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Articles by Amy Boucher Pye

El mensajero

«¡Tengo un mensaje para ti!» Una mujer que trabajaba en la conferencia a la que asistí me entregó un papel, y me pregunté si debía ponerme nerviosa o emocionarme. Pero cuando leí: ¡Tienes un sobrino!», supe que podía alegrarme.

Una carta de Navidad

Todas las Navidades, un amigo mío le escribe una larga carta a su esposa, repasando los acontecimientos del año y soñando con el futuro. Siempre le dice cuánto la ama y el porqué. También le escribe a cada una de sus hijas. Sus palabras de amor son un regalo inolvidable de Navidad.

Un ministerio oculto

Una tarea de estudios importante me estaba abrumando, y temía no poder entregarla a tiempo. En medio de mi ansiedad, recibí tres notas de ánimo de amigos que me alentaban. Todas decían: «Dios te puso en mi mente hoy mientras oraba». Me sentí alentada de que estos amigos me contactaran sin saber lo que me pasaba, y estaba segura de que Dios los había utilizado como sus mensajeros de amor.

Cacería de zorras

Mientras hablaba por teléfono con una amiga que vive en la costa del mar, le dije cuánto me gustaba oír el graznido de las gaviotas. «Criaturas viles», respondió ella, porque le resultan una amenaza constante. Al vivir en Londres, yo siento lo mismo respecto a las zorras. No me resultan animales bonitos, sino criaturas que dejan un olor espantoso al pasar.

Bondad inesperada

Mi amiga estaba esperando para pagar por sus compras, cuando un hombre se dio vuelta y le entregó un bono de descuento de diez libras esterlinas. Primero, ella no pudo contener las lágrimas ante ese acto de bondad, y luego, se reía de sí misma por haber llorado. Aquella bondad inesperada la conmovió y le dio esperanza mientras atravesaba una etapa de agotamiento, y dio gracias al Señor por su bondad extendida a través de otra persona.

Cosechar los campos

Una amiga, en Tanzania, tiene la visión de adquirir una parcela de tierra desolada en Dodoma, la ciudad capital. Como sabe de las necesidades de las mujeres viudas del lugar, Rut desea transformar esos terrenos polvorientos en un lugar para criar pollos y sembrar granos. Su visión de suplir las necesidades de otros está arraigada en su amor a Dios, y es fruto de la inspiración de su tocaya bíblica: Rut.

Esculpidos en sus manos

Allá por el siglo xix, en su iglesia de Londres, Carlos Spurgeon se deleitó durante años en predicar sobre las riquezas de Isaías 49:16, que dice que Dios nos tiene esculpidos en las palmas de sus manos. Declaró: «¡Un texto como este ha de ser predicado cientos de veces!». Un pensamiento así es tan precioso que podemos meditar en él una y otra vez.

La casa sobre la Roca

Después de vivir en su casa varios años, mis amigos se dieron cuenta de que la sala de estar se estaba hundiendo: aparecieron grietas en las paredes, y una ventana ya no cerraba. Se enteraron de que esa habitación se había agregado sin colocar cimientos. Llevaría meses poner cimientos nuevos para reconstruirla.

Quisiéramos ver a Jesús

Cuando miré sobre el púlpito desde donde oraba en un funeral, vi una plaqueta de bronce con palabras de Juan 12:21: «Señor, quisiéramos ver a Jesús». Pensé en cuán apropiado era considerar cómo veíamos a Jesús en la mujer que estábamos recordando con lágrimas y sonrisas. Aunque ella había enfrentado obstáculos y desengaños, nunca abandonó su fe en Cristo. Como el Espíritu de Dios vivía en ella, habíamos podido ver a Jesús.

Misterios complejos

Mientras caminábamos con mi amiga, hablamos sobre cuánto amamos la Biblia. Me sorprendió cuando ella dijo: «Sí, pero el Antiguo Testamento no me gusta mucho. ¡Dios mío! Tan lleno de historias fuertes y de venganzas».