Seguramente te has sentido estresado por motivos personales o profesionales, y has enfrentado el estrés. Pero, en este momento de pandemia que estamos experimentando en la actualidad, ¿cómo lidiar con el estrés (que es una reacción esperada), el miedo y la inseguridad? Con todas la información que recibimos día a día parece un esfuerzo agobiante, como alguien que intenta nadar para llegar a la costa, sin resultados. Mantenernos con la cabeza “fuera del agua”, nos hace parecer vulnerables a cualquier “ola” que aparece.
Experimentamos estos momentos aplastantes cuando creemos que nuestra vida está fuera de control por el estrés. Sea por una enfermedad que está al acecho, sea porque las provisiones son limitadas y quién sabe lo que pueda traernos el mañana, desarrollar habilidades de supervivencia se vuelve crucial para todos los que sienten agonía emocional. Establecer momentos de descanso y hábitos que traigan sosiego son fuentes preciosas de paz interior.
¿Cómo enfrentar los problemas y las circunstancias que están más allá de nuestro control?

LIBÉRATE DE LA CARGA INNECESARIA

Si queremos encarar nuestros propios “vendavales” personales, tenemos que librarnos de las cargas innecesarias. Claro, a veces es necesario una tempestad para que las abandonemos. La tempestad puede convertirse en nuestra oportunidad para cambiar.

Cuando el mal tiempo disminuye, podemos volver al mismo estilo de vida tan sobrecargado. Pero esto podría preparar el escenario para un temporal aun más grande. Si quieres sobrevivir también al “huracán” personal, analiza la carga extra y líbrate de ella antes que ella te haga hundir.

OCÚPATE DE LAS COSAS QUE REALMENTE IMPORTAN

Cuando luchas contra una tempestad, debes ocuparte de las cosas que realmente importan, y esas “cosas” generalmente suelen ser personas.

La mayoría de las veces es necesario una tempestad para restaurar nuestros valores.

ENTRÉGALE TU DESESPERACIÓN A DIOS

Nuestra fe tiende a volverse fría, pasiva y sin conflictos – hasta que una crisis nos estremece. Entonces caemos de rodillas, y Dios se vuelve algo más que una simple persona dispuesta a “ayudar”; Él se revela como nuestra única esperanza y comenzamos a buscarle desesperadamente.

Cuando nuestra base desaparece, entonces es muy fácil desesperarse. Muchas veces, nuestro pánico nos lleva a buscar una barca en medio del mar, en vez de buscar al Señor. Mis “barcos salvavidas” suelen producir más confusión que otra cosa. Una tempestad puede llenarnos de miedo o puede llevarnos a la oración ferviente. Es solo entonces, cuando desaparecen nuestros puntos de referencia, como las estrellas para los marineros, que aprendemos el verdadero valor de la oración.

En algunas ocasiones de tu vida con Dios, Él retirará todos los otros recursos de los que dependes, para quedar solamente Él. Así descubrirás lo que ha sido dicho en estas sabias palabras: “Nunca sabrás que Jesús es todo lo que necesitas hasta que sea lo único que tienes”. Así descubrimos la paz, no importa cuanto tiempo dure la tempestad.

VUELVE A TENER UNA RUTINA SALUDABLE

“[…] Pablo exhortaba a todos que comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis y permanecéis en ayunas, sin comer nada. Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud […] (Hechos 27:33-34). Pablo recomendó aquí una cuarta habilidad de supervivencia en la tempestad: volver a tener una rutina saludable. Cuando fuertes disturbios golpean nuestro “barco”, nuestras rutinas diarias son, generalmente, las primeras cosas que lanzamos al mar. En realidad, cuanto mayor es la presión, tanto más importante es vigilar la fuente de nuestras fuerzas. Más que nunca debemos luchar por aquél tiempo de calidad con nuestro Señor, con nuestros familiares y con nuestros hijos. Esa rutina saludable es lo que nos mantiene fuertes, tanto en los días de sol como en los días de tempestad.

Es durante la tempestad que somos lanzados de vuelta al equilibrio. Aprendemos a no lanzar fuera esa maravillosa paz cuando nuestro “barco” gira, fuera de control. Mejor es deshacernos de la carga que no necesitamos, preocuparnos con las cosas que realmente importan, buscar ansiosamente a Dios y volver a una rutina saludable. Dios proveyó esa estrategia positiva para resistir a las tempestades del estrés.

Siglos antes, el antiguo profeta judío, Nahúm, resumió esta idea en una simple frase: “[El Señor] marcha en la tempestad y el torbellino […] (Nahúm 1:3). Nuestros planes pueden ser interrumpidos por tempestades, peros los planes de Dios nunca. A decir verdad, la tempestad hace parte de Su plan. Si no abandonamos el barco, los vientos de Dios nos lanzarán justamente en el lugar a que pertenecemos, no importa cuán desorientados nos sintamos.

LA PAZ ES BASICAMENTE UNA PERSONA.

“Porque él (Jesús) es nuestra paz” (Efesios 2:14).

Fuimos hechos para vivir para el Dios que nos creó, todo el resto estaba de lugar hasta que lo encontramos. Y Él solo puede ser encontrado en la cruz, donde Su hijo pagó la deuda por nuestra rebelión contra Dios. Si rechazamos a Dios o simplemente lo desatendemos, el resultado es el mismo: una vida que Él creó y por la cual pagó, vivida sin Él. Cuando nosotros lo invitamos, Él entra en nuestra vida trayendo de Su paz.

La búsqueda de paz es la búsqueda de una Persona. Este momento extremo es la oportunidad de Jesús para actuar. Por más extraño que pueda parecernos, puedes estar más cerca de la paz de lo que jamás has estado. La paz es una persona y la paz enraizada en él puede resistir con victoria a cualquier prueba.

** Recuerda: La paz interior es la condición natural del corazón en que Jesús vive. Si mi estrés; dadas las circunstancias actuales, con la incertidumbre por el futuro y el miedo de lo que un virus puede causar, me ayuda a desear la paz de Jesús, entonces Él me traerá de vuelta a casa. La tormenta puede llevarnos al puerto que buscamos toda la vida.

Yo encontré esa paz en una promesa de la Biblia que ha sido probada por creyentes durante dos milenios.

Poco antes de la promesa, el autor enumeró todos los grandes disturbios de la experiencia humana: aflicciones o calamidades, persecuciones o hambre, miseria, peligro o amenazas de muerte (Romanos 8:35,36). Entonces, teniendo en mente ese catálogo de tempestades de la vida, exclamó, diciendo: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” (Romanos 8:37).

Jesús es la única fuente de paz, y podemos experimentar “…la paz de Dios, que excede todo pensamiento…”(Filipenses 4:7). Muchas veces los problemas se presentan como pruebas que tientan, pero no necesariamente tienen que robar nuestra paz. Al contrario, pueden confirmarla. Dios habla por medio de este remolino, para decir: “¡Mi paz es más fuerte de lo que piensas!”.

Si podemos ser “más que vencedores” en el caos de la vida, ¿Por qué nos conformaríamos tan solo con tratar con los sentimientos que generan estrés? La diferencia entre luchar y vencer parece estar en estas cuatro pequeñas palabras: “por medio de aquél”. Sin ellas, sería solo otra forma inspiradora de decir: “Piensa de forma positiva”. La verdadera paz no es el resultado de una manera positiva de pensar; y sí lo es la persona de Jesús”.
No permitas que el caos de alrededor te influencie al punto de traerte miedo e inseguridad. La Palabra de Dios, nuestro faro, nos garantiza que Jesús está siempre a nuestro lado, en todos los momentos, buenos o malos.