Lectura de hoy: Isaías 9:1-7
Porque todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego […] Porque un niño nos es nacido. -Isaías 9:5-6
«La guerra ha terminado», declaró John Lennon en 1971. Sin embargo, cada día las noticias desafían sus deseos. Según un organismo de vigilancia, el mundo sufre actualmente 110 conflictos armados. Cada día vemos la cruda realidad. Una foto muestra a un joven que se dirige a la batalla en moto, con un fusil de asalto colgado a la espalda. Otra muestra a una mujer que hurga con desesperación entre los escombros de su casa. Los cohetes lanzados desde el horizonte habían demolido su edificio de apartamentos.
La violencia nos acompaña desde hace mucho tiempo. Más de setecientos años antes de Cristo, el pueblo de Judá se preparaba para una invasión inminente (Isaías 7:2). Entonces, Isaías, el profeta de Dios, hizo un anuncio extraordinario. Nacería un niño llamado «Emanuel». Su nombre significa «Dios con nosotros» (v. 14).
El nacimiento de Jesús supuso la entrada en el mundo de aquel que es su luz (Juan 8:12). Como prometió Isaías: «El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz» (Isaías 9:2). Este Niño se llamaría «Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (v. 6). Por Él, «todo calzado que lleva el guerrero en el tumulto de la batalla, y todo manto revolcado en sangre, serán quemados, pasto del fuego» (v. 5). «Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite», declara Isaías (v. 7). La promesa de Emanuel es la promesa de la paz. Esperamos su regreso para reinar como Príncipe de paz.
Tim Gustafson
¿Cómo te sientes cuando ves tantas noticias de guerra?
¿Qué esperanza real te da la promesa de paz de Jesús?
Querido Príncipe de paz, anhelo el día en que reinarás con equidad y justicia.