El libro tras la historia
Millones de personas vieron la película Lo que el viento se llevó, que se estrenó en 1939. Ganó diez premios Oscar y sigue siendo uno de los filmes de más éxito comercial. Se basó en la novela de Margaret Mitchell, de la que se vendieron un millón de ejemplares en seis meses, recibió el premio Pulitzer y se tradujo a más de 40 idiomas. Una película épica suele tener como fuente un libro poderoso e inolvidable.
Dar todo
Durante su único discurso inaugural como presidente de los Estados Unidos de América, John F. Kennedy desafió así a su pueblo: «No pregunten qué puede hacer su país por ustedes, sino qué pueden hacer ustedes por su país». Fue un llamado renovado a los ciudadanos a dedicar sus vidas para servir a los demás y sacrificarse por ellos. Sus palabras inspiraron de manera especial a los hijos de aquellos hombres y mujeres que habían servido a su país en las guerras.
La esperanza vive
Cuando una tragedia destroza la vida de una persona, esta busca respuestas. Hace poco, una madre que perdió a un hijo adolescente me dijo: «No lo entiendo. No sé si puedo seguir creyendo. Lo intento, pero Dios ya no tiene sentido para mí. ¿Por qué pasó todo esto?». No hay respuestas fáciles para semejantes preguntas. Sin embargo, para los que confían en Cristo, hay esperanza.
¡Ahora, ve!
En 1986, más de 10.000 evangelistas y líderes cristianos se reunieron en Amsterdam para escuchar al predicador Billy Graham. Yo estaba allí y escuché mientras él narraba algunas de sus experiencias. En un momento, para sorpresa mía, dijo: «Permítanme decirles que, cada vez que tengo que predicar, ¡estoy nervioso y me tiemblan las rodillas!».
Final feliz
Un amigo me contó que, una vez, estaba viendo fútbol por televisión mientras su hijita jugaba cerca de él. Enojado porque su equipo jugaba mal, tomó lo que tenía más a mano y lo tiró al piso. El juguete favorito de su hija se hizo añicos, y el corazón de ella también. De inmediato, la abrazó y le pidió perdón. Le dio otro juguete y pensó que estaba todo bien. Sin embargo, no tenía idea de cuánto había asustado a la pequeña de cuatro años, y ella tampoco percibió cuánto le dolió. Con el tiempo, el perdón llegó.
Enfrentar lo imposible
En 2008, los precios de los inmuebles caían en el Reino Unido. No obstante, dos semanas después de que mi esposo y yo pusiéramos en venta la casa donde habíamos vivido 40 años, un comprador ofreció un buen precio y aceptamos. Entonces, los constructores empezaron a trabajar en la casa que yo había heredado, la cual sería nuestro nuevo hogar. Pero, unos días antes de concretar la venta, el comprador se echó atrás. Quedamos devastados. Ahora teníamos dos propiedades: una cuyo valor caía; la otra, casi en ruinas, y a la que no podíamos vender ni mudarnos. Hasta que encontráramos un nuevo comprador, no podíamos pagarle al constructor. Fue una situación imposible.
Un padre que corre
Todos los días, un padre estiraba su cuello para mirar a lo lejos, esperando que su hijo volviera, pero todas las noches se iba a la cama decepcionado. Sin embargo, un día, apareció un puntito: una silueta solitaria se recortaba en el cielo rojizo. ¿Será mi hijo?, se preguntó. Luego, distinguió el andar conocido. ¡Sí, es él!
El mundo de Dios
Sabía que a mi hijo le encantaría que le regalara un mapamundi para su cumpleaños. Después de hacer algunas compras, encontré un colorido mapa de los continentes, con ilustraciones en cada región. Una mariposa alas de pájaro cubría Papúa, en Nueva Guinea; cascadas de montañas recorrían Chile; un diamante adornaba Sudáfrica. Me encantó, pero dudé sobre la etiqueta al pie del mapa: Nuestro mundo.
Más veloz que el guepardo
El majestuoso guepardo africano es conocido por alcanzar una velocidad de 112 kph en distancias cortas, pero no es bueno para trechos largos. Una noticia reveló que cuatro miembros de una aldea del noroeste de Kenia superaron a dos guepardos en una carrera de unos 6,5 kilómetros.
Somos una comunidad
A la esposa de un pastor le diagnosticaron Parkinson. Eso generó en la familia una situación estresante. El pastor se preguntaba cómo iba a cuidarla en medio de todas sus responsabilidades en la iglesia. Pero no hacía falta preocuparse, porque los miembros de la congregación ofrecieron ayudarlo con las comidas y parte de la atención que ella necesitaba.