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Articles by Mike Wittmer

Amontonar brasas sobre los enemigos

Daniel soportaba golpizas diarias del mismo guardia de la prisión. Sentía que Dios lo instaba a amar a ese hombre, así que una mañana, antes de que comenzara la paliza, dijo: «Señor, si lo voy a ver todo los días por el resto de mi vida, hagámonos amigos». El guardia respondió: «No, nunca seremos amigos». Daniel insistió, extendiendo la mano para estrechársela.

Ahora está vacía

Mis hermanos y sus familias pasaron el día mudando las pertenencias de nuestros padres de la casa donde nos criamos. A la tardecita, volvimos para sacar las últimas cosas y, sabiendo que sería la última vez allí, nos tomamos una foto. Intentaba contener las lágrimas cuando mi madre me miró y dijo: «Está vacía ahora». Eso me destrozó. La casa que guardaba 54 años de recuerdos ahora quedaba sola. Trato de no pensar en eso.

Jesús es la respuesta

Cuenta la historia que, en la gira de conferencias de Albert Einstein, su chofer mencionó que había escuchado tantas veces su discurso que él mismo podía darlo. Einstein sugirió que cambiaran de lugar en la próxima universidad, y el chofer accedió. Cuando llegó el momento de preguntas y respuestas, alguien hizo una pregunta con agresividad, y el chofer respondió: «Me sorprende que haga una pregunta tan sencilla que incluso mi chofer puede responder». Entonces, este «chofer» —el mismísimo Albert Einstein— respondió la pregunta. Así termina esta historia divertida pero ficticia.

Suéltalo

La autobiografía de Agustín, Confesiones, describe su largo y tortuoso camino a Jesús. Una vez, cabalgaba hacia el palacio para elogiar en un discurso al emperador. Le preocupaba cómo recibiría esas frases engañosamente lisonjeras, cuando vio a un borracho que hacía chistes y se reía. Entonces, se dio cuenta de que, con mucho menos esfuerzo, aquel hombre ya tenía la pasajera felicidad que su furtiva carrera podría brindarle. Entonces, dejó de luchar por el éxito mundano.

¿Cómo te llamas?

Joana se volvió a casar tras la muerte de su primer esposo. Los hijos de su nuevo marido nunca la aceptaron, y ahora que él también murió, la detestan por quedarse en la casa de su infancia. Dicen que les está robando su herencia. Lógicamente, Joana está desanimada y amargada.

Escoge la alegría

Carlos se sentía desanimado mientras caminaba dificultosamente por el pasillo de las verduras. Con las manos temblorosas —los primeros signos de la enfermedad de Parkinson—, se preguntaba: ¿Cuándo comenzará a desaparecer esta calidad de vida? ¿Qué significará para mi esposa e hijos? Su pesimismo quedó destruido ante una risa. Junto a las patatas, un padre empujaba en una silla de ruedas a su sonriente hijo. El hombre se inclinó y le susurró algo a su hijo, que no podía dejar de reírse. Sin duda, su condición era peor que la de Carlos, y aun así, ambos encontraban alegría donde podían.

En sus manos

William Shatner protagonizó al capitán Kirk en la serie de televisión Star Trek, pero no estaba preparado para un viaje verdadero al espacio. Llamó a su vuelo suborbital de once minutos «la experiencia más profunda que pude imaginar». Salió de su nave y dijo maravillado: «Ver el color azul pasando a tu lado, y estar viendo luego la oscuridad… eso impacta». Y agregó: «Miras hacia abajo y está azul, y hacia arriba y está negro […]. La belleza de ese color es tan breve, y en un instante, ya pasó».

Esperanza del gehena

En 1979, el arqueólogo Gabriel Barkay desenterró dos pequeños rollos de plata, donde se encontraron grabadas en hebreo las bendiciones de Números 6:24-26: «El Señor te bendiga, y te guarde; el Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; el Señor alce sobre ti su rostro, y ponga en ti paz». Los eruditos afirman que los rollos datan del siglo vii a.C. Son las partes más antiguas de la Escritura que se conocen.

Cuando la debilidad es fortaleza

Andrés estuvo preso dos años por servir a Jesús. Había leído historias de misioneros que se sintieron siempre gozosos durante su encarcelamiento, pero él confesó que no era su caso. Le dijo a su esposa que Dios había escogido al hombre equivocado para sufrir por Él. Ella respondió: «No, creo que eligió al correcto; no fue casual».

Huir de los pavos

Dos pavos silvestres estaban en el sendero. ¿Cuánto podré acercarme?, me pregunté. Caminé más lento hasta que me detuve. Funcionó. Los pavos caminaron hacia mí… y siguieron acercándose. En segundos, sus cabezas se balanceaban a mi lado, y luego, detrás de mí. ¿Tendrían el pico muy filoso? Hui corriendo. Finalmente, dejaron de perseguirme.