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Articles by Bill Crowder

Ni más ni menos

Hace poco, leía sobre lo sencillo que es falsear el mensaje de la Biblia. Quizá tratamos de hacer que respalde lo que ya creemos en vez de permitir que nos transmita lo que Dios desea decirnos. Algunos la usan para defender un aspecto de un tema, mientras que otros hacen lo mismo para oponerse. Ambos citan las Escrituras para respaldar sus opiniones, pero los dos no pueden tener razón.

Álamos temblones

Mientras visitaba la Península Superior de Míchigan, me llamaron la atención dos árboles. Aunque las hojas de los otros árboles que los rodeaban no se movían, las de estos ondeaban con la más mínima brisa. Se lo mostré a mi esposa, y ella me dijo que se llamaban álamos temblones. Quedé asombrado ante el efecto visual que producían esas hojas. Mientras todos los otros parecían calmos e inmóviles, las hojas de los álamos temblones ondulaban, aunque el viento fuera sumamente débil.

Hasta lo último

Era el primer día de clases en el Instituto Bíblico de Moscú, donde estaba enseñando a pastores rusos. Empecé pidiendo a los alumnos que dijeran sus nombres y dónde servían, pero uno de ellos me dejó estupefacto cuando declaró abiertamente: «¡De todos los pastores, yo soy el más fiel a la Gran Comisión!». Por un instante, quedé desconcertado, hasta que él, sonriendo, agregó: «La Gran Comisión dice que debemos llevar el evangelio hasta lo último de la tierra. ¡Pastoreo una iglesia al norte del Círculo Ártico, en una aldea llamada “Lo Último de la Tierra”!». Todos nos reímos, y continuamos con la clase.

Volar solo

Los días 20 y 21 de mayo de 1927 marcaron un hito en la historia de la aviación, cuando Charles Lindbergh hizo el primer vuelo solo y sin escalas a través del Océano Atlántico. Ha habido muchos vuelos más que lo cruzaron, pero ninguno con un piloto que volara solo. Fue un logro histórico. Cuando Lindbergh aterrizó en Le Bourget Field, en París, una multitud de admiradores se agolpó para aplaudirlo por su proeza. Más tarde, cuando volvió a los Estados Unidos, lo honraron con desfiles y recompensas en reconocimiento a su valentía y espíritu individualista.

Por qué trabajamos

A finales de la década de 1660, Sir Christopher Wren fue contratado para rediseñar la Catedral de San Pablo, en Londres. Según la leyenda, un día visitó el sitio donde se construía este gran edificio, y los obreros no lo reconocieron. Caminó por el lugar preguntándoles a varios hombres sobre lo que estaban haciendo. Un trabajador respondió: «Estoy cortando una piedra». Otro obrero contestó: «Estoy ganando cinco libras y dos peniques por día». Un tercero, sin embargo, tenía una perspectiva diferente: «Estoy ayudando a Christopher Wren a construir una catedral magnífica para la gloria de Dios». ¡Qué contraste en la motivación y la actitud de aquel hombre!

La nueva normalidad

Un pastor, capacitado para aconsejar en casos de traumas emocionales y sufrimiento, comentó que el mayor desafío para quienes sufren no es la tristeza que sigue a la pérdida, sino la adaptación a una forma de vida diferente. Lo que antes parecía normal tal vez nunca vuelva a ser así. Por eso, el reto para aquellos que brindan ayuda es colaborar con esas personas mientras se adaptan a la «nueva normalidad». Es probable que esta ya no incluya una buena salud, relaciones interpersonales apreciadas ni un trabajo satisfactorio. Tal vez implique vivir sin un ser amado que ha muerto. La gravedad de tales pérdidas nos obliga a vivir una clase de vida distinta, independientemente de lo incómoda que pueda resultar.

Están observando

El equipo de un jugador de fútbol profesional estaba pasando por una mala racha, derrotado una semana tras otra. Un periodista le preguntó cómo hacía para seguir motivado para jugar bien y dar lo mejor de sí aunque su equipo perdía casi todos los juegos. Él respondió: «Mi papá está viendo el partido. Mi mamá está viendo el partido. ¡Puedes estar seguro de que voy a dar lo mejor de mí!». Reconocía que había más en juego que el solo hecho de ganar o perder. Había gente mirando, y eso siempre lo inducía a esforzarse al máximo.

Completamente limpio

Un amigo mío estaba contándome sobre sus experiencias del año anterior, durante el cual había estado recibiendo un tratamiento médico contra el cáncer. La sonrisa en su rostro era un testimonio poderoso de la buena noticia que le habían dado. Dijo que los resultados de todos los estudios que le habían hecho tras un año de tratamiento indicaban una misma cosa: «¡Usted está completamente limpio!». ¡Qué diferencia pueden marcar dos palabras! Para mi amigo, completamente limpio significaba que no quedaban rastros de la enfermedad que había puesto en peligro su vida solo unos meses antes de que la borraran de su cuerpo. ¡Nos regocijamos al oír que se había curado totalmente!

No es un mito

Me fascina la historia; por eso, vi entusiasmado un programa especial de televisión sobre el gran rey Arturo de Inglaterra. Se desencadenó una discusión cuando cada uno de los historiadores reconoció que no había testigos presenciales ni pruebas históricas para respaldar la historia del monarca inglés, ni de sus caballeros ni de la mesa redonda. Vez tras vez, se aludía al relato como una «leyenda» o un «mito». Aparentemente, dicha historia es una simple leyenda surgida de la combinación de fragmentos de otros relatos recopilados durante siglos.

Quédate conmigo

Uno de los eventos sobresalientes del torneo de la Asociación de Fútbol de Inglaterra es la competencia final por la copa. Durante más de 100 años, esa jornada se ha destacado por el entusiasmo, los festejos y la competitividad. Pero lo que más me fascina es cómo se inicia el juego: cantan el tradicional himno «Conmigo Sé» [Abide With Me].