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Articles by Xochitl Dixon

Propiedad de Dios

Un día, mientras vivía con mi mamá enferma, para cuidarla, visitamos una exposición de arte. Estábamos emocional y físicamente agotadas. Observé dos botes de remo de madera cubiertos de colorido arte murano inspirado en señuelos de pesca y arreglos florales. Estaban frente a una pared negra sobre una superficie reflectante: el Ikebana y botes flotantes. Esferas de vidrio moteadas y con rayas estaban apiladas en el bote más pequeño. Del casco del segundo bote se elevaban esculturas largas y curvas, como llamas ardientes. El artista había moldeado cada pieza de vidrio derretido con el fuego del proceso de soplar vidrios.

Extender el amor de Dios a tu prójimo

Un día de invierno en Michigan, un repartidor vio a una anciana quitando la nieve de su garaje. Se detuvo y convenció a la mujer de 81 años de que lo dejara terminar la tarea. Preocupada de que él entregara tarde los otros paquetes, ella tomó otra pala. Así trabajaron lado a lado durante casi 15 minutos, mientras sus vecinos miraban de lejos. «Estoy tan agradecida de que me ayudaras —dijo ella—. Te envió Dios».

Humilde pero amado por Dios

Un día, en la iglesia, saludé a una familia nueva. Me arrodillé junto a la silla de ruedas de su hijita, le presenté mi perra de servicio, Callie, y le elogié sus bonitas gafas rosa y sus botas. Aunque no podía hablar, su sonrisa me dijo que disfrutaba de nuestra conversación. Otra niña se acercó, evitando mirar a mi nueva amiga, y susurró: «Dile que me gusta su vestido»; a lo que respondí: «Díselo tú. Es amable, igual que tú». Le expliqué cuán fácil era hablar con nuestra nueva amiga aunque se comunicara de manera diferente, y cómo mirarla y sonreírle la haría sentir aceptada y amada.

Mejor que la vida

Después de otro problema de salud inesperado, fui con mi esposo y otras personas a un retiro en las montañas. Subí con dificultad la escalera hacia una pequeña iglesia en la cima de una colina. Sola en la oscuridad, me detuve a descansar sobre un escalón. «Ayúdame, Señor», susurré mientras comenzaba la música. Lentamente, llegué al pequeño salón. Respiré profundo aun dolorida, ¡agradecida de que Dios nos oye en el desierto!

Devolverle a Dios

Un año, los líderes de nuestra congregación nos invitaron a dar ofrendas, además de las semanales, para construir un gimnasio para servir a la comunidad. Después de considerar en oración los gastos médicos por padecer una discapacidad, le pregunté a mi esposo: «¿Estás seguro de que podemos hacerlo?». Él asintió y dijo: «No le estamos dando a Dios nada que…

La verdad nunca cambia

Cuando mi hijo Xavier era pequeño, leímos juntos un cuento para niños sobre un muchachito que se rebeló contra su maestra al referirse a un bolígrafo con un nombre inventado. El alumno convenció a sus compañeros de quinto grado de usar ese nuevo nombre. La noticia sobre el reemplazo de nombre se extendió por todo el pueblo. Al final, todo el país cambió la manera de referirse a los bolígrafos, solo porque otros aceptaron como una verdad universal la realidad inventada por un niño.

Nuestro Padre confiable

Mi hijo Xavier, que mide casi 1,90 de altura, levantó fácilmente en el aire a su hijito, Xarian, que se reía nervioso. Aseguró en la palma de su gran mano los pequeños pies de su hijo, extendió su largo brazo y lo alentó a equilibrarse solo, pero manteniendo su mano libre lista para agarrarlo si era necesario. Xarian se paró con las piernas extendidas. Con una sonrisa amplia y los brazos colgando al costado, miraba fijo a su padre.

Dios usa nuestras historias

Abrí mi caja de los recuerdos y saqué un pequeño broche del tamaño y forma exactos del pie de un bebé de diez semanas que no había nacido. Acariciando los diez deditos, recordé la pérdida de mi primer embarazo. Me dolía saber que los pies de mi bebé eran tan reales como el corazón que una vez latió en mi vientre. Di gracias a Dios por sacarme de la depresión y usar mi historia para consolar a otros que lamentaban la pérdida de un hijo. Más de dos décadas después, mi esposo y yo llamamos a la bebé Kai, que significa «regocijo». Aunque todavía me duele, puedo ayudar a otros con lo que experimenté.

Dios nos oye

El niño llamó al número de emergencias. El operador del 911 atendió. «Necesito ayuda —dijo el muchachito—, tengo que hacer restas». La operadora procedió a ayudarlo, hasta que oyó que una mujer entraba en el cuarto y decía: «Juani, ¿qué estás haciendo?». Él le explicó que no podía resolver su tarea de matemáticas, así que hizo exactamente lo que su mamá le había enseñado para cuando necesitara ayuda. Y llamó al 911. Para Juani, su necesidad en ese momento era una emergencia. Para el compasivo oyente, ayudar al niño con su tarea fue la prioridad.

Parecerse más a Jesús

Dios diseñó el gran búho gris como un maestro del camuflaje. Sus plumas plateadas tienen un patrón de colores que le permite parecerse a la corteza cuando está posado en los árboles. Cuando no quiere que lo vean, se esconde a plena vista, combinándose con el entorno mediante la ayuda de su camuflaje plumoso.