Escuchar a Cristo y no el caos
Después de mirar las noticias durante horas, el anciano se ponía agitado y ansioso… le preocupaba que el mundo se estuviera viniendo abajo. «Por favor, apaga eso», le rogaba su hija. Pero el hombre seguía metido en las redes sociales y otras fuentes de noticias.
Confiar en la previsión de Dios
Mientras conducíamos hacia un lugar desconocido, mi esposo notó que el GPS parecía de repente equivocado. Después de entrar en una gran autopista, se nos indicó salir y seguir por una «ruta lateral». Aunque no veía que los autos frenaran, Dan dijo: «Bueno, voy a confiar». Y unos 15 kilómetros después, el tránsito de la autopista estaba casi detenido. ¿El problema? Obras en construcción. ¿Y el camino lateral? Con poco tráfico, nos abrió paso hacia nuestro destino. «No podía ver adelante —agregó—, pero el GPS sí». Y coincidimos: «Igual que Dios».
Las aves del cielo
El sol estival estaba saliendo y mi risueña vecina, al verme frente a mi casa, me susurró que me acercara. «¿Qué pasa?», dije intrigada en voz baja. Señaló hacia el porche, donde había una pequeña taza de paja encima de un escalón. «El nido de un colibrí —susurró—. ¿Ves las crías?». Los dos picos, pequeños como alfileres, apenas se veían mientras apuntaban hacia arriba. «Están esperando a la mamá». Nos quedamos allí, maravilladas. Saqué el teléfono para tomar una foto. «No te acerques mucho —dijo ella—. Que la madre no se asuste». Y así, adoptamos, desde lejos, una familia de colibrís.
Agua viva
El ramo de flores venía de Ecuador. Cuando llegaron a mi casa, estaban caídas y tristes. Las instrucciones indicaban reavivarlas con agua fresca. Pero antes, había que recortar los cabos para que pudieran absorber el agua más fácilmente. ¿Sobrevivirían?
Aprender y amar
En una escuela primaria de Greenock, Escocia, tres maestras con licencia por maternidad llevaban a sus bebés a la escuela cada 15 días para interactuar con los alumnos. Jugar con bebés les enseña a los niños a tener empatía por otras personas. A menudo, los más receptivos son los alumnos «un poco complicados», como dijo una maestra. Al interactuar uno a uno, aprenden cuánto trabajo requiere cuidar a un niño y cómo son los sentimientos de los demás.
Fuerza para abandonar
Conocido una vez como el hombre más fuerte del mundo, el levantador de pesas Paul Anderson estableció un récord mundial en las Olimpíadas de 1956, en Melbourne, Australia, a pesar de estar con una grave infección de oído y mucha fiebre. Lejos de los primeros puestos, su única chance para una medalla dorada era lograr un nuevo récord.
Seguido por la bondad de Dios
Durante la escuela secundaria, trabajé en una tienda de ropa para mujeres, donde una guardia de seguridad se vestía de compradora y seguía a mujeres que creía que podrían robar algo. A las que no se las consideraba una amenaza, nadie las seguía. A mí misma me han registrado y seguido en algunas tiendas; una experiencia interesante porque reconozco la táctica.
Un bocadillo humilde
La bolsa de papas fritas era pequeña, pero le enseñó una gran lección a una misionera norteamericana. Una noche, mientras trabajaba en República Dominicana, llegó a una reunión de la iglesia y, cuando abrió su bolsa de papas, una mujer que apenas conocía extendió la mano y se sirvió algunas. Otros también lo hicieron.
Entregarle a Dios mi trabajo
La revista para la que escribía me parecía «importante», así que me esforcé para presentar el mejor artículo posible al editor en jefe. Presionada por satisfacer sus estándares, reescribía una y otra vez mis pensamientos e ideas. Pero ¿cuál era mi problema? ¿El tema desafiante? ¿O mi verdadera preocupación personal: Me aprobaría el editor a mí y no solo mis palabras?
Plantado en Dios
«El viento agita las lilas»; así comienza el poema de Sara Teasdale titulado May [Mayo], donde describe una visión de los arbustos de lilas que se sacuden con las fuertes ráfagas. Pero se lamentaba de un amor perdido, y su poema pronto se volvió triste.