta la tranquilidad, hay un lugar en Minnesota, Estados Unidos, que te encantará. ¡Absorbe el 99,99 % del sonido! La mundialmente famosa cámara anecoica (sin eco) de los Laboratorios Orfield ha sido llamada «el lugar más silencioso de la tierra». Se requiere que las personas que desean experimentar ese espacio sin sonido se sienten para evitar desorientarse por la falta de ruido, y nadie ha podido pasar más de 45 minutos adentro.
Todo para Jesús
Cuando Jeff tenía catorce años, su mamá lo llevó a ver a un cantante famoso. B. J. Thomas había quedado atrapado en un estilo de vida autodestructivo durante las giras musicales, pero cuando conoció Jesús, su vida cambió radicalmente.
Hacer o no hacer
Cuando yo era niña, colocaron en exhibición en un parque cerca de mi casa un tanque fuera de servicio de la Segunda Guerra Mundial. Varios carteles advertían del peligro de subirse al vehículo, pero dos de mis amigos se treparon de inmediato. Algunos titubeamos un poco, pero finalmente hicimos lo mismo. Un chico no quiso, y señaló los carteles. Otro se bajó de un salto cuando un adulto se acercó. La tentación a divertirnos superó nuestro deseo de cumplir las reglas.