Lectura de hoy: Mateo 2:1-15
Para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo. -Mateo 2:15
No esperaba que cantar un villancico en la iglesia me sacudiera de sorpresa y dolor, pero eso fue lo que ocurrió en mi primera Navidad en Inglaterra. Había dejado mi país natal y vivía aquí desde hacía casi un año, después de casarme con un inglés, y la adaptación me resultó difícil. No había previsto que la iglesia fuera tan dura, con costumbres diferentes que me inquietaban. Y cuando desde el piano sonó la extraña (para mí) melodía de «Lejos en un pesebre», pestañeé y se me saltaron las lágrimas. Estaba feliz de haberme casado con mi marido, pero triste por alejarme de lo que me era familiar.
Sin embargo, cantar este villancico en particular era apropiado en aquel momento tan inquietante. Después de todo, la primera línea describe el nacimiento de Jesús: «En el pesebre, sin cuna por cama». No solo nació en circunstancias humildes, sino que de niño huyó de Herodes. El ángel del Señor le advirtió a José en un sueño que se fuera: «Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo» (Mateo 2:13). Jesús se mantuvo a salvo, pero sabía lo que se sentía al verse desplazado. Fue un sentimiento que experimentó durante toda su vida en este mundo, lejos de su Padre celestial.
No necesitamos cambiar de lugar para sentirnos desubicados; las punzadas de añoranza pueden llegar en cualquier momento y en cualquier lugar. Cuando llegan, podemos acudir a aquel que sufrió y se afligió. Su nacimiento y su presencia nos traen esperanza y fortaleza.
Amy Boucher Pye
¿Cuándo te ha sorprendido un dolor o un anhelo?
En esos momentos, ¿cómo puedes recurrir a Jesús?
Querido Dios que te hiciste hombre, Tú sentiste la máxima dislocación cuando viniste a la tierra como un bebé. Cuando me sienta perdido, ayúdame a buscar tu consuelo.