No podía creer lo que estaba escuchando: yo era uno de los capellanes en los Juegos Olímpicos celebrados en Sídney (año 2000), de modo que tenía acceso a la villa olímpica y podía conocer muchas de las declaraciones de los atletas a los medios de comunicación, casi en el momento en el que eran efectuadas, así que uno de los días, me quedé impresionado al escuchar a la atleta australiana Jane Saville. Había sido descalificada en la especialidad de marcha atlética (Atletismo), sólo unos metros antes de llegar a la meta como vencedora. Jane estaba llorando debido a lo que, creía, era la mayor decepción de su vida. Cuando uno de los periodistas le preguntó cómo se sentía, ella simplemente respondió: “Me gustaría tener una pistola en mis manos y pegarme un tiro.”

Es obvio que unos minutos después de su respuesta ya no estaba pensando lo mismo, pero a mi me hizo reflexionar durante mucho tiempo; porque muchas veces nuestras reacciones ante las circunstancias de la vida que estamos atravesando suelen ser no sólo extremas, sino también anormales y muy injustas. Creemos que vivimos en situaciones que no podemos soportar.

«¡Ojalá me hubiera muerto, sin que nadie llegara a conocerme!

¡Más me valdría no haber nacido, y pasar directamente a la tumba! Mis días están contados; ya están llegando a su fin. ¡Por favor, déjame en paz! ¡Quiero tener un momento de alegría,

antes de emprender el viaje sin regreso al país de las tinieblas!».(1)

Parecen palabras muy duras, pero creo que todos nos hemos sentido así en algún momento. Por si no lo sabías, fueron pronunciadas por el conocido como “paciente” Job. Es curioso que siempre se le asocia con la idea de un “santo” que fue capaz de soportar todo en la vida, pero no fue así: sintió en “primera persona” el sufrimiento y la sensación de que nada tenía sentido ¡Nos puede pasar a todos! De hecho, creo que todos atravesamos por momentos parecidos.

A veces olvidamos que la vida es más importante que todas las cosas: Mucho más que los éxitos y los fracasos, más que las traiciones y los problemas, más que las circunstancias que parecen vencernos; más que las palabras o los hechos de otras personas. Nuestra vida es mucho más valiosa incluso, que los pensamientos que tenemos, las equivocaciones que hemos cometido, o los sentimientos que parecen dominarnos. Nuestra vida tiene un valor eterno y no podemos apagarla simplemente queriendo “desaparecer”. (2)

Cada uno debemos seguir nuestra propia música

La cantante Paulina Aguirre ganó el Grammy latino con su disco “Esperando su voz” (2009); y Pablo Aguirre, su marido, recibió el premio también como productor en el mismo disco. Ambos proceden de Ecuador, aunque llevan bastantes años viviendo en los Estados Unidos. Uno de sus últimos trabajos titulado “Rompe el silencio”, tiene una dedicatoria muy especial:

“Para todos los que han estado atados, callados, silenciados por el abuso, por la culpabilidad; pero que a través de Dios pueden encontrar una voz”.

Vivimos en la sociedad de los triunfadores y los poderosos. El mundo irreal de los vaivenes económicos y la apariencia. No es de extrañar que, cada día más, los que están atados, callados, silenciados y abusados sean una gran mayoría. Si esta es tu situación no te calles. Si alguien está destruyendo tu vida, hará lo mismo con otras personas, así que ¡de ninguna manera! hagas una locura, porque eso es darle más valor a lo que te han hecho.

Lucha para que quien te hace daño, no pueda hacérselo a otros: Denuncia a quien te está haciendo mal verbal o físicamente para que el abusador no

siga haciendo lo mismo. ¡De ninguna manera te sientas culpable o pienses que no hay remedio para tu situación!

Jamás pienses que no le importas a nadie, o que nadie puede saber lo que estás pasando. Todos hemos tenido momentos en los que pensábamos que nadie podía ayudarnos, pero eso no es cierto.

Tu vida vale más que todas las circunstancias y todo el dinero del mundo. Lo que tu eres es un regalo de Dios, y no existe nadie como tú. No importa la situación en la que te encuentras, los problemas por los que estás pasando o el futuro que creas que tienes por delante, ¡Dios te cuida siempre! Él conoce cada uno de tus pensamientos y te ama de una manera extraordinaria. Y, además, aunque no lo creas, Él sabe lo que está sucediendo. Nada de lo que ocurre escapa a su mirada y Él va a defenderte y no permitir que nadie te destruya. (3)

No te preocupes por lo que está pasando a tu alrededor, o si las demás personas parecen no apreciarte. Dios te creó como eres y Él solo crea obras maestras. Tu vida tiene mucho valor. El Talmud hebreo dice “Quién salva una vida, salva al mundo entero”. Si de alguna manera después de leer estas torpes palabras puedes mirarte a ti mismo para reconocer lo especial que eres, el mundo entero se “salvará” porque tú has comprendido lo que Dios quiere en tu vida.

No desistas ni te dejes llevar. No pienses que tu situación no tiene remedio. No le hagas caso a los que han querido abusar de ti o te han silenciado y herido. No te dejes llevar por la amargura o el odio. ¡No abandones ni te desesperes: Tienes mucho más valor de lo que jamás hayas imaginado!

Lo que dicen o hacen los demás, no tiene que ver con nuestro valor

Existen bastantes personas que “miden” todo lo que hacen. Solo se comprometen en una medida pequeña, exacta, perfectamente calculada. Jamás se exceden en lo más mínimo. Creen que así, al no comprometerse con nada ni con nadie, pueden ser más felices.

Aún teniéndolo todo, muchas personas viven cansadas de la vida. A veces es un problema ocasionado por buscar siempre la aprobación de los demás; si lo hacemos a cualquier precio puede ser tan peligroso como una droga.

Otras veces, las cargas de la vida son el fruto de no encontrar a nadie que nos comprenda realmente. Y no faltan los que viven sin significado por no haber tenido nunca la oportunidad de ser ellos mismos y quitar sus máscaras. En un grupo cada vez mayor están los que se sienten incomprendidos y son zarandeados por los demás en busca de un poco de cariño… y con el tiempo llegan a aprender a caminar en el filo que divide el llanto de la sonrisa fingida.

Estar cansados de la vida, solos, incomprendidos, utilizados, cargados de quebrantos, o sencillamente buscando la aprobación de los demás por encima de todo, no significa vivir sin solución. ¡El problema comienza cuando nos quedamos así!

Muchas veces lo hacemos porque queremos. Buscamos aprobación en lugares equivocados. Pretendemos alcanzar seguridad confiando en gente infiel. Nos ilusionamos con llenar nuestro corazón de paz a base de comprar y tener más cosas.

Puede que pensemos que lo tenemos todo, pero no podemos sentirnos satisfechos con posesiones o medallas cuando las tempestades de la vida hacen que nuestras noches sean frías y que casi nadie quede a nuestro lado. Por muy inteligentes que nos sintamos o muchas cosas que tengamos, siempre vamos a sentirnos cansados cuando la vida parezca no tener sentido.

Cuando casi nadie agradece lo que hacemos

Déjame decirte que hay también muchas personas que viven permanentemente con la filosofía de lo desechable: nada se lava, todo se tira. Nada se perdona, todo se llena de basura. Jamás piden perdón por nada y no son capaces de perdonar a nadie; tratan a los demás con el desprecio de quién cree que tiene derecho a todo y no debe agradecer nada.

A veces nos sentimos así: “desconocidos” a pesar de todo lo que hacemos por los demás. Nos duele que otros piensen que nuestras ideas no son buenas, sin ni siquiera conocerlas.

Creo que todos recordáis a la actriz, aunque quizás pocos conocéis esta frase: “Hollywood es un lugar donde te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”. Fue Marilyn Monroe quien nos dejó ésta perfecta definición de un mundo que muchos admiran. Lo más triste es que ése es el modelo para muchos. La propia Marilyn no fue capaz de seguir adelante cuando se

vio rodeada de engaños, drogas, falsos amigos y un futuro sin nada mejor que hacer que conversar con la depresión y la ansiedad.

No te enfades conmigo si quiero darte un consejo y decirte que las lágrimas jamás deben llevarnos a la desesperación. Que, aunque hayamos vendido nuestra alma a cualquier cosa y pensemos que la vida ya no tiene sentido, hay una posibilidad real de volver a empezar. Hay una persona que conoce cada una de nuestras lágrimas, cada frustración, cada situación difícil, cada momento de soledad, cada noche que hemos pasado con nuestro corazón a punto de romperse. Esa persona es Dios. Delante de Él podemos ser nosotros mismos. Delante de Él no necesitamos aparentar: Él nos comprende. Sus manos están especializadas en acariciar sufrimientos y soledades. «Asombrosa y maravillosamente he sido hecho» (SALMO 139:14), dijo el compositor en la antigüedad, con toda la razón del mundo.

No lo olvides, tu vida tiene demasiado valor como para perderla. Tu vida no es un ensayo, es la mejor sinfonía del Universo. Incluso cuando hay que llorar. Recuerda que hay personas que sí merecen la pena. Tenemos que hacer un esfuerzo por conocerlas, por no dejarnos llevar por los que siempre nos están despreciando. Abandonar las “amistades tóxicas”, que sólo nos traen problemas, los que siempre quieren que hagamos lo que ellos dicen, para no apreciarnos nunca.

No debes sufrir a causa del egoísmo de otras personas, porque muchas veces intentan resolver los problemas de su propia vida, acosando a los demás. No les hagas caso. Incluso si te insultan o te hacen sentir mal porque te desprecian, tienes todo el derecho a denunciarlos. Los demás no pueden robarnos la vida, no dejes que lo que otros hagan te rompa el corazón.

No cedas a la presión de los demás, ni pienses que debes hacer lo que ellos dicen para sentirte aceptado. No creas que esas relaciones son buenas para ti, si te esclavizan de una manera directa o indirecta. Los que nos acosan y nos obligan a vivir como ellos quieren, tarde o temprano nos dejarán de lado y nos abandonarán.

¡No te desesperes si lo hacen! Es mucho mejor encontrar nuestro lugar porque somos diferentes, que dejarnos arrastrar por lo que otros quieren. Recuerda siempre que ¡Son los diferentes los que transforman el mundo! Dios nos hizo a cada uno de una manera determinada ¡Somos originales y únicos! Así debemos tratar a los demás y ellos a nosotros.

Si alguien te desprecia porque “no eres como…”, deja de prestarle atención. La maldad tiene muchos disfraces y tenemos que estar atentos a no caer en sus redes. ¡Mucho menos cuando te quieren obligar a tomar determinadas sustancias, o caer en actividades delictivas, simplemente para demostrar tu valor! No lo hagas. Vas a tomar muy malas decisiones cuando estés bajo esos efectos. Quién realmente te quiere, no va a pedirte que hagas nada equivocado.

Nuestra música es sublime, aunque de vez en cuando “desafinemos”.

Antônio Carlos Jobim compuso una canción que ha dado la vuelta al mundo. La letra es de aquellas que te conmueven, porque habla de una manera muy original sobre lo que significa el valor que tenemos cada uno:

 

“Si dices que desafino, amor mío,

Que sepas que eso en mí provoca un dolor inmenso Sólo los más privilegiados tienen un oído igual al tuyo. Yo tengo sólo el que Dios me dio (…)

 Mi amor es el mayor que puedes encontrar

Pero tú con tu música olvidaste lo principal:

Que en el pecho de los desafinados, también late un corazón”. (4)

 

Parece algo obvio, pero es una manera genial de decir que todas las personas del mundo tienen un corazón: todos tienen sentimientos, todos pueden sentirse heridos alguna vez, todos tienen el derecho a vivir, todos necesitan cariño, todos llevan la imagen de Dios en sus vidas, aunque de vez en cuanto desafinen. Todos fuimos creados por Él, aunque alguna que otra vez nuestra “música” no sea la más adecuada.

Normalmente pasamos demasiado tiempo mirando hacia nuestro interior, pensando en lo que hacemos, en nuestras actitudes y habilidades, en nuestras motivaciones, en lo que hacemos bien o mal… ¡Demasiado tiempo enfocándonos en nosotros mismos sin mirar a Dios! Y eso termina por entristecer nuestro corazón de una manera que ni podemos imaginar.

No estamos diciendo que tenemos que vivir experiencias extraordinarias, aunque a veces Dios mueve todos los hilos para que sea así, sino de caminar con Él cada día, conocerle más a cada momento que pasa, disfrutar con Él, hablándole y escuchándole en la rutina de nuestra vida. Se trata de comprenderle mejor y amarle más. ¡Más allá que conocer sus planes y cumplirlos a rajatabla! Se trata de saber que nos sigue amando, aunque de vez en cuando desafinemos… aunque, a decir verdad, ¡ningún hijo desafina cuando le canta una canción de amor a su padre!