Job era un hombre perfecto e íntegro, que temía a Dios y se alejaba del mal. Un día, los hijos de Dios, los ángeles, se reunieron delante de Él y Satanás se presentó en medio de ellos. Dios, entonces, desafió a Satanás y le dijo: “¿Que has hecho por estos días?”. ¿Sabes lo que él respondió? “He recorrido y rodeado la tierra”. Él viaja por todo el mundo; anda y rodea toda la tierra. Pero no es un turista. Todos sus viajes tienen un propósito perverso. Dios, entonces, le dijo: “¿Observaste a mi siervo Job, que es perfecto e íntegro, que teme a Dios y se aleja de todo mal? ¿Lo has observado?” Ciertamente Satanás lo había observado. De todas las personas que existen en el mundo, a ninguna de ellas observó más cuidadosamente que a Job, que era como un alimento nutritivo y Satanás quería devorarlo. ¡Qué hombre bueno era Job! Satanás lo observó atentamente, pero no encontró manera de atacarlo.
Siempre me pregunto si Dios podría usarme para desafiar a Su adversario. No soy digno. Dios no puede usarme para desafiar a Satanás. ¿Puede usarte para desafiar a Su adversario? Pero Él pudo usar a Job para desafiar a Su enemigo y opositor.
¡Oh, qué sutil fue Satanás! Le dijo a Dios: “Son muchos los motivos para que Job te tema, pues has puesto una cerca alrededor de él”. Satanás intentó llegar a Job por todos los lados, pero descubrió que había una cerca alrededor de aquel hombre impidiendo su entrada. Por eso, dijo: “Colocaste una cerca alrededor de él y lo protegiste; has bendecido el trabajo de sus manos haciéndolo prosperar; ¿quién no te temerá? Job no te teme; él solo quiere tu bendición. Si lo dejas sin todas esas cosas, él te maldecirá.” “Puedes hacer lo que quieras con él, pero no toques su vida”.