Te llama
Con dos compañeros de trabajo, acabábamos de pasar por el control de seguridad del aeropuerto e íbamos camino a la puerta de embarque, cuando oí que me llamaban: «Anne Cetas, comunicarse con información». No es un nombre común, así que, sabía que era el mío. Supuse que, sin pensar, había olvidado algo en el mostrador al registrar el equipaje. Le pregunté a un agente y me dijo que tomara un teléfono rojo, que diera mi nombre y preguntara por qué me buscaban. Llamé, pero el operador dijo: «No, a usted no la hemos llamado». Respondí: «Pero estoy segura de que era mi nombre». Él replicó dos veces: «No, nosotros no la buscábamos a usted». Jamás descubrí por qué me habían llamado aquel día.
TE AMO…
Estábamos con mi esposo en una piscina pública, cuando la gente que nos rodeaba empezó a mirar atentamente hacia arriba. Un pequeño avión formaba letras con el humo que emitía. Mientras observábamos, el piloto escribió: «TE AMO». Todos empezamos a especular. Quizá sea una propuesta matrimonial. Tal vez un hombre romántico está con su novia en un balcón cercano, y pronto le preguntará: ¿quieres casarte conmigo? Seguimos con la mirada hacia arriba: «TE AMO, J-E-». Escuché que unas jovencitas decían: «Apuesto a que es Jerónimo o quizá Jésica». Las letras seguían apareciendo… no, era: «JESÚS». El piloto estaba declarando al mundo su amor por Jesús.
¡Puedes triunfar!
El anuncio en la radio sobre un seminario sonó intrigante. El presentador dijo: «¡Puedes triunfar sobre la muerte… para siempre! Asiste a mi seminario y te mostraré cómo hacerlo». Por un instante, me pregunté qué método daría el orador para vencer la muerte y qué sugeriría. ¿Quizá algo relacionado con una dieta o ejercicios, o congelar el cuerpo? Sin embargo, después de escuchar un poco más, me di cuenta de que había dicho: «Puedes triunfar con la suerte… para siempre».
Amigos que oran
Me encontré para almorzar con mi amiga Ángela después de varios meses sin haberla visto. Cuando estábamos por despedirnos, sacó una hoja de papel con notas de nuestro último tiempo juntas. Era una lista con mis pedidos de oración por los que ella había estado orando desde aquel entonces. Fue leyendo cada uno y preguntándome si Dios ya había contestado o si tenía que actualizar algo. Después, hablamos de sus peticiones. ¡Qué alentador es tener un amigo que ora!
El abuelo se esfumó
Mi primo Ken luchó valientemente contra el cáncer durante cuatro años. En sus últimos días, su esposa, tres hijos y varios nietos entraban y salían de la habitación, pasaban tiempo con él y compartían despedidas especiales. En un momento, cuando no había nadie en la habitación, pasó a la eternidad. Cuando la familia se dio cuenta de que había partido, una nieta pequeña dijo dulcemente: «El abuelo se esfumó». En un instante, el Señor estaba con Ken aquí en la Tierra; al momento siguiente, el espíritu de Ken estaba con el Señor en el cielo.
La mejor vida
Hace unos meses, tuve que viajar a Florida por negocios. En el vuelo de regreso, me encontré con la agradable sorpresa de ubicarme en un asiento con mucho lugar para las piernas. Me sentí tan bien al no tener que estar estrujada en un sitio reducido. Además, ¡tenía un asiento vacío a mi lado! Ideal para una buena siesta.
Como Jesús
Durante una actividad para niños en la iglesia, la maestra habló sobre el primero de los Diez Mandamientos: «No tendrás dioses ajenos delante de mí» (Éxodo 20:3). Sugirió cómo los niños pueden obedecer este mandato: «Nada debe ser más importante que Dios… ni los dulces, ni las tareas escolares ni los videojuegos». Les dijo que poner a Dios primero significaba que el tiempo para leer la Biblia y orar debía estar antes que cualquier otra cosa.
Hay poder
Cuando mi hermana se enteró de que tenía cáncer, les pedí a mis amigos que oraran. Cuando la operaron, oramos para que el cirujano pudiera extirpar todo el tumor y que ella no tuviera que recibir quimioterapia ni rayos. ¡Y Dios dijo que sí! Cuando compartí la noticia, un amigo señaló: «Qué alegría que la oración tenga poder». Yo respondí: «Qué agradecida estoy de que esta vez Dios respondió que sí».
Palabras dulces
Scott siempre admiró la relación entre Ken y Phyllis, sus suegros. Entonces, un día les preguntó cuál era la clave para que su matrimonio funcionara. Ken respondió: «¡Hay que mantener la dulzura!».
Por amor
El año pasado, recibí hermosos regalos de Navidad: pantalones para esquiar, una pulsera y un dispositivo electrónico de lectura. Pero lo que más disfruté fue el tiempo que compartí con otros… jugar con nueve sobrinos nietos que estaban de visita; asistir a la reunión de Nochebuena en la iglesia con mi sobrina, su esposo y su hijita de 18 meses; visitar a un compañero de trabajo jubilado y a su esposa que tienen algunos problemas de salud; celebrar la fiesta con viejos amigos; leer la historia de Navidad con mis seres amados. Todos estos fueron regalos especiales por el amor que compartimos.