Ama como mamá
Juanita le contaba a su sobrino sobre su infancia durante la Gran Depresión. Su familia era pobre, y solo tenían para comer manzanas y algún animal que su padre cazara. Cuando traía una ardilla, su mamá decía: «Dame la cabeza. Es lo único que quiero comer. Tiene la mejor carne». Años después, Juanita se enteró de que la cabeza de la ardilla no tiene nada de carne. Su mamá no la comía; solo simulaba que era una exquisitez «para que nosotros pudiéramos tener más para comer».
Él conoce
Lea estaba por empezar a trabajar de enfermera en Taiwán. Allí podría sustentar mejor a su familia que en Manila, donde las oportunidades de trabajo eran limitadas. La noche antes de partir, le dio instrucciones a su hermana que cuidaría a su hija de cinco años: «Tomará las vitaminas solo si le das una cucharada de mantequilla de maní. Y recuerda que es tímida. Con el tiempo, jugará con sus primos. Y le tiene miedo a la oscuridad…».
Padre nuestro
Casi todas las mañanas recito la oración del Señor; no valgo de mucho en el nuevo día hasta que no me baso en ella. Hace poco, solo había dicho las dos primeras palabras —«Padre nuestro»— cuando el teléfono sonó. Me sorprendió porque eran las 5:43 de la mañana. ¿Quién sería? La pantalla del celular decía: «Papá». Antes de que pudiera contestar, la llamada se cortó. Supuse que mi papá me había llamado por error; y así fue. ¿Mera coincidencia? Tal vez, pero estoy convencido de que vivimos en un mundo inundado de la misericordia de Dios. Ese preciso día, necesitaba la seguridad de la presencia de nuestro Padre.
Un corazón para servir
Un ministerio en Carlsbad, Nuevo México, apoya a su comunidad donando más de 10.000 kilos de comida por mes a los residentes. El líder del ministerio dijo: «Las personas pueden venir, y las recibiremos y las encontraremos donde estén. Nuestra meta es […] suplir sus necesidades prácticas para llegar a sus necesidades espirituales». Como creyentes en Cristo, Dios desea que usemos lo que se nos ha dado para bendecir a otros y para atraerlos a Él.
Anhelo de hogar
Ana, el personaje principal de las historias de Ana la de Tejas Verdes, anhelaba una familia. Al ser huérfana, había perdido toda esperanza de encontrar un lugar al cual llamar hogar. Pero luego, se enteró de que un hombre mayor llamado Mateo y su hermana Marilla la recibirían. Camino a casa, Ana se disculpó por hablar tanto, pero Mateo, que era callado, dijo: «Puedes hablar todo lo que quieras. No me molesta». Eso fue música para sus oídos. Sentía que nadie quería tenerla cerca, y mucho menos escucharla. Al llegar, sus esperanzas se truncaron cuando supo que la hermana había supuesto que tendrían a un muchacho para ayudar con la granja. Temía que la devolvieran, pero su anhelo de un hogar se plasmó cuando la hicieron parte de la familia.
Padre de mentiras
Víctor se volvió lentamente adicto a la pornografía. Muchos de sus amigos lo hacían, y él cayó en lo mismo también. Pero ahora entiende lo malo que era —había pecado contra Dios—, y eso destrozó a su esposa. Prometió no volver a hacerlo, pero teme que sea demasiado tarde. ¿Podrá salvarse su matrimonio? ¿Se sentirá libre y totalmente perdonado alguna vez?
Sea la luz
Cuando mi hija era pequeñita, solía decirle el nombre de las cosas que encontraba. Identificaba los objetos o le dejaba tocar algo desconocido y le decía la palabra para que entendiera el vasto mundo que estaba explorando, y adquiriera vocabulario. Aunque mi esposo y yo esperábamos (o ansiábamos) que su primera palabra fuera Mamá o Papá, nos sorprendió con otra totalmente diferente: un día, su pequeña boca susurró duz; un eco dulce y mal pronunciado de la palabra luz, que yo le había dicho poco antes.
Siervos en la noche
Son las tres de la mañana en un hospital de cuidados intensivos. Un paciente presiona por cuarta vez en una hora el botón de llamada. La enfermera del turno noche responde sin quejarse. Poco después, otro paciente grita para que lo atiendan. Ella no se sorprende. Había pedido ese turno hacía cinco años para evitar el frenesí diurno del hospital. Luego, la realidad de la noche la golpeó: a menudo, implicaba tareas adicionales, como levantar o girar a pacientes ella sola, y monitorearlos en caso de urgencias.
Diagnóstico espiritual
La quimioterapia redujo el tumor de mi suegro, hasta que dejó de hacerlo. Cuando volvió a crecer, él se enfrentó con una decisión de vida o muerte. Le preguntó a su médico: «¿Debo seguir con la quimio o probar otra cosa?».
Crecer en la fe
Cuando empecé con la jardinería, me levantaba temprano y corría a mi huerta para ver si había brotado algo. Nada… Después de investigar en internet sobre «crecimiento rápido de huertas», supe que la etapa de desarrollo de la semilla es lo más importante para la duración de la planta. Al saber que ese proceso no podía acelerarse, empecé a apreciar la fortaleza de las pequeñas semillas que luchaban para abrirse paso hacia el sol y su resiliencia ante los cambios de clima. Semanas después, di la bienvenida a los verdes brotes.