Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. – JUAN 10:14

 

Lectura bíblica para hoy: Juan 10:7-18

 

A la gente no le gustan los cambios; al menos, esto es lo que oigo. Pero, en general, quienes más resistimos somos los que creemos que empeorarán nuestra situación en vez de mejorarla. Ilusionados, cambiamos de trabajo cuando esto significa mayor sueldo e influencia o nos mudamos alegremente a una casa más grande en un mejor vecindario. Así que, no es el cambio en sí lo que detestamos, sino aquello que implica una pérdida; a veces, física, otras veces, emocional o psicológica.

Los cambios son tanto inevitables como necesarios. Si todo sigue igual, nadie crece. Pero nosotros tenemos un Pastor que nos guía a través de esos cambios y nos lleva a un lugar mejor. Llegar allí quizá resulte difícil, como lo fue para los israelitas hasta que entraron en la tierra prometida. Cuando su situación empeoraba en vez de mejorar, se quejaban (Éxodo 15:24; Números 14:2). Pero tenemos el ejemplo de Jesús. En menos de una semana, pasó de ser el líder de muchos a que todos lo abandonaran. Entre el Domingo de Ramos y el Viernes Santo, el buen Pastor se convirtió en el Cordero pascual. Como Cristo atravesó voluntariament e el sufrimiento, Dios lo exaltó al lugar más elevado (Juan 10:11; Filipenses 2:8-9).

No todo cambio es agradable; sin embargo, cuando Aquel que nos ama nos guía a un sitio mejor, no tenemos que temer.