Presos liberados
Cuando mi esposa y yo visitamos un museo de la Fuerza Aérea de nuestro país, nos conmovió particularmente la sección de los prisioneros de guerra, donde se recreaban las barracas de un campamento alemán de prisioneros. Mi suegro formó parte de esa fuerza en misiones aéreas sobre Europa durante la Segunda Guerra Mundial. Más de 26.000 hombres murieron y no menos de 47.000 fueron heridos, entre los cuales estaba él, uno de aquellos prisioneros de guerra. Mientras recorríamos la exposición, recordábamos cómo nos contaba sobre la alegría incontenible que él y sus compañeros sintieron cuando los liberaron.
Nada de extranjeros
En una zona remota de Ghana, donde viví cuando era chico, un proverbio común era: «A la hora de comer, nada de amigos». La gente del lugar consideraba descortés visitar a alguien a esa hora porque la comida solía escasear. La máxima también se aplicaba a los vecinos y los extranjeros.
Recordatorios de Dios
Un amigo mío se refiere a Jesús como «el Gran Recordador»; y está bien, porque somos muy propensos a dudar y olvidar. Por más que Jesús suplía con frecuencia las necesidades de quienes acudían a Él, sus discípulos temían que pudiera faltarles algo. A pesar de presenciar milagros, no entendieron el concepto más profundo que el Señor quería que recordaran.
No te rindas
El Monte Tianmen, en China, es considerado una de las montañas más hermosas del mundo. Para ver sus elevadísimos acantilados en todo su glorioso esplendor, hay que tomar el teleférico Tianmen Shan, que recorre una distancia de 7.455 metros (4,5 millas). Es asombroso que este teleférico pueda cubrir semejante trayecto y subir laderas tan empinadas sin un motor interno. Sin embargo, asciende seguro a esas enormes alturas al mantenerse firmemente sujeto a un cable movido por un motor poderoso.