Los poderosos y los débiles
El equipo de fútbol americano de la Universidad de Iowa tiene una tradición conmovedora. El Hospital de Niños Stead Family se encuentra al lado de su estadio, y el piso superior tiene ventanales desde donde se ve el campo de juego. Cuando hay partidos, los niños enfermos y sus familiares observan desde allí, y al final del primer cuarto, entrenadores, deportistas y miles de aficionados miran hacia el hospital y saludan. En esos instantes, los ojos de los niños se iluminan. Es conmovedor ver que todos hacen una pausa y muestran su interés por ellos.
Oración y transformación
En 1982, el pastor Christian Führer comenzó reuniones de oración en la iglesia St. Nicholas en Leipzig. Durante años, un grupo pequeño se reunió para pedirle paz a Dios en medio de la violencia mundial y el opresivo régimen de Alemania Oriental. Aunque las autoridades comunistas vigilaban de cerca a las iglesias, eso no les preocupó hasta que la asistencia aumentó, al punto de convertirse en reuniones masivas fuera del edificio. El 9 de octubre de 1989, 70.000 personas se reunieron y protestaron pacíficamente. Unos 6.000 policías estaban listos para actuar ante cualquier provocación, pero la multitud se mantuvo tranquila. Los historiadores consideran que ese día fue un punto de inflexión. Un mes más tarde, cayó el muro de Berlín. Todo comenzó con una reunión de oración.
La memoria infalible de Dios
Un hombre tenía más de 400 millones de dólares en bitcoins, pero no podía disponer ni de un centavo. Perdió la contraseña del módulo que almacenaba sus fondos, y después de diez intentos, el dispositivo se autodestruiría. Una fortuna perdida para siempre. Durante una década, el hombre había agonizado tratando desesperadamente de recordar aquella contraseña. Intentó ocho veces, y las ocho veces falló. En 2021, lamentó tener solo dos oportunidades más antes de que todo se hiciera humo.
Lo que solo el Espíritu puede hacer
Durante una entrevista al teólogo Jürgen Moltmann respecto a un libro sobre el Espíritu Santo, un periodista le preguntó: «¿Cómo se puede activar al Espíritu Santo? ¿Se puede tomar alguna píldora? ¿Acaso las empresas farmacéuticas [entregan el Espíritu]?». Moltmann se mostró asombrado. Sacudió la cabeza, sonrió y respondió: «¿Qué puedo hacer? No hagas nada. Espera en el Espíritu, y el Espíritu se manifestará».
¿Quién soy?
En 1859, Joshua Abraham Norton se declaró emperador de los Estados Unidos. Había hecho (y perdido) su fortuna con el comercio marítimo en San Francisco, pero quería una nueva identidad: el primer emperador de Estados Unidos. Cuando el periódico San Francisco Evening Bulletin publicó el anuncio del «emperador» Norton, la mayoría de los lectores se rieron. Norton imprimió su propia moneda y usaba uniformes militares diseñados por sastres locales. Alguien dijo que «parecía todo un rey». Pero, por supuesto, no lo era. No podemos inventar quiénes somos.
En casa con Jesús
Hace años, trajimos a casa de un refugio de animales un gato negro adulto llamado Juno. Yo solo quería ayuda para reducir la población de ratones, pero el resto de la familia quería una mascota. El refugio nos dio instrucciones rigurosas sobre cómo establecer una rutina alimentaria durante la primera semana para que Juno aprendiera que nuestra casa era su hogar; el lugar al que pertenecía y donde siempre tendría alimento y protección. De este modo, aunque Juno vagara, al final siempre volvería a casa.
Dios nos conoce
Hace poco, vi una foto de la escultura de Miguel Ángel, Moisés, donde se señalaba un pequeño músculo abultado en su brazo derecho: el extensor propio del meñique. Su contracción solo aparece cuando alguien levanta el dedo pequeño de la mano. Miguel Ángel, conocido como un maestro de los detalles, prestaba especial atención a los cuerpos humanos que esculpía, agregando características que la mayoría pasaría por alto. Conocía el cuerpo humano como pocos escultores, pero los detalles que tallaba en la piedra eran sus intentos de revelar algo más profundo: el alma, el interior de los seres humanos. Y por supuesto, en eso siempre se quedaba corto.
Bendición en las lágrimas
Recibí un email de un joven que explicaba que su padre (de tan solo 63 años) estaba muy grave en el hospital y su vida pendía de un hilo. Aunque no nos conocíamos, el trabajo de su papá y mi trabajo compartían muchas intersecciones. El hijo, en un intento de animar a su padre, me pidió que le enviara un mensaje de video para alentarlo. Profundamente conmovido, grabé un breve mensaje y una oración pidiendo sanidad. Me dijeron que el hombre miró el video y levantó el pulgar con entusiasmo. Tristemente, un par de días después, el hombre falleció. Había sostenido la mano de su esposa mientras daba su último aliento.
Un amor como brasas de fuego
El poeta, pintor y litógrafo William Blake disfrutó 45 años de matrimonio con su esposa Catherine. Desde su casamiento hasta la muerte de él, trabajaron lado a lado. Ella ponía color a los dibujos de él, y la devoción de ambos soportó años de pobreza y otros desafíos. Ya enfermo, el último dibujo de Blake fue el rostro de su esposa. Cuatro años después, ella murió apretando en su mano uno de los lápices de su esposo.
Terminar bien
A los 103 años de edad, Man Kaur compitió como la atleta femenina de más edad de la India en el Campeonato Mundial de Veteranos de Atletismo de 2019, en Polonia. Lo sorprendente es que ganó el oro en cuatro disciplinas: lanzamiento de jabalina y de bala, carrera de 60 metros y de 200 metros. Lo más asombroso es que corrió más rápido que en el campeonato de 2017. Esta bisabuela, en su segundo siglo de vida, mostró cómo terminar bien.