Una mano ayudadora
A principios del siglo xx, las leyes restringían que los negros y los inmigrantes en Estados Unidos rentaran o compraran propiedades en Coronado, California. Un negro llamado Gus Thompson (nacido en esclavitud) había comprado anteriormente a esa ley un terreno y construido una casa de huéspedes. En 1939, la rentó a una familia asiática, y finalmente les vendió la propiedad. Cerca de 85 años después, tras la venta del lugar, algunos miembros de esa familia están donando sus ganancias para ayudar a alumnos universitarios negros. Y están trabajando para ponerle el nombre de Gus y su esposa, Emma, a un centro en la Universidad Estatal de San Diego.
Hospitalidad en Jesús
Durante el movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, la famosa cocinera de Nueva Orleans, Leah Chase, preparó comida para quienes marchaban por la igualdad de derechos para todos. Dijo: «Luchaban por algo y no sabían lo que iban a encontrar cuando salieran. Pero cuando estaban aquí, sabían que yo les daría de comer. Eso es lo que podía hacer por ellos».
No se ofende fácilmente
Cuando entré a mi iglesia después de varios meses de cuarentena, me entusiasmó ver miembros que no había visto durante un tiempo. Me di cuenta de que algunos, en especial los ancianos, no volverían por cuestiones de seguridad, y otros porque, lamentablemente, habían fallecido. Por eso, me emocioné al ver entrar a una pareja mayor que solía sentarse detrás de mí. Los saludé, y el hombre me devolvió el saludo, mientras su esposa me miraba fijo sin siquiera sonreír. Me dolió y me pregunté por qué.
El gozo de dar
En un vuelo de cinco horas, una mujer tejía un suéter al croché. Mientras movía sin parar la aguja con el hilo, notó que un bebé observaba fascinado sus movimientos. Entonces, tuvo una idea: en lugar de terminar el suéter, haría un gorro para su pequeño admirador. ¡Lo terminó en solo una hora! Cuando se lo dio a la mamá del niño, toda la familia lo aceptó alegremente, mientras los otros pasajeros sonreían y aplaudían.
Oración por la voluntad de Dios
Cuando era nueva en mi fe en Jesús, tomé mi Biblia devocional y leí un versículo conocido: «Pedid, y se os dará» (Mateo 7:7). El comentario explicaba que lo que realmente debemos pedirle a Dios es que nuestra voluntad coincida con la suya. Al buscar que su voluntad se cumpla, estaríamos seguros de recibir nuestra petición. Era un concepto nuevo para mí, y oré para que la voluntad de Dios se hiciera en mi vida.
Dios te ve
«¡Bájate!», dijo con firmeza mi amiga a su hijo cuando se subió al banco de la iglesia y empezó a agitar las manos. «Quiero que el pastor me vea —respondió él inocentemente—. Si no me paro, no me va a ver». Si bien pararse en los bancos no es lo que más se alienta en las iglesias, el hijo de mi amiga representó bien la idea de cómo llamar la atención.
Orar siempre
¡Obtuve 84 sobre 100 en la prueba!
Los altibajos de la vida
En Facebook, me apareció un recuerdo de una foto de mi victoriosa hijita de cinco años cuando ganó un divertido juego de Escaleras y Toboganes. Había etiquetado a mis hermanos en la publicación porque solíamos jugarlo cuando éramos niños. Se basa en un juego que se ha jugado durante siglos, que enseña a contar y genera el entusiasmo de poder subir una escalera hasta llegar lo más rápido posible al 100. Pero ¡cuidado! Si aterrizas en el lugar 98, te deslizas por el tobogán, lo cual retrasa —o incluso impide— alcanzar la victoria.
Ayuda mutua
Cuando el equipo de básquet de la Universidad Fairleigh Dickinson entró en la cancha para el torneo universitario, los aficionados comenzaron a alentarlos desde las tribunas. Supuestamente, no iban a pasar la primera ronda, pero lo hicieron. Y ahora oían su canto de guerra, aunque no tenían banda. Minutos antes, la banda del otro equipo lo había aprendido, y aunque simplemente podrían haber tocado las canciones que sabían, decidieron aprenderlo para ayudar a otra escuela y otro equipo.
Aprender los unos de los otros
Antes de que Zoom fuera una herramienta de comunicación accesible, una amiga me pidió que me conectara con ella por video para hablar sobre un proyecto. Por el tono de mis mensajes, se dio cuenta de que estaba desconcertada, así que sugirió que buscara a un joven que me ayudara a configurar una videollamada.