El único Rey
Aldo, de cinco años, escuchaba al pastor decir que Jesús había dejado el cielo para venir a la tierra, pero cuando agradeció en oración porque Él había muerto por nuestros pecados, el niño susurró con voz entrecortada y sorprendido: «¡Ay, no! ¿Se murió?».
Desde que Cristo comenzó a vivir en la tierra, hubo personas que lo querían muerto. Unos sabios…
Fruto hermoso
«Los niños deberían poder arrojar una semilla donde quieran [en el jardín] y ver qué sale», sugiere Rebecca Lemos-Otero, fundadora de City Blossoms. Aunque no es una pauta sobre jardinería, refleja la realidad de que cada semilla tiene potencial de producir vida. Desde 2004, esta organización ha hecho jardines en escuelas y zonas de bajos recursos. Mediante la jardinería, los niños aprenden sobre nutrición y desarrollan habilidades para trabajar. Rebecca dice: «Tener un espacio verde lleno de vida en una zona urbana […] permite que los niños estén afuera haciendo algo productivo y hermoso».
Que Dios decida
A Nico y Marilín les encantó ir a un restaurante omakase durante su visita a Nueva York. Omakase es una palabra japonesa que quiere decir «decide tú», lo cual significa que los clientes dejan que el chef escoja lo que van a comer. Aunque era la primera vez que probaban este tipo de platos y sonaba riesgoso, les encantó la comida que el chef eligió y les preparó.
¡No lo olvides!
Junto con mi sobrina y su hija Kailyn, de cuatro años, pasamos una hermosa tarde de sábado juntas. Jugamos con pompas de jabón en el patio, coloreamos un libro de princesas y comimos sándwiches de mantequilla de maní y mermelada. Cuando subieron al auto para irse, Kailyn gritó dulcemente por la ventanilla abierta: «No te olvides de mí, tía Anne». Caminé rápido hacia el coche y susurré: «Nunca podría olvidarte. Te prometo que te veré pronto».
Sí, claro
Silvia se acomodó en un sillón después de un largo día. Miró por la ventana y vio a una pareja anciana luchando para mover un trozo de una cerca vieja que tenía una etiqueta que decía: «gratis». Silvia llamó a su esposo y fueron a ayudarlos. Los cuatro se esforzaron para subir la cerca a un carro y empujarlo hasta la casa de la pareja, a la vuelta de la esquina, riéndose todos en el trayecto por el espectáculo que darían. Cuando volvieron para buscar la segunda parte, la mujer le preguntó a Silvia: «¿Ser mi amiga?». «Sí, claro», le contestó. Más tarde, se enteró de que su nueva amiga vietnamita sabía poco inglés y que se sentía sola, lejos de sus hijos.
Empezar ya mismo
En febrero de 2017, cuando la biopsia de mi hermana mayor reveló que tenía cáncer, les dije a mis amigos: «Necesito pasar el mayor tiempo posible con Carolyn… empezando ya mismo». Algunos me dijeron que mis sentimientos eran una reacción exagerada ante la noticia. Pero ella murió a los diez meses. Y aunque había pasado horas con ella, cuando amamos a alguien, el tiempo nunca es demasiado para un corazón que ama profundamente.
¿Podemos relajarnos?
Darío entró a la oficina de la kinesióloga sabiendo que experimentaría mucho dolor. Después de sostenerle el brazo en varias posiciones incómodas durante algunos segundos, la kinesióloga le dijo con suavidad: «Bueno, puedes relajarte». Más adelante, él comentó: «Creo que lo escuchaba al menos 50 veces en cada sesión de kinesiología: “Bueno, puedes relajarte”».
Lo único que puedo ver
Un helado día de invierno, Cristina estaba parada mirando el hermoso faro rodeado de nieve junto al lago. Cuando sacó el teléfono para tomar fotos, se le empañaron los anteojos. Como no podía ver nada, decidió apuntar con la cámara hacia el faro, y tomó tres fotos desde diferentes ángulos. Más tarde, cuando las miró, se dio cuenta de que la cámara estaba en modo selfie, y riéndose, decía: «Mi foco era yo, yo y yo. Lo único que podía ver era a mí misma». Las fotos de Cristina me hicieron pensar en un error similar: podemos estar tan enfocados en nosotros mismos que perdemos de vista el panorama más amplio del plan de Dios.
¿Qué clase de Salvador es?
El año pasado, unos amigos y yo orábamos todos los días para que tres mujeres que batallaban contra el cáncer se sanaran. Sabíamos que Dios tenía poder para curarlas. Lo habíamos visto obrar en el pasado y estábamos convencidos de que podía hacerlo otra vez. En cada caso, hubo días en que parecía que sanarse era una realidad, y nos alegrábamos. Pero todas murieron ese otoño. Algunos dijeron que fue «la sanación definitiva»; y en cierto modo, lo fue. Aun así, lamentamos profundamente perderlas. Queríamos que Dios las sanara a todas —aquí y ahora—, pero por razones que no entendemos, no ocurrió ningún milagro.
Dónde hallar esperanza
Elisa luchó mucho tiempo con la adicción a las drogas. Cuando se recuperó, quiso ayudar a otros, en agradecimiento. Entonces, empezó a escribir notas y a colocarlas de forma anónima en diferentes lugares de la ciudad donde vivía. Las ponía debajo de limpiaparabrisas de autos y en postes de parques. Antes, ella buscaba señales de esperanza; ahora, las coloca para que otros las encuentren. Una de sus notas terminaba diciendo: «Con mucho amor. Hay esperanza».