El libro tras la historia
Millones de personas vieron la película Lo que el viento se llevó, que se estrenó en 1939. Ganó diez premios Oscar y sigue siendo uno de los filmes de más éxito comercial. Se basó en la novela de Margaret Mitchell, de la que se vendieron un millón de ejemplares en seis meses, recibió el premio Pulitzer y se tradujo a más de 40 idiomas. Una película épica suele tener como fuente un libro poderoso e inolvidable.
Final feliz
Un amigo me contó que, una vez, estaba viendo fútbol por televisión mientras su hijita jugaba cerca de él. Enojado porque su equipo jugaba mal, tomó lo que tenía más a mano y lo tiró al piso. El juguete favorito de su hija se hizo añicos, y el corazón de ella también. De inmediato, la abrazó y le pidió perdón. Le dio otro juguete y pensó que estaba todo bien. Sin embargo, no tenía idea de cuánto había asustado a la pequeña de cuatro años, y ella tampoco percibió cuánto le dolió. Con el tiempo, el perdón llegó.
¡No te preocupes!
El actor y humorista George Burns declaró: «Si preguntas: “¿Cuál es la clave más importante para la longevidad?”, tendría que decir que es evitar las preocupaciones y el estrés. Y, aunque no me lo preguntaras, de todas formas tendría que decirlo». A este hombre, que vivió hasta los 100 años, le encantaba hacer que la gente se riera, y, aparentemente, seguía su propio consejo.
El propósito del dolor
Pregunté a varios amigos cuál había sido la experiencia más difícil y dolorosa que habían atravesado, y mencionaron guerras, divorcios, cirugías y pérdidas de seres amados. Mi esposa contestó: «El nacimiento de nuestro primer hijo», ya que fue un parto complicado, en un solitario hospital del ejército. Pero, al mirar atrás, agregó que lo considera una alegría, «porque el dolor tuvo un gran propósito».
¿Quién eres?
De vez en cuando, leo de algunos que se ofenden porque no han sido tratados con el respeto y la deferencia que creen merecer. «¿Sabe quién soy yo?», gritan indignados. Y esto nos recuerda el dicho: «Si tienes que decirle a la gente quién eres, es probable que no seas lo que crees ser». El extremo opuesto de esta arrogancia y prepotencia se ve en Jesús; incluso cuando su vida estaba acercándose al final.
La familia de la fe
Durante la década de 1980, una clase para solteros en nuestra iglesia se transformó en una familia muy unida para muchos que habían perdido a un cónyuge por un divorcio o la muerte. Cuando alguien necesitaba mudarse, los miembros de la clase ayudaban a empacar, transportaban muebles y colaboraban con comida. Los cumpleaños y las fiestas ya no eran momentos solitarios, porque la fe y la amistad se habían fundido en una relación duradera y alentadora. Muchos de estos vínculos forjados durante la adversidad hace ya tres décadas siguen floreciendo y sustentando hoy a individuos y familias.
Un buen nombre
El nombre de Charles Ponzi siempre se asociará con el fraude financiero que él transformó en un estilo de vida. Después de varios delitos financieros menores y breves encarcelamientos, a principios de la década de 1920, comenzó a ofrecerles a los inversores una ganancia del 50% sobre lo invertido en un plazo de 45 días, y del 100% en 90 días. Aunque parecía demasiado bueno para ser verdad, el dinero empezó a llover de todas partes. Ponzi utilizaba el capital de nuevos inversores para pagarles a los anteriores y así financiar su lujoso estilo de vida. Cuando su fraude fue descubierto en agosto de 1920, los inversores ya habían perdido 20 millones de dólares y 5 bancos habían cerrado. Ponzi pasó tres años en prisión, lo deportaron a Italia y murió sin un centavo, en 1949, a los 66 años.
Buscar la santidad
A menudo, vemos encuestas en las que le preguntan a la gente si es feliz, si está satisfecha con su trabajo o si disfruta de la vida. Pero nunca vi que preguntaran: «¿Eres santo?». ¿Cómo responderías a esta pregunta?
Una vida coherente
Mientras estudiaba el libro de Daniel, me llamó la atención la facilidad con que él podría haber evitado que los arrojaran al foso de los leones. Los celosos rivales de Daniel, que trabajaban para el gobierno de Babilonia, le tendieron una trampa relacionada con su costumbre de orar diariamente a Dios (Daniel 6:1-9). Daniel era plenamente consciente del complot, y podría haber decidido orar en forma privada durante un mes, hasta que todo se tranquilizara. Pero él no era esa clase de persona.
Espejito, espejito
¿Cuántas veces te miras al espejo? Un estudio señala que la persona promedio se mira entre 8 y 10 veces por día. Otras encuestas indican que el número podría llegar hasta 60 o 70 veces, si se incluye mirar nuestro reflejo en la vidriera de las tiendas y en las pantallas de los teléfonos móviles.