La morada de Dios
James Oglethorpe (1696-1785), general británico y miembro del Parlamento, tenía sumo interés en establecer el estado de Georgia, en los Estados Unidos, y la visión de fundar una gran ciudad: Savannah. Planificó una serie de manzanas, con espacio verde y zonas para iglesias y tiendas, y el resto para viviendas. Esa visión se refleja en la organización y belleza de lo que hoy se considera una joya del sur norteamericano.
Pimientos picantes
«Mi madre nos daba pimientos picantes antes de acostarnos —dijo Samuel, recordando su niñez difícil en África—. Luego, bebíamos agua para refrescarnos la boca y sentirnos satisfechos». Pero agregó: «No funcionaba».
Grandes obras de la literatura
Hace poco, leí un artículo sobre qué es una gran obra de la literatura, que decía: «Te cambia. Cuando terminas de leer, eres una persona diferente».
El pan que satisface
Memoricé el Padrenuestro cuando iba a la escuela primaria. Cada vez que decía la frase «el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy» (Mateo 6:11), no podía evitar pensar en el pan que pocas veces teníamos en mi casa. Solo cuando mi padre volvía de viajar a la ciudad, había pan. Por eso, orar a Dios por pan para todos los días era muy importante para mí.
Tiempo para crecer
En su casa nueva, Débora encontró una planta abandonada en un rincón oscuro de la cocina. Las hojas arrugadas y polvorientas parecían de una orquídea enmohecida, y se imaginó lo hermosa que luciría la planta cuando brotara de nuevo. Movió la maceta a un lugar cerca de la ventana, le cortó las hojas y la regó. Compró fertilizante y lo puso en las raíces. Durante semanas, inspeccionó la planta, pero los brotes no aparecían. «Le daré un mes más —le dijo a su esposo—. Si no pasa nada para entonces, la tiro».
¿Dios es bueno?
«No creo que Dios sea bueno», me dijo una amiga que había estado orando durante años por cuestiones difíciles sin que nada mejorara. Su enojo y amargura ante el silencio divino crecían. Como la conozco bien, percibía que, en lo profundo de su ser, creía que Dios era bueno, pero su dolor incesante y la aparente falta de interés del Señor la hacían dudar. Para ella, era más fácil enojarse que soportar la tristeza.
Nos cuida siempre
El veterano periodista Scott Pelley nunca emprende un viaje de trabajo sin los artículos esenciales: radio de onda corta, cámara, maleta indestructible, computadora portátil, teléfono y baliza localizadora de emergencia que funciona en cualquier parte. «Extiendes la antena, presionas dos botones y envía una señal a un satélite conectado a la Administración Nacional Atmosférica y Oceánica —declara Pelley—, lo cual les dice quién soy y dónde estoy. Según el país donde estés, envían un equipo de rescate… o no» (AARP The Magazine). En realidad, nunca ha tenido que usar la baliza, pero jamás viaja sin ella.
Descansar y esperar
Era ya el mediodía. Jesús, cansado del largo viaje, descansaba junto al pozo de Jacob. Sus discípulos habían ido a Sicar a comprar comida. Una mujer salió de la ciudad a buscar agua… y encontró al Mesías. El relato nos dice que, de inmediato, ella se volvió para invitar a otros a ir y escuchar a un hombre que le había dicho todo lo que ella había hecho (Juan 4:29).
Invisible, pero amado
Como otros en la comunidad de blogueros, nunca había conocido al hombre que se identificaba como BruceC. Sin embargo, cuando su esposa publicó una nota en el grupo informándonos que su esposo había fallecido, un torrente de respuestas de lugares distantes reveló que todos sabíamos que habíamos perdido a un amigo.
Embajador de amor
En mi trabajo como capellán, algunos me preguntan si estoy dispuesto a ayudarlos espiritualmente. Si bien me encanta dedicar tiempo a esto, con frecuencia, descubro que aprendo mucho más de lo que enseño. Esto fue particularmente cierto cuando un apesadumbrado y sincero creyente nuevo me dijo resignado: «No me parece buena idea leer la Biblia. Cuanto más leo lo que Dios espera de mí, más juzgo a los que no están haciendo lo que ella dice».