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A James Morris se lo describió como «un laico analfabeto pero afectuoso». Sin embargo, Dios lo utilizó para guiar a Augustus Toplady a la fe en Jesucristo. Toplady, el autor del inmortal himno Roca eterna, en el siglo xviii, describe lo que pensó al oír predicar a Morris: «Es extraño que yo […] fuera llevado cerca de Dios […] en medio de un puñado de Su pueblo reunido en un granero, y bajo el ministerio de alguien que apenas podía deletrear su nombre. Sin duda, es obra del Señor, y es maravilloso».
Dilemas y una fe más profunda
Un sábado por la mañana, durante un estudio bíblico, un padre estaba turbado porque su amada y descarriada hija había vuelto a la ciudad, pero estaba incómodo con ella en su casa por cómo se comportaba. Otra asistente no estaba bien porque una larga enfermedad y los años habían afectado su cuerpo, y numerosas visitas a varios médicos apenas la habían mejorado. Estaba desanimada. Por designio divino, el pasaje que estudiaron ese día fue Marcos 5. Y al terminar el estudio, la esperanza y el gozo eran palpables.
El triunfo de la fe
Un examen médico de rutina para el pequeño Calvin, de cuatro años de edad, reveló unas manchas inesperadas en su cuerpo. Durante la visita, le aplicaron inyecciones y cubrieron el lugar con una venda adhesiva. En casa, cuando llegó el momento de quitársela, lloriqueaba con miedo. Para consolarlo, su padre dijo: «Calvin, sabes que nunca haría nada para lastimarte». Quería que su hijo confiara en él más de lo que temía que le quitara la venda.
Dios es mi ayudador
¡Mi amigo Raleigh se acerca rápidamente a cumplir 85 años! Desde que conversé con él por primera vez, hace 35 años, ha sido una fuente de inspiración. Cuando mencionó que, desde que se había jubilado, había terminado el manuscrito de un libro y comenzado otro proyecto de ministerio, quedé intrigado, pero no sorprendido.
Las decisiones importan
La agenda del pastor Damián incluía visitar en distintos hospitales a dos personas cercanas a la muerte que habían elegido diferentes formas de vivir. En uno, estaba una mujer amada por su familia. Muchos la apreciaban por su generoso servicio público. Otros creyentes en Jesús se habían reunido a su alrededor, y las oraciones y la esperanza llenaban la habitación. En el otro, el pariente de un miembro de la iglesia de Damián también estaba muriendo. Su corazón duro lo había llevado a una vida difícil, y su desordenada familia sufría por las malas decisiones de él. Las diferencias de atmósfera reflejaban el contraste entre sus vidas.
Haciendo el bien para Dios
Aunque, por lo general, Patricio no llevaba dinero encima, sintió que Dios lo guiaba a meter un billete de cinco dólares en el bolsillo antes de salir de su casa. Durante el almuerzo, en la escuela donde trabajaba, entendió por qué Dios lo había preparado para satisfacer una necesidad urgente. En medio del bullicio, oyó decir: «Esteban necesita cinco dólares para poner en su cuenta y poder almorzar el resto de la semana». ¡Imagina la emoción de Patricio al dar su dinero para ayudar a Esteban!
Listo para la restauración divina
¡Las fotos que me envió un amigo eran asombrosas! Un regalo sorpresa para su esposa mostraba un Ford Mustang 1965 restaurado: brillante color azul, llantas de cromo, tapizado interior negro y un motor totalmente moderno. También había fotos de «antes»: una versión amarilla sin brillo, deteriorada y mediocre. Es probable que cuando salió de la línea de montaje, llamara la atención, pero el tiempo, el uso, y otros factores lo habían dejado listo para una restauración.
Almas atribuladas, oraciones sinceras
Tres días antes de que una explosión sacudiera su casa en 1957, el Dr. Martin Luther King Jr. tuvo un encuentro que lo marcaría por el resto de su vida. Después de recibir una llamada telefónica amenazante, consideró abandonar el movimiento de los derechos civiles. Después, empezó a orar. «Estoy defendiendo lo que creo que es correcto. Pero ahora tengo miedo. No me queda nada. Sé que no puedo enfrentarlo solo». King señaló: «Casi de inmediato, mis temores empezaron a desaparecer. Mi incertidumbre se desvaneció. Estaba listo para enfrentar lo que fuera».
Cuenta de la bondad de Dios
El tiempo de testimonios era el segmento en nuestra reunión en la iglesia cuando las personas contaban cómo había obrado Dios en sus vidas. Auntie —o hermana Langford, como la conocían otros en nuestra congregación— se destacaba por las numerosas alabanzas en sus testimonios. Cuando compartía la historia de su conversión, era de esperar que ocupara gran parte de la reunión. ¡Su corazón rebosaba de alabanzas a Dios, quien, por gracia, había transformado su vida!
Una puerta para todos
Los protocolos en el restaurante del vecindario de mi niñez eran consistentes con las dinámicas sociales y raciales de finales de la década de 1950 y principios de la de 1960. Los ayudantes de cocina —María, la cocinera, y los lavaplatos como yo— éramos negros; sin embargo, los dueños eran blancos. Los clientes negros podían pedir comida, pero tenían que retirarla por la puerta trasera. Tales políticas reforzaban el trato desigual de los negros en esa época. Aunque se ha avanzado mucho, aún hay mucho por hacer con respecto a cómo relacionarnos unos con otros como personas hechas a la imagen de Dios.