¿Cuál es el mayor consuelo de un padre ante una pérdida repentina y devastadora?
Para Naw Day Day y su esposo, Peter Wong, esta fue la pregunta que enfrentaron en enero, cuando la tragedia golpeó de la nada, robándoles a su amada hija de cinco años, Louise.
Hoy, Day Day puede articular la respuesta con total seguridad y confianza: «Louise conoce al Señor, ella conoce a Jesús». Day Day recuerda que Louise afirmaba que Jesús fue asesinado por «personas malas» (los soldados romanos) por nuestros pecados y la sanidad de los enfermos.
También está convencida de que el Señor había preparado a su hija de antemano. De hecho, solo unos meses antes de que Louise falleciera, la alegre niña había coloreado una imagen del cielo en la escuela dominical.
Esto es lo que los está ayudando a aceptar tener que vivir el resto de sus vidas en la tierra sin la presencia de su hija.
Cuando la tragedia golpeó
Todo comenzó un 15 de enero, cuando Louise se quejó de dolores en el pecho y el intestino. Más tarde, comenzó con fiebre alta. Aunque preocupada, la familia decidió controlar su condición durante un día como se suele recomendar, antes de tomar otras medidas. Sin embargo, Louise comenzó a experimentar convulsiones. Fue entonces cuando Day Day supo que algo andaba muy mal y decidió llamar a Peter para llevar a su hija al hospital. Para entonces, Louise tenía períodos en los que perdía la consciencia. Aunque no se llevaba bien con las redes sociales, Day Day comenzó a convocar a amigos para orar por Louise.
Después de ser evaluada por los especialistas en emergencias, Louise fue colocada inmediatamente en la sala de cuidados intensivos. Peter y Day Day comenzaron a rogarle al Señor, aunque sus peticiones iban en direcciones opuestas. Peter, que había visto a su padre en estado vegetativo antes de fallecer, oró para que el Señor sanara a Louise por completo o se la llevara. No quería ninguna solución intermedia para su alegre hija. Por el contrario, Day Day le suplicó al Señor que le diera «una segunda oportunidad para ser la madre [de Louise] en la tierra». También le dijo a Louise que «la cuidaría incluso si terminaba en estado vegetativo. Sin embargo, si ella está luchando mucho, estoy lista para dejarla ir». Las siguientes 36 horas fueron una serie de idas y venidas para la pareja. Se sintieron aliviados al ver por fin a su pequeña hija después de lo que parecieron horas de espera.
«La vimos a través de la ventana de una barrera de triage. Estaba acostada sobre un costado, con los ojos abiertos, sin parpadear. Entonces supe que ya había daño cerebral y que probablemente no sobreviviría», dijo Peter.
Más tarde, cuando se les concedió su primer acceso físico a Louise, Peter describió las lágrimas que corrían por su rostro al observar que «su cuerpo estaba físicamente frío al tacto y estaba conectada al respirador y al monitor de signos vitales».
Pero continuamente le cantaba a Louise una de las canciones de adoración que ella solía interpretar en la iglesia mientras se sentaba junto a su cama. Cantando «Con Cristo en la barca, podemos sonreír ante la tormenta», elogió a su pequeña por su coraje al enfrentar esta tormenta turbulenta. También trató de asegurarle que el sufrimiento cesaría una vez que se encontrara con Jesús en el cielo.
«Le dije a Louise que conocería y jugaría con los apóstoles de los que una vez escuchó en la escuela dominical —dijo Peter—. También era otra forma de consolarme, recordar que hay un mejor lugar celestial más allá de esta vida física».
Mientras Day Day aún luchaba por soltar a Louise, su pedido cambió. Le pidió al Señor que mantuviera viva a Louise hasta que su abuela (la madre de Day Day) llegara de Myanmar y su bisabuelo, que estaba en Bangkok, la vieran por última vez. El Señor les concedió esta petición: en un momento, la presión sanguínea de Louise se disparó, pero después de que Peter comenzara a orar junto a su cama, bajó y permaneció estable hasta la llegada de la madre y el abuelo de Day Day.
Solo después de eso, sus extremidades comenzaron a oscurecerse, una señal de debilitamiento de la presión arterial. Y luego, perdió los signos vitales.
Perder a Louise
Louise falleció unas 36 horas después de haber sido hospitalizada por primera vez, en las primeras horas del 17 de enero. Posteriormente, su condición fue diagnosticada como una enfermedad neurológica rara conocida como encefalopatía necrotizante aguda de la infancia (ANEC), una enfermedad que se observa exclusivamente en bebés y niños del este asiático que habían estado previamente sanos. ANEC se caracteriza por ser una infección respiratoria o gastrointestinal con fiebre alta acompañada de una rápida alteración de la conciencia y convulsiones.
Para colmo del dolor de la familia, tuvieron que posponer el funeral ya que su hijo menor, Luke, fue recluido en el hospital para observación preventiva, mientras que Day Day fue internada en otro hospital con el virus H1N1 al mismo tiempo.
Después de que Luke y Day Day fueron dados de alta durante los siguientes dos días, la familia comenzó a prepararse para el funeral de Louise. Peter recuerda que tenía emociones encontradas cuando el cuerpo de la niña llegó a casa en un ataúd. «La primera vez que la vi fue algo reconfortante porque finalmente había regresado a casa, pero me entristeció que volviera a casa sin vida».
Para el velorio, la familia preparó una presentación de diapositivas de las fotos de Louise con la canción What A Wonderful World [Qué mundo maravilloso] interpretada por Celine Dion como música de fondo. «A Louise le gustaba esta canción, y así fue como ella percibía el mundo: maravillosa, inocente y felizmente», agrega Peter.
Day Day sintió que Dios le había concedido tres días para descansar bien en el hospital y recargarse para el momento más doloroso por venir: el funeral.
Se aferró a Josué 1:9: «Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas”» (NTV), y sintió aliento al saber que Dios está con Louise y con la familia en este viaje de fe. Este versículo se inscribió en el lugar de descanso final de Louise.
El regalo de la vida de Louise
Ahora, cuatro meses después, Day Day comparte que la parte más difícil no fue la oración sin respuesta para que Louise fuera sanada. En cambio, fue el tormento de atravesar un círculo vicioso de culpa. El mayor reproche de Day Day fue no llevar a Louise de inmediato al médico, y se preguntaba si podría haber hecho más para salvar a su hija.
«Estaba enojada conmigo misma por no creer en ella (Louise). Eso fue lo más doloroso», agregó Day Day. Solo pudo salir gradualmente de este círculo de autoculpa después de que su esposo y su madrina se unieran a ella y le recordaran la bondad de Dios.
Day Day agradece que su hija ya no tenga que sufrir. El especialista pediátrico a cargo del caso de Louise le dijo que ninguno de los otros tres niños bajo su cuidado que sufrieron esta rara enfermedad había sobrevivido. Los estudios también han demostrado que no se ha determinado un tratamiento específico o un método preventivo para esta enfermedad, y menos del 10 por ciento de los pacientes se recuperan por completo. En los raros casos en que los pacientes jóvenes sobreviven, han tenido que vivir conectados a una máquina el resto de sus vidas.
Mirando atrás, Day Day también es consciente de que Dios les dio a Louise como un regalo, bendiciéndolos con su risa contagiosa durante los últimos cinco años y dándole a Luke una hermana con quien jugar.
Recuerda que cuando Louise nació, tenía latidos cardíacos irregulares y el cordón umbilical alrededor del cuello. Se produjo una cesárea de emergencia para salvar a la madre y a la niña.
Peter está de acuerdo. Louise fue una alegre adición a la vida de la pareja de recién casados. Sus mejores recuerdos son «llevar a Louise al parque, empujándola tan fuerte como podía en el columpio […] y hacerle cosquillas cuando ella lo pedía».
La vida después de la pérdida
Sin embargo, el dolor y la pena de perder a Louise siguen siendo agudos. «Hemos experimentado muchas primeras veces, pero a la inversa. Cuando nace tu hijo, tendrás la primera hora, la primera noche en casa —afirmó Peter—. Pero cuando Louise falleció, tuve que tomarlo un momento a la vez; la primera hora de su muerte, el primer día… la primera vez que despertara sabiendo que ya no está».
Añadió: «También existe el dilema de seguir adelante con la vida sin Louise y revivir esos pequeños momentos en mi memoria cuando ella estaba presente».
El matrimonio está dando pequeños pasos juntos para forjar nuevos recuerdos mientras se aferra a los momentos felices con Louise en su corazón.
Day Day dice que decididamente son más pacientes cuando tratan con Luke ahora. El niño de dos años se ha preguntado dónde está su hermana mayor, pero todavía es demasiado pequeño para comprender completamente la realidad de las cosas.
Aferrarse a la fe en un Dios bueno
El matrimonio espera que su historia, por desgarradora que sea, pueda traer gloria a Dios y recordar a las familias que se valoren mutuamente, ya que la vida puede dar giros inesperados. Reconocen que probablemente no habrá respuestas completas para lo que han tenido que pasar, pero atestiguan sobre el inquebrantable consuelo del Señor durante un tiempo de dolor incomprensible (Lamentaciones 3:32-33).
«Todavía la extrañamos mucho. Para mí personalmente, he llorado todos los días pensando en ella. Pero esta terrible experiencia me ha ayudado a comprender cómo debe haberse sentido Dios durante los momentos en que Jesús estaba en el camino al Calvario. Me dio una perspectiva en primera persona de lo verdaderamente doloroso que es ver morir a un hijo», compartió Peter.
«El proceso fue realmente cruel, pero considero que es un privilegio invaluable para mí obtener una perspectiva de primera mano de Dios. Todavía no entiendo completamente su amor, pero después de la muerte de Louise, sentí la profundidad del amor real y personal de Dios al enviar a Jesús a morir en la cruz por nosotros, mientras lo relaciono con lo mucho que amaba a la querida Louise».
Más crucialmente, enfatizaron la urgencia de dejar que los pequeños conozcan a Dios personalmente.
«Nunca es demasiado temprano para introducir a Cristo en la vida de un niño —dijo Peter—. Esta semilla es extremadamente importante y la llevarán a lo largo de sus vidas».
Aunque trae dolor, también muestra compasión debido a la grandeza de su amor inagotable. Pues él no se complace en herir a la gente o en causarles dolor. —Lamentaciones 3:32-33 (NTV)
Escrito por Ng Jing Yng
Fotos cortesía de Naw Day Day
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Originalmente publicado por YMI que forma parte del Ministerios Nuestro Pan Diario, en inglés. Traducido y republicado con permiso.