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Articles by Tim Gustafson

Volver a las bases

Pareciera que las resoluciones están hechas para romperlas. Algunas personas ponen humor a esta realidad al proponer promesas para el nuevo año que son —por así decir— realizables. Por ejemplo: saludar a los otros conductores en los semáforos; anotarse en una maratón y no correrla; dejar de posponer cosas… mañana; perderse sin que Siri nos ayude, etcétera.

La generación de ahora

«Nunca confíes en nadie que tenga más de 30 años de edad», dijo el joven ecologista Jack Weinberg, en 1964. Su comentario estereotipó a toda una generación, algo que Weinberg terminó lamentando. Al mirar atrás, declaró: «Algo que dije sin pensar […] se malinterpretó».

Alcanzar a otros para Cristo

Hace una década, no conocían el nombre de Jesús. Escondido en las montañas de Mindanao, en Filipinas, el pueblo banwaon casi no tenía contacto con el mundo exterior. Ir a buscar provisiones podía llevar dos días de dura caminata por un terreno escarpado. El mundo los ignoraba.

Contrarrestar la celebración

Elisa quería encontrar una manera de contrarrestar la celebración. Muchos de los adornos que veía parecían festejar la muerte; a veces, de formas horripilantes y macabras. Decidida a neutralizar esa tenebrosidad, empezó a escribir con un marcador indeleble sobre una calabaza cosas por las cuales estaba agradecida. «El brillo del sol» fue lo primero. Poco después, los visitantes agregaron otras cosas. Algunas, extravagantes, como por ejemplo: «garabatear». Otras, prácticas: «una casa acogedora», «un auto que funciona». Y otras, conmovedoras, como el nombre de un ser querido que había partido.

Palabras que permanecen

A comienzos del siglo xix, Thomas Carlyle le dio un manuscrito al filósofo John Stuart Mill para que lo revisara. Accidental o intencionalmente, el manuscrito cayó al fuego… la única copia de Carlyle. Sin inmutarse, se puso a trabajar para reescribir los capítulos perdidos. Las llamas no pudieron detener la historia, que permanecía intacta en su mente. De esa gran pérdida, produjo su monumental obra La revolución francesa.

La huida de Icabod

En La leyenda del jinete sin cabeza, Icabod Crane quiere casarse con una joven llamada Katrina. La clave de la historia es un jinete sin cabeza que acosa el campo colonial. Una noche, Icabod se encuentra con una aparición fantasmagórica a caballo y huye de la región aterrorizado. Ese «jinete» es, en realidad, otro pretendiente de Katrina, el cual termina casándose con ella.

Fuera del campamento

El viernes era día de mercado en el pueblo rural de Ghana donde crecí. Todavía recuerdo a una vendedora en particular. Tenía los dedos carcomidos por la lepra, así que se agachaba en su tapete y servía su producción con una calabaza ahuecada. Algunos la esquivaban, pero mi mamá se proponía comprarle algo siempre. Solo la veíamos los días de mercado. Después, desaparecía a las afueras del pueblo.

Una fe activa

El padre de Samuel tuvo que huir por su vida durante un golpe militar. Ante la pérdida repentina de ingreso económico, la familia no pudo comprar un medicamento vital para el hermano de Samuel. Furioso con Dios, Samuel pensó: ¿Qué hicimos para merecer esto?

Anhelar a Dios

Cuando Carlos y Sara García se mudaron a unos ocho kilómetros, su gato Silvestre expresó su desagrado escapando. Un día, Sara vio una foto de su antigua casa en las redes sociales… ¡y allí estaba Silvestre!

Dios está allí

Aubrey le llevó a su padre anciano un saco forrado con lana, pero él murió antes de poder usarlo. Entonces, ella puso una nota de aliento y 20 dólares en el bolsillo, y lo donó a una organización de caridad.