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Dios nos busca

Durante años, Evan luchó con una adicción que le impedía acercarse a Dios. ¿Cómo puedo ser digno de su amor?, se preguntaba. Por eso, aunque seguía asistiendo a la iglesia, sentía que un abismo infranqueable lo mantenía separado de Dios.

Pescar amigos

Patri pasó la tarde a la orilla de un río, usando su caña de pescar para arrojar cebo en el agua. Como hacía poco que se había mudado a esa zona, no esperaba atrapar peces; solo buscaba amigos nuevos. Su anzuelo no tenía ningún señuelo tradicional, sino que usaba su caña para lanzar paquetes de galletas a personas que pasaban flotando en balsas durante un caluroso día de verano. Esta era su manera creativa de conocer a vecinos nuevos, ¡todos los cuales parecían disfrutar de los dulces regalos!

Jesús, nuestra paz

Julia gimió al ver la publicación de Susi en las redes. La foto mostraba a diez amigos de la iglesia, sonriendo alrededor de una mesa en un restaurante. Por segunda vez en el mes, se estaban divirtiendo… sin ella. Se secó las lágrimas. ¡Qué extraño asistir a la iglesia con personas que no la incluían!

Atención en Cristo

La Sra. Charlene, madre de mi amigo Dwayne, tiene 94 años, mide menos de 1,50 metros y pesa poco más de 45 kilos. Pero esto no la detiene de hacer lo que puede para cuidar a su hijo, cuya salud física le impide cuidarse solo. Cuando uno visita su casa de dos plantas, ella baja lentamente los 16 escalones para saludar a sus invitados, tal como lo hace para asistir al hijo a quien ama.

Nunca irrelevante a los ojos de Dios

Cada año, los equipos de fútbol profesional eligen a jugadores nuevos. Los entrenadores pasan miles de horas evaluando el talento y el estado físico de los candidatos. En 2022, Brock Purdy fue el último de los seleccionados, y etiquetado «Sr. Irrelevante», sobrenombre que se da al que ocupa ese lugar. Nadie esperaba que jugara ningún partido esa temporada, pero pocos meses después, Purdy llevó a su equipo a ganar dos finales. Sin duda, los gerentes de ese equipo no hacen un buen trabajo en identificar potenciales. Y nosotros tampoco.

Una vida cultivada en Cristo

Cuando construimos nuestra casa, fue en un lote vacío y bastante fangoso. Necesitábamos césped, árboles y arbustos para combinar con las estribaciones de Oregón circundantes. Cuando saqué mis herramientas de jardín y empecé a trabajar, pensé en el primer huerto que aguardaba a los humanos: «toda planta del campo antes que fuese en la tierra, […] ni había hombre para que labrase la tierra» (Génesis 2:5).

Fijar nuestros ojos en Cristo

Los ojos de Julia miraban fijo el auto junto a ella. Tenía que cambiar de carril para salir de la autopista, pero cada vez que trataba de hacerlo, el otro conductor parecía acelerar. Por fin, pudo cruzar adelante. Engreída por haber triunfado, miró con una sonrisita por el espejo retrovisor. En ese momento, se dio cuenta de que había pasado de largo la salida. Arrepentida, contó: «Estaba tan enfocada en vencerlo que me pasé la salida».

Lugar espacioso de Dios

Cuando al teólogo Todd Billings le diagnosticaron un cáncer incurable, describió su mortalidad inminente como luces en habitaciones distantes que titilaban o se apagaban. «Como padre de niños de uno y tres años, tendía a pensar en las siguientes décadas como una extensión amplia, suponiendo que vería a Neti y Nathaniel crecer y madurar […]. Pero al recibir el diagnóstico […], se está produciendo una reducción».

Humilde pero amado por Dios

Un día, en la iglesia, saludé a una familia nueva. Me arrodillé junto a la silla de ruedas de su hijita, le presenté mi perra de servicio, Callie, y le elogié sus bonitas gafas rosa y sus botas. Aunque no podía hablar, su sonrisa me dijo que disfrutaba de nuestra conversación. Otra niña se acercó, evitando mirar a mi nueva amiga, y susurró: «Dile que me gusta su vestido»; a lo que respondí: «Díselo tú. Es amable, igual que tú». Le expliqué cuán fácil era hablar con nuestra nueva amiga aunque se comunicara de manera diferente, y cómo mirarla y sonreírle la haría sentir aceptada y amada.

Paradoja visual de Cristo

Uno de los himnos más hermosos en español, La cruz sangrienta al contemplar, contiene en su primera estrofa el recurso poético de la paradoja, para mostrar un contraste de temas: «riquezas quiero despreciar» y «a la soberbia tengo horror». A esto se lo llama oxímoron: palabras usadas en aparente contradicción; como «buen perdedor» y «realidad virtual». En el caso de este himno, este recurso es muchísimo más profundo.