por Agnes Lee

«¿Puedes ir al supermercado y comprar algunas bolsas de arroz? ¡El suministro se está agotando en los estantes!», dijo mi esposo, de manera preocupada.

Fue el día en que los principales medios de comunicación acababan de informar que el nivel del Sistema de Respuesta a Brotes de Enfermedades (DORSCON, por sus siglas en inglés) había pasado de amarillo a naranja, lo que indica que la enfermedad es grave y que tiene un impacto de moderado a alto en la salud pública.

Desde que el nuevo Coronavirus (Covid-19) entró a la conciencia colectiva hace dos semanas, hay informes diarios al respecto en mi país. Y cada día que pasa, compramos más y más cosas en una apuesta para protegernos del virus lo más posible.

Todos queremos sobrevivir. Y compraremos lo que sea para tener esa sensación de seguridad.

Seguimos los titulares sobre los primeros casos de singapurenses que se hacen los análisis para el nuevo Coronavirus, mientras los barbijos, los desinfectantes y los termómetros se han acabado en la mayoría de las tiendas del país. Ahora también se estaban acabando los alimentos, mientras las personas llenaban los supermercados como compradores frenéticos antes de que la situación del virus empeorara aún más.

La gente probablemente tenía miedo de salir innecesariamente debido a la creciente situación y se estaba abasteciendo lo más que podía. Lo primero que se acabó fue el arroz, y lo segundo, el papel higiénico. Parecía que estábamos por ir a la guerra.

En serio, ¿cómo sucedieron estas compras impulsadas por el pánico en mi nación? ¿Qué pasará si realmente no queda más arroz en el supermercado cuando nos terminemos el que tenemos en casa? ¡Mi familia está tan acostumbrada a comer arroz todos los días! Esos pensamientos me llevaron a hacer un viaje al supermercado, y llegué justo a tiempo de tomar dos sacos de arroz del estante casi vacío.

Pero después de examinar la larga fila, decidí rendirme y dirigirme al pequeño mercado debajo de mi casa, que es menos popular debido a los precios más altos. Finalmente, logré obtener las bolsas que necesitaba, a pesar de que también se estaban agotando en el minimercado.

Para ser sincera, transportar esas dos bolsas de arroz a casa sí me dio una sensación de seguridad de que mi familia tendrá suficiente arroz para las próximas semanas. Pero, ¿qué pasa después de que se acabe el arroz y necesite reponerlo nuevamente? ¿Qué pasa si la situación no mejora para entonces y no hay más arroz disponible en las tiendas o la situación empeora al punto de que ni siquiera puedo salir?

Claramente, todos necesitamos algo más que máscaras o arroz para «mantener la calma y continuar». La verdad es que podemos comprar todo lo que necesitamos para nuestra supervivencia física y abastecer nuestros hogares, pero aún así terminar ansiosos e inquietos.

Lo que necesitamos es la paz y la seguridad de Dios de que Él todavía está en el trono y gobierna para nuestro bien. En un momento en que el pánico puede ser más contagioso que el Coronavirus, debemos recordar que la paz perfecta se encuentra solo al confiar en Dios (Isaías 26:3, Filipenses 4:7) y descansar bajo su sombra (Salmo 91:1-2).

Cuando permitimos que nuestras mentes se vean influenciadas por el caos que nos rodea en lugar de la Palabra de Dios, nunca podemos encontrar la paz. La Palabra de Dios está llena de Espíritu y vida (Juan 6:63), claridad y esperanza (Romanos 15:13), y es una lámpara para nuestros pies y luz para nuestro camino (Salmo 119: 105). Renovar nuestras mentes con la verdad de su Palabra es lo único que puede darnos una paz duradera.

Mi experiencia de compra de arroz fue un buen chequeo espiritual para mí. ¿Estaba poniendo mi esperanza y confianza en lo que podría hacer por mí y mi familia, en lugar de confiar en Dios y en su paz?

¿Estaba almacenando mi tesoro en esta tierra temporal, donde las cosas no permanecen (Mateo 19:21)?

Mateo 24:36 dice que Jesús vendrá nuevamente para redimirnos en una hora inesperada. De alguna manera, eso es paralelo a nuestra situación actual. Ninguno de nosotros esperaba que ocurriera el brote de Coronavirus, y aquellos que no estaban preparados terminaron comprando víveres frenéticamente. ¿Me tomará por sorpresa cuando Jesús vuelva otra vez a una hora inesperada? ¿Qué hay de mis seres queridos?

Si he almacenado suficiente arroz o no para la familia ahora parece un asunto pequeño a la luz de la realidad futura del regreso inminente de Jesús. Si bien las necesidades físicas son importantes, es aún más importante para mí estar alerta en todo momento. ¿Estoy reflejando a Cristo en mi vida diaria? Y en esta epidemia incierta, ¿estoy compartiendo la paz de Cristo con mis seres queridos no salvos y aquellos que viven con miedo?

No me enorgullece admitir que fui una de las que participaron en la compra del pánico, pero a través de esta experiencia, planeo aprovechar cada oportunidad para compartir la paz de Cristo con mis seres queridos, especialmente en este clima de incertidumbre y miedo.

 

Publicado originalmente por YMI en inglés. Traducido y republicado con permiso.