A menudo, detrás de la idolatría de un hombre hay un conflicto basado en la duda de si Dios podrá ofrecerle algo mejor que lo que él puede encontrar en el mundo de la pornografía.

Razones físicas. Ver pornografía inevitablemente lleva a la fantasía y a la auto estimulación; y una ración constante de imágenes para adultos y de desahogo físico termina afectando a la química corporal del hombre. Cuanto más habitual se hace, tanto más su cuerpo comienza a esperar el mismo estímulo y la misma euforia. Esta dependencia física no justifica la responsabilidad de mirar imágenes sexualmente explícitas, pero comienza a explicar por qué tantos hombres permanecen enredados en la telaraña de la pornografía.

Cuando a un adicto se le corta la pornografía, experimenta síntomas físicos de abstinencia. Esto desencadena un fuerte impulso para recuperar un sentido del equilibrio. Muchos adictos sexuales informan que la abstinencia de una adicción sexual es mucho más prolongada e intensa que la abstinencia de las drogas o el alcohol.

Pero, por supuesto, hay mucho más que un simple apego físico. Por más intensa que sea esta conexión, hay razones aún más profundas que explican por qué un hombre sigue mirando pornografía.

 

Beneficios personales

Los hombres no se vuelven adictos tan solo al material para adultos. Se vuelven adictos a los efectos que este ejerce sobre ellos al mirarlo, hasta un punto en que parece que no pueden vivir sin él; y el beneficio va mucho más allá de la simple gratificación sexual. Ver pornografía satisface algo muy importante en el fondo del corazón de un hombre. Al analizar el corazón de los hombres adictos a la pornografía, descubrimos que hay al menos tres beneficios personales que les llevan a seguir procurando más.

 

1. Un escape fácil

A veces, un hombre se lanza al mundo de la pornografía simplemente para desligarse de las presiones de su vida. Quizá, experimente cierta tensión y agotamiento por las demandas que se le han impuesto, ya sea del empleo, el matrimonio, la familia o la iglesia. Y, con muy poco esfuerzo, puede permitirse una fantasía sexual y fácilmente encontrar el descanso que a menudo cree que se merece.

Junto con su intento de escapar, los hombres también buscan llenar el vacío que tienen dentro.

 

2. Una falsa afirmación

Todos los hombres tienen un deseo dado por Dios de ser fuertes. Anhelamos saber que tenemos lo necesario para ser firmes y enérgicos y lidiar con los desafíos de la vida.

Trágicamente, el mundo está lleno de hombres inseguros de sí mismos. En vez de sentirse confiados, en las vidas de la mayoría, hay personas y eventos que les han hecho sentirse débiles e ineptos en muchas áreas fundamentales.

Si bien la mayoría de los hombres trata de esconder sus dudas e inseguridades detrás de una fachada bien ensayada, su corazón sigue anhelando afirmación, como los pulmones ansían el oxígeno. Y, al mirar imágenes para adultos, el hombre cree que encuentra aquello que ansía.

El mundo de fantasía de la pornografía es un lugar donde un hombre inseguro puede ir para sentirse mejor consigo mismo. Imaginar que la atractiva mujer que está mirando le corresponde de buena gana y que él la complace provee un poderoso estímulo a la confianza en sí mismo. Aun cuando sea de corta vida y artificial, fantasear con conquistar sexualmente a la belleza que aparece en la imagen lo ayuda a conseguir un falso sentido de fortaleza y seguridad en sí mismo.

 

3. Una falsa aventura

Algo ausente en la vida de un hombre absorto en el mundo de la pornografía es la aventura. Dios nos dio a todos el anhelo de correr ciertos riesgos y, a veces, de salir de nuestra comodidad. Quiso que nos atreviéramos a grandes cosas y nos arriesgásemos por una causa mayor. Por supuesto, eso no quiere decir que debamos vivir despreocupada y tontamente. Hay un momento para sopesar los riesgos y calcular el costo. Pero también, a veces hay que seguir a Dios y arriesgarse a lo desconocido, a expensas de todo lo demás.

Si bien tener una amistad con Dios y seguir su llamado para extender su reino es lo mejor que nos puede pasar, a veces, no es algo seguro. De hecho, seguir al Dios vivo a un territorio desconocido es el mayor riesgo que jamás correremos y la aventura más increíble que podamos vivir.

El problema es que ese nivel íntimo de aventura está ausente en la vida de muchos hombres. En vez de caminar con Dios y asumir sus riesgos, lo cual requiere dar un paso de fe, muchos hombres tienden a vivir vidas predecibles y a ir a lo seguro cuando más se les necesita. Tristemente, demasiados hombres que afirman tener a Jesús como su Salvador viven más como el tercer siervo en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30). A diferencia de los dos primeros siervos fieles que corrieron el riesgo, salieron e incrementaron el dinero que su amo les había confiado, el tercero fue a lo seguro. Tomó el dinero que su amo le había dejado para administrar y lo escondió en la tierra.

Una y otra vez, las historias de la Biblia muestran que la aventura forma gran parte de lo que es seguir a Dios. Pero, cuando los hombres se niegan a entrar junto al Señor en el territorio desconocido de una relación o de una nueva dirección en la vida donde el resultado es incierto, terminan sintiéndose vacíos y aburridos. En su aburrimiento, muchos hombres usan la pornografía para tratar de llenar lo que falta.

Ver imágenes para adultos puede devolver sentimientos de emoción y drama a la vida de un hombre. Incluso el riesgo de que lo atrapen proporciona una emoción que saca a un hombre de su estado «de capa caída». Y si bien muchos saben que mirar pornografía está mal y que la emoción es efímera, se aferran a ella porque es la única respuesta que se les ocurre para su aburrimiento.

Considera la historia bíblica de David y Betsabé. El rey estuvo en la posición de mirar a Betsabé mientras se bañaba porque no estaba viviendo según su propósito. En la época del año «cuando los reyes [salían] a la batalla» a dirigir a sus tropas, David, el rey guerrero, se quedó (2 Samuel 11:1-2). La historia implica que su decisión lo dejó aburrido, y este tedio le costó caro.

Ya casi al anochecer, inquieto e incapaz de dormir, el rey se levantó de la cama y comenzó a caminar por la azotea del palacio. Esa noche, no salió porque estuviera solo o extrañara a sus hombres. Estaba allí, caminando de un lado a otro como un león enjaulado porque estaba aburrido y echaba de menos comandar su ejército. Luego, vio a una bella mujer que estaba bañándose. La emoción de ver a Betsabé por primera vez aparentemente lo fascinó. Cuanto más miraba, tanto más vivo se sentía. Y aun cuando ella pertenecía a otro hombre, él usó su poder como rey para tomarla para sí.

 

Razones espirituales

Es vital que el hombre reconozca lo que consigue con la pornografía. Esto abre la puerta para que comprenda cómo la usa para lidiar con la tensión y llenar el doloroso vacío en su vida. También le ayuda a comenzar a ver las razones espirituales por las que permanece atrapado.

 

1. Idolatría

Muchos hombres aprenden a depender de la pornografía para resolver sus inseguridades, vacío y tensión. Por eso, llegan a pensar en ella como una de sus mayores necesidades. Esto no es ni más ni menos que idolatría.

A medida que la pornografía crece hasta convertirse en un ídolo en la vida de un hombre, este comienza a creer que no puede vivir sin ella. Su actitud ya no es «puedo dejarla en cualquier momento». En muchos casos, cree que, si no alquila ese DVD o no mira cómo está ese nuevo sitio en la red, va a perderse algo que necesita desesperadamente.

 

2. Incredulidad

Muchos hombres cristianos saben que está mal llenar sus mentes con imágenes sexuales y que esto reduce su capacidad de relacionarse con los demás de una manera saludable. Pero, en lo más profundo de su corazón, no les importa. En la mayoría de los casos, no es que un hombre no pueda dejar la pornografía; no quiere dejarla porque cree que nada más llenará su vacío.

A menudo, detrás de la idolatría de un hombre hay un conflicto basado en la duda de si Dios podrá ofrecerle algo mejor que lo que él puede encontrar en el mundo de la pornografía. Los hombres suelen pensar que la confianza en ellos mismos y la aventura que obtienen en el mundo de fantasía de cuerpos perfectos y seducción no pueden superarse.

Isaías 22 nos da un ejemplo de este tipo de incredulidad espiritual en los corazones del pueblo de Dios. El profeta previó que Jerusalén sería atacada por un ejército extranjero. En vez de volverse a Dios en busca de ayuda y provisión, el pueblo decidió manejar la situación por su cuenta. Cuando sus esfuerzos fallaron, vino la desesperanza. Resignándose a la derrota, el pueblo dijo: «Comamos y bebamos, que mañana moriremos» (v. 13). En otras palabras: «Lo menos que podemos hacer es darnos la gran vida hoy, porque es lo único que nos queda».

Cuando un hombre no cree que Dios puede ofrecerle una alternativa mejor, toma el asunto en sus propias manos y comienza a conformarse con lo que puede obtener. En muchos casos, algo que hace crecer la incredulidad del hombre es una comprensión incompleta del cristianismo, la cual reduce seguir a Dios a poco más que vivir bien, manteniendo una lista de reglas externas. Muchos hombres que han caído en pecado sexual han tratado de cumplir externamente con las normas legalistas de su comunidad religiosa. Pero no sirvió de mucho. En todo caso, empeoró su aburrimiento. Un hombre dijo que, si guardar las reglas era lo mejor que el cristianismo tiene para ofrecer, entonces preferiría quedarse con la pornografía.

Cumplir una serie de reglas no hace mucho por el corazón del hombre (2 Corintios 3:6). En sí, es aburrido y no puede competir con el emocionante mundo de las imágenes cargadas de contenido sexual. Pero parte de la buena noticia del cristianismo es que seguir a Jesús es mucho más que simplemente seguir una lista de cosas que se deben o no se deben hacer. Jesús no sacrificó su vida tan solo para que pudiéramos enderezar nuestro comportamiento. Nos rescató del pecado y la muerte para restaurarnos para sí y para que cumpliéramos el propósito para el que fuimos creados. Porque Dios envió a Jesús al mundo «para que vivamos por medio de Él» (1 Juan 4:9).

 

3. El maligno

La idolatría y la incredulidad no son lo único que se interpone entre un hombre atrapado en la pornografía y la vida plena en Cristo. También hay un enemigo real que hará todo lo que pueda para impedir que tengamos una relación con Dios, a quien él mismo dio la espalda hace mucho tiempo.

Es de vital importancia entender que la lucha con la pornografía coincide con la advertencia de Jesús de que hay un ladrón que vino a «robar y matar y destruir» la vida que podemos tener por medio de Cristo (Juan 10:10). Esto no implica en absoluto que el hombre no es responsable de ceder a la tentación de mirar imágenes sexualmente explícitas, pero nos ayuda a entender el papel del maligno en enardecer su batalla.

La Biblia hace referencia a Satanás como el «dios» de este mundo (2 Corintios 4:4). Él es la fuerza impulsora detrás de una oscura industria que cuelga imágenes sucias frente a los hombres para atraerlos y llevarlos lejos de lo que pueden llegar a ser, y del camino superior creado para ellos. Incluso es quien orquesta algunos de los momentos de tentación sexual.

Por supuesto, el hombre siempre es completamente responsable cuando sucumbe a la tentación sexual. Pero la idea de «darse un gusto» no siempre viene de la bestia en su interior. Hay momentos en que un hombre puede estar ocupándose de sus tareas diarias y de repente sentir un fuerte impulso de ver pornografía. Ya sea que la tentación haya sido activada por un anuncio que aparece en el ordenador, un anuncio en la televisión, o un pensamiento «al azar» que parece salir de la nada, no es algo que se buscó. Es como si la tentación acechara. Algunas veces, la tentación viene del maligno que anda rondando como un león hambriento «buscando a quien devorar» (1 Pedro 5:8).

En última instancia, Satanás es el autor de la siniestra mentira de que Dios no puede ofrecer nada mejor que los inmediatos placeres del pecado. El maligno ha estado vendiendo diferentes versiones de esta mentira desde aquel fatídico día en el Edén, cuando le mintió a Eva acerca de su Creador (Génesis 3:1-4). Él puede ser especialmente convincente en un momento de tentación sexual, ya sea que haya orquestado la tentación o no. Y, cuanto más participen los hombres de sus mentiras, tanto más quedarán atrapados.

 

Extrato do libreto – “El valor el estres”  de la serie Tiempo de Buscar de Ministerios Nuestro Pan Diario.