De la sabiduría al gozo
El teléfono sonó y lo atendí sin demora. Era el miembro más antiguo de nuestra familia de la iglesia, una mujer enérgica y trabajadora que tenía casi cien años. Como estaba dándole los toques finales a su último libro, me hizo algunas preguntas sobre redacción. Sin embargo, al rato empecé a hacerle a ella preguntas sobre la vida, el trabajo, el amor y la familia. Siempre disfruto de sus historias y consejos maravillosos, todos sazonados con gozo verdadero.
Como una sinfonía
Sorprendí a mi esposa con boletos para ir a ver a un cantante que siempre había querido escuchar en vivo, acompañado por una orquesta sinfónica. La orquesta tocó varias canciones clásicas y algunas tonadas folclóricas. La última pieza fue una versión renovada del himno «Sublime gracia». ¡El arreglo bello y armonioso nos dejó sin aliento!
Hotel Corona
Al Hotel Dan en Jerusalén se lo conoció con otro nombre en 2020: el «Hotel Corona». El gobierno dedicó el lugar a pacientes que se estaban recuperando de COVID-19, y se transformó en un sitio de alegría y unidad durante un tiempo difícil. En un país lleno de tensiones políticas y religiosas, la crisis compartida creó un espacio donde podían aprender a verse unos a otros como seres humanos primero… e incluso hacerse amigos.
Envíame a mí
Cuando el sueco Eric Lund sintió el llamado de Dios a ir a España como misionero, obedeció de inmediato. Aunque no vio mucho éxito en lo que hacía, perseveró. Un día, conoció al filipino Braulio Manikan y le predicó el evangelio. Juntos, Lund y Manikan tradujeron la Biblia a un idioma local de Filipinas, y más adelante, inauguraron la primera estación misionera bautista en ese país. Muchos acudirían a Jesús gracias a que Lund, al igual que el profeta Isaías, respondió al llamado de Dios.
Completo en Cristo
En una película, un agente deportivo impulsado por el éxito, cuyo matrimonio comienza a derrumbarse, intenta recuperar el amor de su esposa. La mira a los ojos y le dice: «Me completas». Es un mensaje conmovedor que hace eco de un relato de la filosofía griega, según el cual cada uno de nosotros es una «mitad» que debe encontrar a su «otra mitad».
Descansar seguro en Dios
Cuando cada uno de mis hijos iba entrando en la adolescencia, le escribía una carta. En una, hablé de la identidad de Cristo, recordando que cuando yo era adolescente, me sentía insegura de mí misma y me faltaba confianza. Tuve que aprender que era la amada de Dios… su hija. En la carta, escribí: «Saber quién eres se reduce a saber de quién eres». Porque cuando entendemos que Dios nos creó, a medida que nos transforma para parecernos cada día más a Él, podemos tener paz con la persona que quiso que fuéramos.
Ayuda del Espíritu Santo
Aunque mis compañeros y yo solíamos faltar a una que otra clase en la universidad, nadie faltaba a la del profesor Cris la semana antes de los exámenes de fin de año. Allí, siempre daba pistas importantísimas sobre las preguntas que aparecerían en el examen.
Hombre de oración
Mi familia recuerda a mi abuelo Dierking como un hombre de fe y oración sólidas. Sin embargo, no siempre fue así. Mi tía recuerda la primera vez que su padre le anunció a la familia: «Vamos a empezar a dar gracias a Dios antes de comer». Su primera oración no fue para nada elocuente, pero el abuelo continuó con esa práctica durante los siguientes 50 años; y a menudo, oraba a lo largo del día. Cuando murió, mi esposo le regaló a mi abuela una «planta de la oración» en honor al abuelo. Su decisión de seguir a Dios y hablar con Él cada día lo transformó en un siervo fiel de Cristo.
Manos vacías
Roberto se sintió avergonzado cuando llegó a una reunión con desayuno y se dio cuenta de que se había olvidado la billetera. Le molestó tanto que consideró si debía comer algo o simplemente pedir algo para beber. Después de que su amigo lo convenció, pudo relajarse. Ambos disfrutaron de los bocadillos, y su amigo pagó con gusto la cuenta.
La gran historia de la Biblia
Cuando Carlos abrió la caja de piezas de vitral, en lugar de encontrar los fragmentos que había pedido, descubrió ventanas enteras e intactas. Habían sido quitadas de una iglesia para protegerlas de los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Carlos se maravilló al ver cómo los «fragmentos» formaban una hermosa imagen.