El colega que se roba el mérito constantemente. El amigo tóxico con talento para drenar toda nuestra energía. El conocido que hace comentarios hirientes bajo un: «Solo estoy bromeando, ¿por qué eres tan sensible?». Todos tenemos a alguien en la vida que es un poquito difícil de amar.

Cada día oramos por nuevas fuerzas para que podamos seguir el llamado de Jesús a amar a nuestros enemigos y orar por los que nos persiguen (Mateo 5:43-44). Sin embargo, cuando llega el fin de semana, estamos acabados y cansados y nos encontramos tirándoles dardos mentales.

Aun así, porque Dios nos amó primero, Él quiere que amemos a esas personas (Juan 13:34). Pero como no es fácil, aquí tenemos algunos consejos que pueden ayudarnos a amar a esa persona quisquillosa.

 

Acepta que implica un esfuerzo

Nos encantaría poder amar a esa colega frustrante, pero tiene una risa tan fastidiosa que tendría harto a cualquiera, y, además, tiene el hábito de hablar de las personas a sus espaldas. La sociedad no nos culpará si empezamos a quejarnos de otros, pero ¡estas son algunas de nuestras mejores oportunidades de mostrar el amor de Dios!

La realidad es que amar implica un esfuerzo, pero podemos pedirle a Dios que nos ayude a amar a personas difíciles dándonos paciencia y sabiduría. No hay duda de que es más fácil amar a los que nos aman, pero no hay mérito en ello (Lucas 6:32). Sí, ser amable con los colegas que apuñalan por la espalda puede ser tedioso al inicio, pero mientras nos esforzamos por mostrarles amabilidad, con el tiempo, eso podría terminar ablandando sus corazones. No obstante, sea cual sea el resultado, la verdadera consolación debería venir del hecho de que estamos completando una pequeña parte de la voluntad de Dios para con nosotros, ser una vasija para su amor.

 

Indaga más allá de la superficie

Lo hemos escuchado antes: las personas heridas hieren a otras personas, y una razón por la que el amigo tóxico es tan tóxico podría ser sus propias inseguridades. Sea que esté menospreciando a otros o alardeando sobre sus éxitos constantemente, este amigo desgasta lentamente nuestra salud mental y emocional.

Pero, ¿qué pasa si damos un paso hacia atrás y tratamos de ser empáticos con él? El amigo excesivamente competitivo que presume de cada logro o el escalador empresarial inescrupuloso podrían tener dificultades para dejar que su autoestima esté obsesionada con desempeños y logros.

Sin justificar sus acciones, podemos darnos un tiempo para entender su trasfondo. Eso puede darnos una idea de su quebrantamiento, equipándonos para amarlos de una manera más sabia. Y quizá incluso nos ponga en una mejor posición para contarles sobre nuestro Dios que sana y llena corazones. Recordemos que Jesús ama a los quebrantados, antipáticos y a los indignos, y que ellos son preciosos para Él.

 

Suelta tus expectativas

Hacerse amigo del nuevo en la escuela o en el trabajo porque parecía que les vendría bien una cara amable no funcionó. De un momento al otro, nos abandonó por personas más populares, dejando atrás el aguijón de la traición. Además, nos deja pensando qué sentido tiene mostrar amor si las cosas terminan así.

El asunto es, a veces tratamos al amor como una transacción, y esperamos que sea recíproco. Y cuando no lo es, nos sentimos rechazados, Pero si hemos de amar como Dios (Romanos 5:8), entonces debemos amar incondicionalmente. Esto significa amar a otros sin esperar nada a cambio.

El mandamiento de amar a nuestros enemigos y de orar por ellos (¡o bendecirlos!) va en contra de una sociedad que nos dice que pensemos primero en nosotros mismos. Sin embargo, tenemos a un Salvador que hizo lo mismo por nosotros. Y si nuestro deleite está en Él, Dios promete darnos todo lo que necesitamos para amar al que nos saca de las casillas (Salmo 37:4). A cambio, nuestras buenas obras inspiran a otros a volverse y glorificar a nuestro amado Padre (Mateo 5:15-16).

Publicado originalmente en YMI que forma parte de Ministerios Nuestro Pan Diario, en inglés. Traducido y republicado con permiso.