Dios provee
Mi querida amiga Sally quería organizar una fiesta de cumpleaños para una de sus amigas. Sabía que había estado pasando por un momento difícil y deseaba ayudarla a levantar el ánimo. Pero Sally no tenía trabajo ni dinero extra para comprar comida para una linda fiesta. Entonces, miró en su refrigeradora y alacenas para ver qué tenía, y luego preparó una bonita mesa con varios artículos que tenía guardados en su casa.
La última noche de la abuela
Los sábados por la noche, mi abuela tenía una rutina: antes de acostarse, preparaba toda la ropa, incluidos los zapatos, que planeaba vestir para la iglesia a la mañana siguiente. Siempre iba al primer servicio, y quería estar lista para levantarse y salir sin ningún retraso. Un sábado por la noche, fue repentinamente hospitalizada. Poco después, Jesús la llamó y falleció. Cuando mi abuelo volvió a casa, encontró su ropa ya lista. Ella se había estado preparando, tanto para ir a la iglesia como para encontrarse con su Dios.
Las oraciones de una abuela
Durante una reunión familiar hace años, mi madre compartió unas palabras que había escrito. Honró a su abuela, una mujer que yo no había conocido pero de la que había oído hablar a menudo. Ella recordaba cómo Mama Susan se levantaba «antes del amanecer» y oraba por su familia. Qué recuerdo especial impactó la vida de mi madre; uno al que me aferro todavía hoy, aunque nunca conocí a mi bisabuela.
Una mano ayudadora
A principios del siglo xx, las leyes restringían que los negros y los inmigrantes en Estados Unidos rentaran o compraran propiedades en Coronado, California. Un negro llamado Gus Thompson (nacido en esclavitud) había comprado anteriormente a esa ley un terreno y construido una casa de huéspedes. En 1939, la rentó a una familia asiática, y finalmente les vendió la propiedad. Cerca de 85 años después, tras la venta del lugar, algunos miembros de esa familia están donando sus ganancias para ayudar a alumnos universitarios negros. Y están trabajando para ponerle el nombre de Gus y su esposa, Emma, a un centro en la Universidad Estatal de San Diego.
Hospitalidad en Jesús
Durante el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, la famosa cocinera de Nueva Orleans, Leah Chase, preparó comida para quienes marchaban por la igualdad de derechos para todos. Dijo: «Luchaban por algo y no sabían lo que iban a encontrar cuando salieran. Pero cuando estaban aquí, sabían que yo les daría de comer. Eso es lo que podía hacer por ellos».
No se ofende fácilmente
Cuando entré a mi iglesia después de varios meses de cuarentena, me entusiasmó ver miembros que no había visto durante un tiempo. Me di cuenta de que algunos, en especial los ancianos, no volverían por cuestiones de seguridad, y otros porque, lamentablemente, habían fallecido. Por eso, me emocioné al ver entrar a una pareja mayor que solía sentarse detrás de mí. Los saludé, y el hombre me devolvió el saludo, mientras su esposa me miraba fijo sin siquiera sonreír. Me dolió y me pregunté por qué.
El gozo de dar
En un vuelo de cinco horas, una mujer tejía un suéter al croché. Mientras movía sin parar la aguja con el hilo, notó que un bebé observaba fascinado sus movimientos. Entonces, tuvo una idea: en lugar de terminar el suéter, haría un gorro para su pequeño admirador. ¡Lo terminó en solo una hora! Cuando se lo dio a la mamá del niño, toda la familia lo aceptó alegremente, mientras los otros pasajeros sonreían y aplaudían.
Oración por la voluntad de Dios
Cuando era nueva en mi fe en Jesús, tomé mi Biblia devocional y leí un versículo conocido: «Pedid, y se os dará» (Mateo 7:7). El comentario explicaba que lo que realmente debemos pedirle a Dios es que nuestra voluntad coincida con la suya. Al buscar que su voluntad se cumpla, estaríamos seguros de recibir nuestra petición. Era un concepto nuevo para mí, y oré para que la voluntad de Dios se hiciera en mi vida.
Dios te ve
«¡Bájate!», dijo con firmeza mi amiga a su hijo cuando se subió al banco de la iglesia y empezó a agitar las manos. «Quiero que el pastor me vea —respondió él inocentemente—. Si no me paro, no me va a ver». Si bien pararse en los bancos no es lo que más se alienta en las iglesias, el hijo de mi amiga representó bien la idea de cómo llamar la atención.
Orar siempre
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