Jesús, nuestra paz
Julia gimió al ver la publicación de Susi en las redes. La foto mostraba a diez amigos de la iglesia, sonriendo alrededor de una mesa en un restaurante. Por segunda vez en el mes, se estaban divirtiendo… sin ella. Se secó las lágrimas. ¡Qué extraño asistir a la iglesia con personas que no la incluían!
Fácil y difícil
Marcos era un joven pastor prometedor. Una mañana, su hijo murió mientras jugaba a la pelota con él. Quedó devastado y aún lamenta la pérdida, pero su dolor lo hizo un pastor más compasivo. Lo he acompañado en su dolor y he pensado que su prueba ilustra una reflexión de A. W. Tozer: «Es dudoso que Dios pueda bendecir en gran manera a un hombre si antes no lo ha herido profundamente». Temo que sea cierto.
Lugar para Jesús
Me encantó pasar el fin de semana en Nueva Orleans: un desfile en el Barrio Francés, una visita al Museo de la Segunda Guerra Mundial y probar ostras a la parrilla. Pero, mientras me dormía en la habitación de huéspedes de mi amigo, extrañé a mi esposa e hijos. Disfruto predicar en otras ciudades, pero más disfruto estar en casa.
Transformación del carácter
La familia estaba reunida alrededor de Dominique Bouhours, un lingüista del siglo xvii, que estaba muriendo. Ya casi sin respirar, dijo: «Estoy por —o voy a— morir; ambas expresiones son correctas». ¿A quién le importaría la gramática en su lecho de muerte? Solo alguien que se hubiera ocupado de ella toda la vida.
Lecciones de paciencia
Bob Salem tiene el récord de velocidad en empujar un maní a la cima de Pikes Peak con un artefacto sujeto a su nariz. Lo logró en siete días. Es la cuarta persona que completa esta hazaña, lo que significa que otras tres muy pacientes lo hicieron.
Más que familia
Jon fue nombrado profesor titular en una prestigiosa universidad. Su hermano mayor, David, estaba contento, pero, como hacen los hermanos, no podía resistir bromear sobre la vez que le había ganado luchando cuando eran niños. Jon había progresado mucho en la vida, pero siempre sería el «hermanito» de David.
Pertenencia
La actriz Sally Field sintió por fin lo que todos anhelamos. Cuando ganó un segundo Oscar en 1985, exclamó al recibirlo: «Lo que más he deseado es tener el respeto de ustedes. La primera vez, no lo sentí. Pero esta vez, sí. Y no puedo negar la realidad de que les agrado; en este momento, les agrado».
Llamar a nuestro Padre celestial
Minutos después de que el presidente estadounidense Harry Truman anunció que la Segunda Guerra Mundial había terminado, un teléfono sonó en una casita de madera en Grandview, Missouri. Para atender la llamada, una mujer de 92 años se disculpó ante su invitada, que la oyó decir: «Hola… Sí, estoy bien. Sí, escuché en la radio… Ahora, ven a verme si puedes… Adiós». La anciana volvió y dijo: «Era [mi hijo] Harry. Sabía que llamaría. Siempre me llama cuando algo ha sucedido».
Casa de adoración
Cuando la Cámara de los Comunes fue bombardeada en la Segunda Guerra Mundial, el primer ministro Winston Churchill le dijo al Parlamento que debían reconstruirla según su diseño original: pequeña, para que los debates fueran cara a cara; rectangular, no semicircular, para que los políticos se movieran «por el centro». Eso preservaba el sistema de partidos de Gran Bretaña, donde la Izquierda y la Derecha estaban frente a frente, y se requería pensarlo bien antes de cambiar de lado. Churchill concluyó: «Damos forma a nuestros edificios y, después, ellos nos dan forma a nosotros».
Dioses caseros
Los hombres del grupo de estudio bíblico rondaban los 80 años, así que me sorprendió saber que luchaban con la lujuria. Una batalla que había comenzado en su juventud y que continuaba. Cada día, prometían seguir a Jesús en esta área y pedían perdón por sus fracasos.