«Ella es muy exigente, por eso sigue soltera», «Él es un bicho raro, por eso sigue soltero», «Estás casado con tu trabajo, por eso sigues soltero».

Vivir como soltero en una sociedad que valora mucho encontrar «el amor verdadero» o «la media naranja» puede ser desafiante. Además, escuchar tales comentarios de poca ayuda puede afectar la manera en que vemos la soltería (un triste estado del cual debemos deshacernos), y si estamos solteros, la manera en la que nos vemos (un bicho raro exigente, casado con su trabajo, destinado a estar solo por siempre).

Sin embargo, al final, nuestro valor no depende de nuestro estado civil, sino de quien nos ha redimido y nos llama a ser sus amados (Efesios 1:6).

Acompáñanos mientras desmentimos los 11 mitos de la soltería y nos ayudamos a reflexionar sobre cómo nos podemos identificar con los solteros a nuestro alrededor y animarnos los unos a los otros a perseguir la identidad que más importa.

 

Si estás soltero, es muy probable que hayas escuchado esto: «Eres muy exigente, por eso sigues soltero».

Mientras algunos puedan tomarse tiempo en oración para elegir un futuro esposo, no todos los solteros están intentando encontrar una pareja. Puede que tengan otras prioridades en sus vidas por el momento.

Tal vez, como Pablo, se están ocupando «de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor» (1 Corintios 7:32), o estableciendo una carrera después de años de trabajo duro en la universidad, o dedicando tiempo a explorar lo que a Dios le gustaría que estén haciendo en sus vidas.

Así que, la próxima vez que te relaciones con alguien soltero, ¿por qué no mostrar interés en lo que lo motiva, o en lo que esté haciendo en su vida? Esa es una gran manera de mostrarle que es más que su estado civil.

Lo has visto en los ojos de tus familiares o colegas, cómo observan a tu prima o compañera soltera por sobre su taza de té. «La razón por la cual sigue soltera —dicen mientras mueven las cejas— es que hay algo mal en ella. Ella es algo disfuncional. Si no, ya estaría casada seguramente».

Pero los solteros no están más quebrados o necesitados de Jesús que sus compañeros casados o con pareja.

El quebrantamiento existe en cada uno de nosotros, casados o no, y solo hay una persona capaz de redimirnos de eso: Jesús.

«El don de la soltería» probablemente es otra frase bastante usada que estás muy cansado de escuchar.

Mientras que «el don de la soltería» suena bien (¡ooh, así como un bonito regalo!), y suena más bíblico cuando Pablo habla de que «unos tienen un don, y otros tienen otro» (1 Corintios 7:7), el don del cual Pablo habla no es un regalo especial de edición limitada dado a unos pocos para que puedan manejar la soltería.

El predicador y teólogo estadounidense Tim Keller dijo: «Pablo usa siempre la palabra “don” para referirse a la habilidad que Dios da para edificar a los demás. Pablo no habla […] de una especie de estado escurridizo y libre de estrés». El «don» del cual Pablo habla es la habilidad y libertad que una persona soltera tiene para servir a Dios de maneras en que una persona casada no puede.

Así que, si actualmente estás soltero, ¿cómo estás usando este tiempo para edificar no solo tu cuenta bancaria o tu carrera, sino a otros en el reino? Y si estás casado o con pareja, ¿cómo estás animando y edificando a los solteros a tu alrededor?

Tu hermana dio el sí el año pasado y ahora tu mejor amiga acaba de anunciar su compromiso. Ahora te empiezas a sentir como que no solo Dios te ha olvidado, sino que también te está negando algo bueno deliberadamente.

Puede parecer que Dios nos ignorase cuando nuestros deseos no se cumplen y nuestras oraciones no son respondidas. Además, podemos comenzar a resentirnos cuando empezamos a creer la mentira de que Dios está reteniendo cosas buenas de nosotros.

Pero Dios es un Padre bueno y generoso. Las Escrituras dicen que toda buena dádiva y don perfecto viene de Él, quien no cambia como una sombra en movimiento (Santiago 1:17). Él nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales (Efesios 1:3), y también nos ha dado gratuitamente su mejor regalo: su hijo (Romanos 8:32). Dios no nos está negando cosas buenas, Él tiene únicamente las mejores intenciones para con nosotros.

Una familia propia. Como soltero, estas palabras pueden hacer aparecer una infinidad de sentimientos, desde un anhelo profundo de formar su propia familia hasta el sentimiento de fracaso por haber llegado a cierta edad y seguir sin una familia «propia», o tal vez te estés sintiendo desalentado por cuán abrumador es no alcanzarlo.

Sin embargo, una familia puede ser mucho más que el modelo de familia nuclear (papás e hijos) que la sociedad nos propone. La familia viene en varias formas, como amistades muy unidas formadas en el trabajo o en la iglesia, o tal vez ser el tío chévere para tus sobrinos.

Asimismo, como cristianos, somos parte de la familia de Dios (Romanos 9:8, 1 Juan 3:1-2) y existe un gran gozo al saber que somos sus hijos. Así que, ayudémonos a aceptar la familia que Dios nos ha dado, y hagamos lo que las familias hacen mejor: amarnos y animarnos los unos a los otros a través de las diferentes temporadas y retos de la vida.

 

Cuando pensamos en intimidad, solemos centrarnos solo en el aspecto físico, olvidando que también incluye el lado emocional.

Seríamos ingenuos al pensar que solo la intimidad física es lo que mantiene a un matrimonio en marcha, o lo que nos satisface completamente. Las vidas del apóstol Pablo y de Jesús mismo nos muestran que los solteros también pueden tener vidas igualmente gratificantes —sin intimidad física— al invertir en otras relaciones que Dios les había dado. Además, estas relaciones en las que invertimos no ocupan el segundo lugar, ni merecen menos de nuestro compromiso y atención.

¡Considera la significativa y cercana amistad de David y Jonatán, entre otras formas de relaciones valiosas (1 Samuel 18:1-3)! Y mira cómo la Biblia elogia la virtud de la verdadera amistad en Juan 15:13: «no hay un amor más grande que el dar la vida por los amigos».

«Y vivieron felices por siempre». Desde pequeños, hemos consumido esta mentira de que la vida solo puede ser completa, perfecta y feliz cuando la pasas en los brazos de la persona que amas, quien iría hasta el fin del mundo por ti. Y vemos que esta mentira continúa por todos lados mientras crecemos: en libros, películas, incluso en el feed de nuestras redes sociales. Así que, si no tienes a alguien especial en tu vida, es fácil sentir como si te faltase algo.

Sin embargo, en la Biblia, vemos a Jesús pintando una imagen mucho más completa sobre cómo el objetivo del matrimonio es señalarnos a una imagen más amplia: la relación de Cristo con la iglesia. Es a través de esta relación que vemos a Dios satisfacer nuestra necesidad más fundamental como humanos: la necesidad de un Salvador que dio su vida por nosotros para que seamos rescatados de las garras del pecado, y no nos perdamos el tesoro más importante de esta vida: una eternidad en la presencia de Dios.

«Deja de trabajar tan duro, ¿cómo vas a tener tiempo para salir con alguien?». Has escuchado este dicho muchas veces. Puede ser cierto que algunos solteros se estén centrando en crecer profesionalmente, pero eso no quiere decir que hayan puesto otros aspectos de sus vidas en espera o que su soltería los haya detenido.

Es fácil atribuir la soltería de nuestros amigos que no han encontrado aún su otra mitad a «estar muy ocupado», especialmente si están pasando más tiempo en el trabajo que nosotros.

Pero tal vez ellos han estado activamente tratando de conocer nuevas personas a su propio ritmo; simplemente, no han encontrado a alguien con quien hayan podido conectarse a un nivel más profundo, o te lo hayan contado. Quizá la próxima vez que converses con ellos, motívalos a compartir sobre otros aspectos de sus vidas, y escucha con atención cuáles son sus pasiones y preocupaciones.

Sus miradas te dicen que no están de acuerdo con tus acciones o respuestas. Más que eso, notas que su desagrado va más allá. Te has dado cuenta de que, incluso cuando no dicen nada, catalogan tus acciones como la razón por la cual sigues soltero.

Ser soltero no es una prueba decisiva del carácter de alguien, como tampoco dice algo sobre quién es. Sin importar si alguien está soltero o en una relación, es solo en Cristo en quien podemos presentar el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23) que directamente conforma nuestro carácter.

De seguro fuiste rápido para escuchar y lento para hablar, dando consejos solo cuando era apropiado. ¡Aun así, tu consejo no fue apreciado e incluso ignorado! Tu amigo te dice: «Estoy en una temporada de vida diferente que tú. Las cosas son distintas cuando eres soltero».

Los que están solteros pueden ser pasados por alto, analizados profundamente y subestimados; a una persona soltera le puede costar tener el mismo nivel de credibilidad que alguien en una relación.

Aún así, estar soltero no necesariamente dice cuán sabia o virtuosa es una persona. La sabiduría y el entendimiento vienen no de la experiencia, sino del temor a Dios (Proverbios 9:10). Así que, si estás buscando a alguien de quién aprender, busca a alguien que procure agradar a Dios en lo que haga, no solamente a alguien que haya acumulado muchas experiencias en la vida.

Publicado originalmente en YMI que forma parte de Ministerios Nuestro Pan Diario, en inglés. Traducido y republicado con permiso.

Te has imaginado estar felizmente casado a esta edad. Tienes una sensación de desconcierto respecto a tu actual soltería. Quizá hasta hayas considerado que has fracasado espectacularmente si ni siquiera puedes tener este aspecto de tu vida resuelto.

Estar casado es genial. Pero el matrimonio no fue creado para contarse como éxito o fracaso. Soltero o casado, todos somos llamados a correr la carrera para recibir la corona de vida de Jesús. Si hay alguna medida del verdadero éxito, es la de correr esta carrera con resistencia para poder obtener lo que Cristo tiene para nosotros.

Así que, si te sientes desanimado o sin esperanzas por dónde estás en tu vida, ¡recuerda que Dios te dará lo que necesites para correr bien tu carrera, y para vivir una vida que lo glorificará!

 

Cuando pensamos en la soltería y en estar solteros, nos imaginamos envejeciendo solos, con nadie por compañía. Es usual que este miedo mantenga a los solteros despiertos por las noches mientras navegan por su aplicación de citas con la esperanza de encontrar a la persona «correcta».

No obstante, no hay necesidad de tener miedo de envejecer solos porque Dios ha prometido que Él cuidará de nosotros: «Yo seré su Dios durante toda su vida, hasta que tengan canas por la edad. Yo los hice y cuidaré de ustedes; yo los sostendré, y los salvaré» (Isaías 46:4), y esa es una promesa a la cual nos podemos aferrar.

Publicado originalmente en YMI que forma parte de Ministerios Nuestro Pan Diario, en inglés. Traducido y republicado con permiso.