Además, cargamos con las equivocaciones y los errores de los demás sin darnos cuenta de que cada uno tiene su responsabilidad personal y es cada uno que debe soportar las consecuencias de sus acciones,
¡No deben hacernos sufrir las decisiones que otros han tomado! ¡Incluso las de aquellos que nos aman! Claro que debemos intentar ayudar a todos, pero siempre hay un límite; siempre hay un momento en el que la responsabilidad de la otra persona no puede ser cargada sobre nuestro corazón; la culpa de otros no puede caer sobre nuestra alma. ¡No podemos responder ni siquiera por nuestra propia familia!
Hubo uno que si llevó la carga del mundo sobre sus hombros… precisamente para que nosotros no tengamos que llevarla más. Es a Él a quién debemos acudir siempre. Es en Él en quién debemos descansar, ¡Dios está esperando que lo hagamos siempre! “Haré con ellos un pacto eterno: me comprometeré a no dejar nunca de hacerles bien, y les llenaré del deseo de honrarme y de no apartarse nunca de mí. Yo me alegraré de hacerles bien… de todo corazón y con toda sinceridad” (JEREMÍAS 32:40-41). El Señor Jesús llevó la carga del mundo sobre sus hombros. ¡El puede llevarte a ti también!
Háblale, dile lo que sientes, derrama tu corazón delante de Él, quéjate si quieres o grita, porque Él quiere abrazarte. Llora y exprésale todas tus incomprensiones y desilusiones, porque Dios quiere que encuentres tu verdadero hogar. Dios nos escucha siempre. Cuando desnudamos nuestro corazón ante Él, ni siquiera necesitamos palabras, porque la Biblia dice que su Espíritu gime por nosotros. Si quieres saber lo que piensa Dios de tus lamentos, quiero decirte que Él no los piensa en primer lugar ¡los comparte contigo! Lo que hay dentro de tu corazón llega también al corazón de Él. Un día Jesús pronunció estas palabras: “Venid a mí los que estáis trabajados y cansados, que Yo os haré descansar” (MATEO 11:28). Esta promesa sigue siendo una realidad, Él sigue haciendo descansar a muchos hoy. ¿Por qué no pruebas a hablar con El?
Atrévete a ser tal como eres delante de Dios y encontrarás tu lugar en la vida. ¿Sabes cuál es ese lugar? Sentir su amor incondicional.
Si estás en una situación complicada y crees que no puedes seguir adelante, ¡Pide ayuda!
Dios puede hacerlo todo solo. Es Todopoderoso, recuerda; pero Él prefiere compartir su honor con cada uno de nosotros. Quiere que nos ayudemos y sintamos su abrazo detrás de la sonrisa sincera de quién nos ama. No sigas solo: pide ayuda a un buen amigo, porque los amigos son un regalo de Dios. Si te sientes débil, diles que te acompañen. Si están lejos, escríbeles o llámales. Si crees que no interesas a nadie, ¡Eso nunca es cierto! En este libro encontrarás un email y una página web, escríbenos; será algo completamente confidencial, nadie sabrá el tema por el que nos has escrito o llamado ¡Hazlo! Te estamos esperando. ¡Tu vida es mucho más importante que ninguna otra cosa!
Gracias por “quedarte” conmigo hasta el final, me encantaría conocer tu historia, así que ¡escríbeme! Si te sientes mejor al leer lo que escribí, porque has comprendido el valor que tienes, para mí será genial conocerte. Recuerda que la alegría compartida es doble alegría; el dolor compartido es la mitad del dolor. Déjame sólo decirte algunos detalles que te ayudarán en los próximos días, mientras Dios va fortaleciendo tu vida y ayudándote a disfrutar mucho más de lo que hubieras imaginado:
- Lee la Biblia. Hazlo muy despacio, porque no es un libro normal ¡Es Dios mismo hablando contigo! Vas a encontrar muchas frases que llegan a tu corazón como si estuvieras escuchando literalmente la voz de Dios. Comienza a leer el libro de los salmos y los cuatro evangelios al mismo tiempo. Si puedes, lee un par de capítulos cada día, aunque lo más importante no es la cantidad de versículos que puedas leer, sino que tu
corazón medite en lo que Dios te dice. Vas a comprobar como cada día que pasa, tu corazón se irá llenando de “eternidad” al comenzar a disfrutar de cada frase
- Habla con Dios, dile todo lo que sientes: tus miedos, las sensaciones, los sentimientos complicados, las situaciones difíciles que estás pasando…
¡Cuéntale todo!
- Busca alguna de tus canciones favoritas y escúchala como si fuera la primera vez. Recuerda los momentos en que oíste esas melodías.
Comienza a oír música, sólo por el placer de escucharla. Busca la llamada “música góspel” en alguna emisora de radio, o en internet, y escúchala; fíjate en las letras y la belleza de la relación con Dios. Si tienes la posibilidad de ir a una iglesia dónde las personas disfruten cantando al Señor, vete allí y pasa tiempo con ellos.
- Sal a dar un paseo por la naturaleza, por la playa, o algún lugar que tengas cerca. Quédate mirando la naturaleza, meditando, disfruta de esos momentos a solas. Si tienes alguien a quién quieres cerca de ti, sal a pasear con esa persona. Háblale, cuéntale lo que hay en tu corazón.
- Vete a un lugar dónde puedas ver una puesta de sol, o quizás el próximo amanecer. Puede que muy cerca de dónde estás puedas hacerlo. Si hoy está lloviendo, quédate unos minutos mirando la lluvia a través de la ventana.
- Sal a un parque infantil para ver como juegan los niños. Si puedes, quédate hablando con las madres y los padres que estén allí. Si puedes hablar con los niños, escúchalos y juega con ellos.
- Busca a alguien a quién puedas ayudar. Si es alguien que tienes cerca, vete a dónde está; si no, averigua en internet y busca alguna organización a la que puedas ayudar. ¡Hay muchas personas que te necesitan
- Mira alguna película divertida, si tienes un cine cerca, o puedes encontrarla en internet o por otro medio. Si puede ser una comedia o una aventura que te apasione, genial.
- Si te gusta el arte, ve a una exposición, un espectáculo deportivo, etc..
- Añade a la lista cualquier actividad que creas que puede hacerte bien para comprender tu lugar en la vida.
Dios te ha hecho muy especial, ¡Pídele ayuda para que te enseñe a vivir y disfrutar de todo lo que Él es, todo lo que ha hecho para ti, y también todo lo que tú eres! Me encantaría conocer tu historia. Escríbenos.
«No tengas miedo porque Yo te he libertado; te llamé por tu nombre, tú eres mío. Si tienes que pasar por el agua, Yo estaré contigo, si tienes que cruzar ríos, no te ahogarás; si tienes que pasar por el fuego, no te quemarás, las llamas no te alcanzarán. Pues Yo soy el Señor, tu Salvador, eres de gran valor y te amo. No tengas miedo, que Yo estoy contigo” (ISAÍAS 43:1-5).