Bienaventurados los mansos
Un problema con la palabra española manso es que rima con ganso, y durante años, la gente ha vinculado ambos conceptos. Un diccionario popular da una segunda definición para manso: demasiado sumiso; fácilmente controlable; sin carácter; sin espíritu». Por esta razón, algunos cuestionan las palabras de Jesús: «Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad» (Mateo 5:5).
¡En breve!
Los anuncios que dicen «¡en breve!» suelen aparecer antes de la llegada de espectáculos de entretenimiento o deportivos, o para lanzamientos de tecnología de última generación. El objetivo es generar expectativa y entusiasmo por lo que está por suceder, aunque todavía falten meses para que llegue.
Sin energía
En el transcurso de la historia, gran cantidad de lugares en el mundo han sido sacudidos por tormentas tremendas y huracanes que dejaron como secuelas inundaciones masivas y destrucción. Muchas personas también se ven afectadas por los cortes de electricidad que generan falta de alimentos, combustible y agua. Los vientos rugientes y el agua descontrolada dejan vecindarios enteros cubiertos de lodo y arena, y los titulares sobre la catástrofe suelen anunciar: «Millones de personas sin suministro de energía».
Gratificación instantánea
En 1972, la cámara Polaroid SX-70 revolucionó el mundo de la fotografía. Un artículo de una revista la describía como «un milagro de la física, la óptica y la electrónica». Cuando se tomaba la foto, «un cuadrado negro salía del frontal de la cámara y se revelaba delante de nuestros ojos». La gente quedó atrapada con la rapidez y lo inmediato de los resultados.
El poder del amor
En la lista de los libros más vendidos suelen aparecer los de liderazgo. La mayoría enseña cómo convertirse en un líder eficaz y poderoso. Pero el de Henri Nouwen, En el nombre de Jesús: Reflexiones sobre el liderazgo cristiano, está escrito desde una perspectiva diferente. Este ex profesor universitario, que pasó muchos años trabajando entre adultos con discapacidades madurativas, señaló: «La pregunta no es cuántas personas te toman en serio, cuánto vas a lograr, qué resultados puedes demostrar, sino si estás enamorado de Jesús […]. En nuestro mundo de soledad y desesperanza, los seres humanos necesitan imperiosamente conocer el corazón de Dios, que perdona, protege, se extiende y desea sanar».
Contarlo desde lo alto
Me sorprendió ver un artículo en un periódico de gran tirada que elogiaba a un grupo de jóvenes que practican snowboard y que tienen reuniones cristianas semanales en la ladera de una montaña. La historia escrita por Kimberly Nicoletti en un periódico atrajo una gran audiencia con su relato sobre este grupo que ama practicar este deporte y contar cómo Jesús les cambió la vida. A estos jóvenes los respalda una organización juvenil cristiana que los entrena para demostrar el amor de Dios.
¿Carácter o reputación?
El legendario entrenador de baloncesto John Wooden (1910-2010) estaba convencido de que el carácter es mucho más importante que la reputación. «Tu reputación es lo que otros perciben que eres —solía decirles a sus jugadores—, pero tu carácter es lo que eres en realidad. Tú eres el único que conoce tu carácter. Puedes engañar a otros, pero no a ti mismo».
Corazón que delata
Hace poco, leí sobre un investigador privado de los Estados Unidos que golpeaba a una puerta, mostraba su identificación a quienquiera que la exigiera y decía: «Supongo que no tengo que decirle por qué estamos aquí». Muchas veces, la persona respondía asombrada: «¿Cómo lo supo?», y describía un delito que había cometido, pero que nadie había descubierto aún. En un artículo de la revista Smithsonian, Ron Rosenbaum describe dicha reacción como «una puerta de salida para la potencia fundamental de la conciencia, el monólogo interno del corazón que delata».
Estimada para Dios
Ante la noticia de la muerte de un amigo en común, un sabio hermano que conocía al Señor me envió estas palabras: «Estimada es a los ojos del Señor la muerte de sus santos» (Salmo 116:15). La vida de nuestro amigo se caracterizó fundamentalmente por una vibrante fe en Jesucristo, y sabíamos que estaba en el cielo con Dios. Sus familiares también tenían esa certeza, pero yo solamente me había concentrado en la tristeza que experimentaban. Y está bien considerar a los demás en sus pérdidas y angustias.
Un día común y corriente
Mientras recorría una exposición en un museo titulada «Un día en Pompeya», me llamó la atención que se repetía permanentemente el tema de que el 24 de agosto del 79 d.C. había empezado como un día común y corriente. La gente realizaba sus actividades habituales en sus casas, en el mercado y en el puerto de esta próspera ciudad romana de 20.000 personas. A las ocho de la mañana, empezaron a verse una serie de emanaciones en el cercano Monte Vesubio, las cuales fueron seguidas durante la tarde por una violenta erupción. En menos de 24 horas, Pompeya y muchos de sus habitantes quedaron sepultados debajo de una espesa capa de ceniza volcánica. Algo totalmente inesperado.