A salvo y tranquila

LA ESCRITURA DE HOY: Salmo 91

«El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente» -Salmo 91:1

Cuando era un niño en edad preescolar lleno de energía, mi hijo Xavier evitaba las tardes tranquilas. Estar quieto a menudo se traducía en una siesta no deseada, aunque muy necesaria. Así que se retorcía en su asiento, se deslizaba por el sofá, se escabullía por el suelo de madera e incluso rodaba por la habitación para evitar el silencio. «Mamá, tengo hambre… Tengo sed… Tengo que ir al baño… Quiero un abrazo».

Como comprendo los beneficios de la quietud, ayudaba a Xavier a calmarse invitándole a acurrucarse. Apoyado a mi lado, se rendía al sueño.

Al principio de mi vida espiritual, yo reflejaba el deseo de mi hijo de permanecer activo. El ajetreo me hacía sentir aceptada, importante y en control, mientras que el ruido me distraía de la preocupación por mis defectos y pruebas. Entregarme al descanso no hacía sino afirmar mi frágil humanidad. Así que evitaba la quietud y el silencio, porque dudaba de que Dios pudiera manejar las cosas sin mi ayuda.

Pero Él es nuestro refugio, por muchos problemas o incertidumbres que nos rodeen. El camino que tenemos por delante puede parecer largo, aterrador o abrumador, pero su amor nos envuelve.

Él nos escucha, nos responde y se queda con nosotros… ahora y para siempre en la eternidad (SALMO 91:1-16). Podemos abrazar la quietud y apoyarnos en el amor inagotable y la presencia constante de Dios. Podemos vivir tranquilas, porque estamos a salvo al amparo de su fidelidad inmutable (V. 4).

XOCHITL DIXON

¿Qué te ayuda a permanecer segura en la presencia de Dios? ¿Cómo ha sido Él un refugio para ti?

Querido Dios, ¡estoy tan agradecida porque Tú me cuidas fiel y compasivamente!

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