Presente en la tormenta
El fuego arrasó con el hogar de una familia de nuestra iglesia. Aunque el padre y un hijo sobrevivieron, el padre todavía estaba hospitalizado cuando su esposa, su madre y dos hijos fallecieron. Cuando sucesos desgarradores como estos aparecen, también lo hace la antigua pregunta: ¿Por qué a las personas buenas les pasan cosas malas?
Encadenados pero no silenciados
En 1963, la defensora de derechos humanos, Fannie Lou Hamer, y otras seis personas entraron a comer a un restaurante en Winona, Mississippi. Después de que unos policías los obligaron a irse, fueron detenidos y encarcelados. Pero la humillación no terminaría con un arresto ilegal, sino que todos fueron golpeados, y Fanny recibió lo peor. Tras un brutal ataque que la dejó casi muerta, comenzó a cantar: «Pablo y Silas encerrados en la cárcel; deja a mi pueblo ir». Y no cantaba sola. Los otros prisioneros —sujetos sus cuerpos pero no sus almas— se unieron a ella en el canto.
Las manos asombrosas de Dios
Veinte minutos después de despegar, el plan de vuelo pasó de la calma al caos. Cuando uno de los motores del avión falló, partes sueltas rompieron una de las ventanillas, y la cabina se descomprimió. Lamentablemente, varios pasajeros sufrieron heridas y una persona murió. De no haber tenido el avión un piloto tranquilo y capaz —entrenado para la guerra—, las cosas habrían sido trágicamente peores. El titular de un periódico decía: «En manos asombrosas».
Fuerza del segundo aliento
A los 54 años, participé de la maratón de Milwaukee con dos objetivos: terminar la carrera y hacerlo en menos de cinco horas. Mi tiempo habría sido asombroso si la segunda mitad del recorrido hubiese ido tan bien como la primera. Pero la carrera era extenuante, y el segundo aliento que esperaba nunca llegó. Cuando crucé la línea de llegada, mi paso firme se había tornado en una caminata dolorosa.
Luces brillantes
En 2015, un grupo de nuestra iglesia quedó impactado con lo que vio en Mathare, uno de los barrios pobres de Nairobi, Kenia. Visitamos una escuela con pisos sucios, paredes de metal oxidado y bancos de madera. Pero en ese entorno extremadamente humilde, sobresalía una persona.
Marcados por Momma
Su nombre era largo, pero más lo fue su vida. Madeline Harriet Orr Jackson Williams vivió hasta los 101 años. Madeline era mi abuela, y la llamábamos Momma. Mis hermanos y yo la conocíamos bien, ya que vivimos en su casa hasta que falleció su segundo esposo. Aun después, estaba a menos de 90 kilómetros de distancia de casa. Ella cantaba himnos, citaba versículos bíblicos, tocaba el piano, amaba al Señor, y su fe ha dejado una huella en nosotros.
Nos sostiene de la mano
La niñita que andaba por la escalera un domingo en la iglesia era bonita, valiente e independiente. Aunque parecía tener apenas dos años, fue bajando los escalones uno por uno hasta el nivel más bajo. Su misión era bajar la escalera, y lo logró. Me sonreí mientras pensaba en la osada independencia de esta valerosa pequeña. La niña no tenía miedo porque sabía que su madre la vigilaba siempre y que extendía su mano para ayudarla. Esto describe perfectamente la disposición del Señor a ayudar a sus hijos mientras estos se abren camino entre las diversas incertidumbres de la vida.
Vivir con las luces encendidas
Una tarea que nos asignaron en el trabajo hizo que un compañero y yo viajáramos 450 kilómetros. Cuando salimos, ya oscurecía, y para un cuerpo y ojos avejentados como los míos, me inquieta un poco conducir de noche. No obstante, decidí manejar primero. Me aferré al volante y fijé la mirada en el camino apenas iluminado. Mientras avanzábamos, descubrí que veía mejor cuando las luces de los autos que venían detrás alumbraban la carretera. Finalmente, me sentí mucho mejor cuando mi amigo tomó el volante. En ese momento, ¡me di cuenta de que había estado conduciendo con las luces antiniebla en vez de los faros altos!
Adorar con preguntas
Es habitual que durante un viaje largo (¡o corto!), alguno del grupo pregunte: «¿Ya llegamos?» o «¿Falta mucho?». ¿Quién no ha escuchado estas preguntas universales hechas por niños o adultos ansiosos de llegar a su destino? Pero también hay personas de todas las edades que tienden a preguntar cosas similares cuando situaciones difíciles en la vida parecen no terminar nunca.
«Del Señor soy»
No lleva mucho tiempo darse cuenta de que la moda hoy es tatuarse. Algunos tatuajes son tan pequeños que apenas se notan. Pero otros —desde atletas y actores hasta personas comunes— optan por cubrirse el cuerpo con tintas, palabras y diseños multicolores. La tendencia parece haber llegado para quedarse; una tendencia que dio ganancias por 3.000 millones de dólares en 2014… más otros 66 millones para remover tatuajes.