Pablo escribió a la iglesia de los filipenses: «En cuanto a lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre, si hay virtud alguna, si hay algo que merece alabanza, en esto piensen…» (Filipenses 4:8-9). Suena genial, ¿no? Pero, ¿por dónde empezamos?
Aquí tenemos cinco consejos que pueden ayudarnos a reenfocar nuestra mente:
1. Deshazte de lo malo
Primero lo primero. ¿Hay algo de lo que necesitas deshacerte? ¿Hay algún programa de televisión, película, canción o novela que te esté llevando a pensamientos pecaminosos? Pese a que no hay nada intrínsecamente malo en disfrutar estas cosas, prestemos atención a la advertencia de Pablo: «Todo me es lícito, pero no todo conviene. Todo me es lícito, pero no todo edifica» (1 Corintios 10:23).
Somos tentados fácilmente a la envidia, lujuria, comparación e incluso adicción. ¿Hay algo en tu vida en este momento que se está aprovechando de tu debilidad? Si es así, date un respiro de ello. No ver el siguiente capítulo o perderte la última temporada de un programa de televisión no va a matarte. En cambio, podemos dedicar ese tiempo a Dios para pedirle que obre en nuestros corazones.
2. Llénate de lo que es bello
Una vez que nos hayamos deshecho de lo malo, es hora de encontrar algo más que llene nuestro tiempo y pensamientos. Podemos buscar cosas que sean bellas, que hablen a nuestras emociones e imaginación de maneras significativas. El mismo acto de asombro e inspiración es un regalo de Dios. Él es el primer creador de la belleza (Eclesiastés 3:11).
Por eso, podemos encontrar cosas que retraten lo verdadero, noble, justo y puro a nuestro alrededor. ¡Busquemos historias, canciones y arte que nos inspiren y direccionen nuestros corazones a Dios!
3. Llénate de lo verdadero
Así como nuestras imaginaciones y emociones necesitan ser llenas de buen arte, nuestro intelecto necesita que lo alimentemos de conocimiento y verdad. Podemos hacer esto al aprender más del mundo a nuestro alrededor, así como también de Aquel que lo creó todo.
¿Alguna vez te has preguntado cuán pesada puede ser una nube? ¿Sabías que la luna completa una rotación entera en su axis exactamente a la misma velocidad que completa una rotación alrededor de la tierra? Eso significa que solo vemos el mismo lado de la luna desde la tierra. ¿Alguna vez has notado que las flores de maní florecen por encima del suelo, pero el maní crece en la tierra? ¡Hay tantos detalles pequeños e impensables que Dios ha puesto en su sitio!
Este mundo revela la espléndida obra de Dios (Salmo 19), y ejercitar nuestro intelecto y aprender más sobre nuestro mundo puede guiarnos a un profundo asombro hacia el Creador.
4. Llénate de todo lo bueno
Más importante que alimentar nuestra imaginación y nuestro intelecto es enfocarnos en nuestras necesidades espirituales. Al reenfocar nuestra mente, ¿qué puede ser más importante que volver a enfocarnos en nuestra relación con Dios?
El mejor lugar para empezar es simplemente leer la Biblia y buscar entenderla. Eso realmente nos ayudará a enfocarnos en quién es Dios. ¿Puedes escribir una lista de sus atributos? Dios es amor (1 Juan 4:8), está presente (Hebreos 13:5-6), conoce todas las cosas (Salmo 139:2), siempre tiene el control (Mateo 10:29-31)… ¿Qué más se te ocurre?
Ahora, echa un vistazo a esa lista y pregúntate: ¿cómo ha sido evidente la naturaleza de Dios en tu vida recientemente? ¿Cómo ha mostrado su presencia en tus circunstancias? ¿De qué maneras te ha recordado su amor? Una vez que realmente empecemos a ver, estaremos seguros de que encontraremos las huellas de Dios en todos los aspectos de nuestras vidas.
Indagar selectivamente en libros y artículos escritos por cristianos respetados también puede desafiarnos a entender con mayor profundidad las verdades fundamentales.
5. Llénate de buenas conversaciones
Animémonos los unos a los otros con historias de la obra de Dios en nuestras vidas
Por último, una gran manera de reenfocar nuestra mente es teniendo buenas conversaciones con hermanos en Cristo. Al comenzarlas, intenta hacer preguntas como: «¿Qué ha estado haciendo Dios en tu vida últimamente?» o «¿Qué has aprendido en tu lectura bíblica recientemente?». Es emocionante ver a otras personas conectándose con Dios, y en general, eso también nos inspira en nuestra propia relación con Dios.
Sin duda, escuchar cómo Dios ha estado obrando en la vida de nuestros amigos es más interesante que debatir sobre el destino de personajes ficticios o complacerse con vagas conversaciones. Así que, incluso en los detalles más pequeños de nuestras vidas, ¡esforcémonos por pensar en cosas excelentes!
Animémonos los unos a los otros con historias de la obra de Dios en nuestras vidas
Por último, una gran manera de reenfocar nuestra mente es teniendo buenas conversaciones con hermanos en Cristo. Al comenzarlas, intenta hacer preguntas como: «¿Qué ha estado haciendo Dios en tu vida últimamente?» o «¿Qué has aprendido en tu lectura bíblica recientemente?». Es emocionante ver a otras personas conectándose con Dios, y en general, eso también nos inspira en nuestra propia relación con Dios.
Sin duda, escuchar cómo Dios ha estado obrando en la vida de nuestros amigos es más interesante que debatir sobre el destino de personajes ficticios o complacerse con vagas conversaciones. Así que, incluso en los detalles más pequeños de nuestras vidas, ¡esforcémonos por pensar en cosas excelentes!
Publicado originalmente en YMI que forma parte de Ministerios Nuestro Pan Diario, en inglés. Traducido y republicado con permiso.