Si hubiese sabido…
Mientras conducía al trabajo, escuché una hermosa canción que preguntaba: Si pudieras volver atrás, sabiendo lo que ahora sabes, ¿qué le dirías a tu yo más joven? Al escucharla, pensé en los bocadillos de sabiduría y advertencia que podría darle a la versión más joven y menos sabia de mí. En algún momento de nuestra vida, la mayoría nos hemos preguntado cómo podríamos haber actuado de otro modo… si tan solo pudiéramos hacer todo de nuevo.
Un poquito del paraíso
Por la ventana de mi oficina, escucho las aves cantar y veo las hojas de los árboles moverse con el delicado susurro del viento. Fardos de heno salpican el campo recién cultivado de mi vecino, mientras grandes nubes blancas contrastan con el claro cielo azul.
De la tristeza al gozo
El embarazo de Kelly empezó a complicarse y, después de un largo trabajo de parto, los médicos decidieron hacerle una cesárea. Sin embargo, Kelly olvidó pronto su dolor al sostener en sus brazos a su bebé. La alegría había desplazado la angustia.
Vestidos del Señor
En su libro Wearing God [Vestidos de Dios], Lauren Winner dice que nuestra ropa puede comunicar quiénes somos. Lo que nos ponemos puede indicar una carrera, una comunidad o identidad, estados de ánimo o condición social. Piensa en una camiseta con un eslogan, un traje formal, un uniforme o pantalones vaqueros engrasados, y lo que esa ropa revela. Winner escribe: «Es interesante que, con una prenda, los cristianos puedan hablar de Jesús a otros sin pronunciar palabra».
Un corazón gozoso
La melodía favorita de mi nieta es una marcha de John Philip Sousa. Sousa, el «rey de las marchas», fue un compositor de fines del siglo xix. Moriah no está en una banda musical; tiene solo 20 meses de vida. Simplemente, le encanta la melodía y hasta puede tararear algunas notas. La asocia con momentos de alegría. Cuando nuestra familia se reúne, solemos canturrear esta canción mientras aplaudimos, y los nietos bailan o desfilan al ritmo de la melodía. Siempre termina con niños mareados y muchas risas.
¡Muy bien!
Hace poco, tuve uno de esos días que parecen tener un tema en común. Nuestro pastor empezó su sermón sobre Génesis 1 con dos minutos de fotografía secuencial de bellísimos capullos que florecían. Después, en casa, observé varias publicaciones de flores en las redes sociales. Más tarde, mientras paseaba por el bosque, vi toda clase de flores silvestres: aristoloquias, caléndulas y lirios silvestres.
Tiempo juntos
Camino a casa, después de la boda de un familiar, mi mamá me preguntó por tercera vez qué novedades había en mi trabajo. Una vez más, repetí algunos de los detalles, como si fuera la primera vez que se los contaba, mientras me preguntaba cómo podía lograr que mis palabras fueran más recordables. Mi mamá tiene Alzheimer, una enfermedad que va destruyendo la memoria, puede afectar la conducta y termina en la pérdida del habla… y más.
El remedio para los celos
Durante una visita de mis nietos, les pregunté qué habían hecho el fin de semana. Bridger, de tres años de edad, contó que lo habían dejado pasar la noche con sus tíos… ¡y había tomado helado y andado en un carrusel y mirado una película! Después, fue el turno de su hermano de cinco años, Samuel. Cuando le pregunté qué había hecho, contestó: «Acampé». «¿Te divertiste?», pregunté. «No tanto», respondió, apesadumbrado.
Salmos de campamento
Cuando mi esposo y yo vamos a caminar al aire libre, llevamos la cámara y sacamos primeros planos de las plantas a nuestros pies, que son como microcosmos. Qué maravillosa variedad y belleza vemos, ¡incluso en los hongos que salpican los bosques con pinceladas de naranja, rojo y amarillo!